Lidia y Yolanda llevaban años sabiendo que querían ser madres. Pero como a tantas mujeres en nuestro país, sus circunstancias vitales impidieron que pudiesen planteárselo hasta que ya tenían más de 35 años. Ahora, con 43 y 41 respectivamente, están a punto de convertirse en madres gracias a la ovodonación. Ha sido la primera pareja en recibir este tratamiento forma doble (siendo las dos inseminadas el mismo día). Y, aunque el embarazo Lidia no pudo desarrollarse, son un ejemplo de todas las que quieren llegar a la maternidad.
Su historia comenzó hace cinco años. Empezaron a salir y, como cuenta Yolanda a MagasIN, a los pocos meses ya estaban hablando de ser madres. Entonces tenían 37 y 38 años y las dos tenían claro que querían ser madres, aunque también sabían que el tiempo corría en su contra.
"Antes de conocer a Lidia tuve otra pareja y sí que empecé los trámites de la reproducción asistida. Pero al dejar la relación, pues lo dejé todo. Cuando empecé con Lidia, las dos teníamos clarísimo que queríamos ser madres, entonces, ni nos lo pensamos", explica Yolanda, actualmente embarazada de 36 semanas de su primera hija.
Intentos en la Seguridad Social
La pareja, que reside en Valencia, decidió ir por la vía de la Seguridad Social, aunque en la sanidad pública puede haber hasta cuatro años de lista de espera. "La lista de espera fue de un año y medio más o menos. A nosotras nos venía 'bien' porque acabábamos de empezar una relación y era un año y medio como de decir: bueno, empezamos el trámite y cuando lleguemos a ese tiempo a ver qué pasa".
La primera en someterse a los tratamientos fue Lidia, ya que es un año mayor, pero rápidamente la siguió Yolanda. Cada una contaba con un máximo de tres intentos, aunque finalmente hicieron cuatro en total.
Entre medias les pilló la pandemia, que retrasó todo el proceso. "Hubo un momento en el que teníamos que empezar el tratamiento en enero y dos días antes de empezar, ya con toda la medicación en casa, nos llaman del hospital y nos dicen que se paraliza todo porque viene una nueva ola…", relata Yolanda.
Al estrés habitual que sufren las parejas que buscan la concepción, se unió la frustración de estar viviendo una situación histórica que nunca habríamos imaginado. Ya estaban cerca de los 40 y, a partir de esa edad, la Seguridad Social no cubre los tratamientos de fertilidad en mujeres.
"Psicológicamente es fatal porque estás esperando la llamada, y tarda. Era un poco desesperante. A veces llamábamos al hospital y decíamos: 'Por favor, tened en cuenta nuestra edad'. Pero claro, ante una pandemia, pues da igual, lo primero es lo primero y ya está".
Finalmente, ambas sobrepasaron la edad sin llegar a completar sus tres intentos. A diferencia de lo que ocurrió con otros trámites como pueden ser la renovación del DNI, a ellas no se les dio ninguna prórroga con motivo de una situación tan excepcional como fue la pandemia.
La doctora Crespo
Pese al revés en la Seguridad Social, Yolanda y Lidia seguían dispuestas a luchar por convertirse en madres. Participaron en un proyecto divulgativo que buscaba concienciar sobre la importancia de planear la maternidad, y así conocieron a la doctora Juana Crespo. "Habíamos oído hablar de la clínica Equipo Juana Crespo porque en Valencia ¿quién no ha oído hablar de ella? Y sobre todo si estás intentando ser madre. Es una de las mejores clínicas que hay".
Al hablar con ellas, la doctora Crespo, que tiene más de 30 años de experiencia en el campo de la reproducción humana, se interesó por su caso. "Su historia es la de muchas mujeres. Además, estábamos saliendo de la pandemia y te da tanta pena que en esos dos años haya mujeres que han perdido el tren... Me pareció bonito poderlas ayudar", cuenta Juana Crespo.
Se pusieron manos a la obra para ver cómo conseguir los embarazos y, después de los exámenes y analíticas previas, la doctora Crespo vio que la mejor opción era la ovodonación. Al superar ya los 40 años, tanto Lidia como Yolanda tenían muy baja la reserva ovárica, por lo que iba a ser muy difícil poder usar sus propios óvulos, como ya habían intentado en la sanidad pública.
Sin embargo, en la ovodonación se emplea tanto óvulos como esperma de donantes más jóvenes y se pone directamente el embrión en las futuras madres. Por lo general, ninguna comunidad autónoma ofrece este tratamiento en la sanidad pública. El problema es que, una vez pasados los 35 años, es complicado conseguir óvulos aptos.
"Para esas cosas te tienen que hablar muy claro por mucho que te duela. Juana Crespo fue muy clara. Nos dijo: 'Mirad, para que os pueda funcionar con vuestros propios óvulos os tendría que hacer como 70 y pico tratamientos", explica Yolanda.
Ella critica que, estando aún en la sanidad pública, le hacían mantener la esperanza, e incluso en el último ciclo le dijeron que le habían extraído óvulos de muy buena calidad. "Claro, tú tienes en la cabeza que con tus propios óvulos todavía puedes ser madre. No te lo dicen tan tajante de 'olvídate, tienes otras alternativas'. Mantienes la esperanza. Porque además, siempre tenemos el tema de la genética en la mente, que luego al final es una tontería, pero bueno".
Juana Crespo considera que el problema es que "al final los médicos de la Seguridad Social dan la cara de un sistema que no funciona. Al profesional sanitario le dicen: 'Mira, tú tienes presupuesto para hacer 600 ciclos con dos médicos, tres biólogos, 500 cánulas y 500 tratamientos'. Y claro, el médico sabe que a una mujer de 38 años la tiene que tratar ya y no en tres años, pero no tiene armas. Entonces le toca decirle: 'Esto es lo que hay. Tienes pocas posibilidades, pero nunca son nulas. Vamos a ver lo que podemos hacer'. La compasión es lo único que le puede dar en ese sentido a una mujer de 38 años".
Doble ovodonación
Con un plan en mente, la ovodonación, Yolanda y Lidia estaban dispuestas a quedarse embarazadas al mismo tiempo. La doctora Crespo consiguió lo que ella considera un hito en su carrera: sincronizar a la donante del óvulo, a Yolanda y a Lidia, para hacer la extracción del óvulo, inseminar los embriones y ponérselo a las futuras madres.
"Creo que es un hito porque poner a tres mujeres al mismo momento a ovular es superdifícil. Te lo dice alguien que lleva muchos años intentando sincronizar", cuenta risueña. "De verdad que conseguimos casi un hito porque gracias a que ovularan a la vez pude ponerles el mismo día un embrión a Lidia y otro a Yolanda. Fue un día superbonito. De alguna forma, compartíamos embriones, compartíamos sueños e ilusiones".
La siguiente alegría vino después, cuando Yolanda y Lidia dieron positivo. Después de años de intentos, las dos estaban embarazadas. "Fue un sueño", recuerda la doctora Crespo. Por desgracia, el embrión de Lidia no consiguió adherirse y lo perdió poco después.
La doctora Crespo explica que, el problema con los tratamientos de fertilidad, es que puedes tener un sistema reproductivo anatómicamente perfecto, pero "solo evalúas la función desde el fracaso".
"Yo puedo ver un ojo que sea perfecto, pero si ese ojo no ve, no funciona aunque sea anatómicamente perfecto. La cuestión es que evaluar la vista es muy sencillo, pero evaluar la función del útero es otra cosa. De hecho, en este caso anatómicamente las dos funcionaron bien. El útero fue receptivo, en las dos el embrión fue bueno. Pero la placentación en Lidia no fue buena. En el momento de enraizar empezó a sangrar porque su anatomía correcta tenía un útero probablemente más 'terroso' que el embrión no pudo invadir. Para nosotros es difícil evaluar eso con las armas que tenemos".
Yolanda recuerda ese momento con un sabor agridulce, ya que las dos estaban tristes por haber perdido uno de los embriones, pero a la vez mantenían la alegría por el otro embarazo.
"Al mismo tiempo que yo le oía el corazón a la que me habían puesto a mí, pues el de Lidia no se oía. Y eso fue con diez minutos de diferencia. Entonces fue muy duro, porque sí, tienes la ilusión de que uno va para adelante, pero siempre te queda… Sobre todo, que a ella le hacía mucha ilusión el hecho de estar embarazada. A mí me daba igual, yo solo quería ser madre. Pero bueno, fue cuestión de un par de semanas de llorarlo todo y tirar para adelante".
La cuenta atrás
Yolanda ya está de 36 semanas y, asegura, su embarazo ha ido fenomenal. La pareja espera con ilusión a una niña. "Preparadas estamos ya, así que venga cuando quiera", afirma.
Además, viéndolo todo con perspectiva, se han dado cuenta de que quizá era "un poco locura" que las dos hubiesen estado embarazadas a la vez. "Quieras que no, el embarazo no te permite hacer ciertas cosas y que tengas al lado a una persona que te ayude es importante. Pero nosotras deseábamos tanto ser madres, habíamos pasado por tanto, que cuando nos lo plantearon dijimos: de cabeza. No nos dimos la opción ni de llegar a casa o pensarlo. Conforme nos lo plantearon en la clínica dijimos que adelante".
"A veces la vida es más sabia que nosotras y mira, de uno en uno estará estupendo", agrega Juana Crespo.
No obstante, las futuras madres tienen pensado que Lidia haga otro tratamiento para tener otro hijo. "Hasta que no nazca la bebé que estamos esperando está todo en el aire. Es una decisión que tomaremos seguro cuando pasen un par de meses del nacimiento, pero en principio la idea es que sí".