Siempre que un bebé tiene dificultades en dormir y llora durante largos periodos de tiempo, las opiniones se dividen: unos defienden que tienen que cogerse en brazos para calmar su llanto y otros que debe dejarse llorar. Ahora un nuevo estudio rompe una lanza a favor de estos últimos y sugiere que los padres que dejan que los bebés lloren cuando se niegan a dormir no le hacen daño y pueden estar enseñándoles autocontrol.



Los defensores de la llamada "crianza con apego" argumentan que no responder con prontitud puede dañar el vínculo de un niño con sus padres. Sin embargo, un estudio que rastreó a casi 180 madres británicas descubrió que las que solían dejar llorar a sus bebés a menudo o de vez en cuando, desarrollaron relaciones tan buenas con sus hijos como aquellas que les cogian en cuanto rompían a llorar.



Dejar a los bebés llorar no tuvo un impacto aparente en su desarrollo emocional o cognitivo a los 18 meses. Las pruebas indicaron además que no había diferencias en el vínculo con sus madres ni en la concentración con la que realizaban sus tareas posteriormente. El único efecto reconocido fue que lloraban un poco menos a los 18 meses.



Los hallazgos podrían reivindicar a los autores de cuidado infantil, como Gina Ford, quien ha abogado por dejar que los bebés aprendan a tranquilizarse solos.



Los psicólogos detrás del estudio señalan que el largo debate sobre la crianza de los hijos es exagerado: no hay tanta diferencia entre los dos modelos. "Este estudio muestra que hemos hecho una montaña de un grano de arena", ha destacado Dieter Wolke, de la Universidad de Warwick, quien dirigió la investigación, publicada en el Journal of Child Psychology and Psychiatry.



"Hay muy poca diferencia: las madres que responden todo el tiempo al llanto de sus bebés no tienen hijos más unidos, ni con menos problemas de comportamiento. Los datos indican también que esas madres tampoc tienen más sensibilidad en sus interacciones con sus bebés".



Un dato curioso que revela el estudio es que las madres de mayores ingresos, con edades más elevadas y con más estudios son las que menos probabilidades tienen de permitir que sus hijos lloren.



En los primeros tres meses, los llantos de los bebés son impulsados biológicamente porque necesitan despertarse con frecuencia para alimentarse y aumentar su peso. "A los seis meses, muchos bebés pueden dormir toda la noche", explicó Wolke. "Aprender a calmarse es lo más importante para esto. Si la madre interviene cada vez que el bebé llora, es como hacer la tarea de un niño: no aprenderán".



El estudio siguió a 178 madres a las que se les hizo una encuesta durante la primera semana de su bebé y en algunos de los meses siguientes: el tercero, el sexto y el decimoctavo. Se les preguntó si dejaban a sus bebés llorando "nunca", "algunas veces" o "a menudo".



Las decisiones tomadas evolucionaron con el tiempo. Alrededor del 64% nunca dejó llorar a sus bebés siendo recién nacidos. Pero, a los 18 meses la cifra cayó a los 32%. El estudio concluyó que los bebés que lloraban varias veces en su primer mes de vida y a menudo a los tres meses, lloraban unos cinco minutos menos al día a los 18 meses.