Han sido dos días frenéticos, que han dejado imágenes para la posteridad y en los que la princesa heredera del trono holandés ha tenido un gran protagonismo.
Tras los actos de esta mañana, en los que Letizia y la esposa del rey Guillermo han dado visibilidad a la salud mental de los jóvenes y han disfrutado del cine español, llegó el momento de la despedida con una recepción en el Museo STRAAT de Ámsterdam. Máxima y la princesa Amalia han vuelto a dar una lección de estilo.
Con este evento en el que se inauguraba una exposición de diez muralistas españoles y holandeses se da por finalizado el viaje de Estado. La complicidad de las dos consortes ha quedado patente, no sólo porque tienen muchas cosas en común, también comparten experiencias personales e intereses iguales en sus labores institucionales.
En lo que no se parecen casi nada es en cuestiones de moda. Como ha sucedido desde que comenzó la visita, en este último encuentro ambas han dejado patente que cada una tiene su sentido propio de entender el estilo. Si por la mañana, la esposa de Guillermo elegía un conjunto empolvado con tocado que contrastaba con el look color block de Letizia, para la noche se ha decantado por un maravilloso diseño con brillo y lazada XL. Mientras, la esposa de Felipe VI sorprendía con una sofisticada creación de Mohamed Benchellal, mucho más vanguardista.
Máxima echaba mano de su armario y rescataba un conjunto de largo midi y patrón entallado. El efecto de escamas del tejido y el accesorio del lateral le daban un toque de teatralidad. Se trata de un diseño de Jan Taminiau, el mismo autor de su vestido de gala en el banquete del miércoles 17.
También han llamado la atención sus pendientes plateados de gran tamaño, como a ella le gustan, a juego con el adorno de su recogido. El outfit lo completaban unos salones en color nude de Gianvito Rossi, los mismos que llevaba por la mañana en los dos actos oficiales que ha protagonizado con Letizia.
En cuanto a Amalia, que repetía acto público junto a sus padres y los monarcas españoles, ha lucido un vestido verde satinado de largo tres cuartos, sencillo pero con un corte muy favorecedor. El toque brillante que merecía la ocasión lo ha puesto en los accesorios: unas sandalias doradas y un pequeño bolso a juego de aire retro. Por cierto, que la princesa tiene algo en común con la reina española: ambas prefieren no llevar medias aunque haga frío.
Este evento en el que han inaugurado una exposición de diez muralistas españoles y holandeses pone el punto final al viaje de Estado, que ha estado repleto de momentos emotivos y mágicos, confirmando que las relaciones entre la Casa Real y los Orange-Nassau es muy especial. También para la heredera al trono, que ha estado viviendo en Madrid y ha contado con la protección y el cariño de Felipe VI.