La Princesa de Asturias es la heredera al trono español y cuando Felipe VI deje su cargo, ya sea por abdicación, por muerte o por cualquier otra razón, se convertirá en Leonor I de España. Será la primera reina reinante en más de dos siglos y la habrán sucedido en el trono 24 monarcas: 21 hombres y tres mujeres.
¿Por qué esa diferencia entre géneros? La explicación es la siguiente: en España no hay ley sálica como tal (que impide el acceso al trono a las mujeres), pero sí otro tipo de norma que limita su presencia al frente de la Monarquía. En el caso de la primogénita de los actuales Reyes, el puesto número 1 en la línea de sucesión está asegurado no por ser la hija mayor, sino por no tener hermanos varones. Ahí radica el quid de la cuestión: la norma que rige en nuestro país establece la prevalencia de los hombres en cuestiones dinásticas.
Es precisamente esa norma la que convirtió a Felipe VI en rey, pese a ser el hijo pequeño de los eméritos Juan Carlos I y Sofía. Así pues, en el caso que Letizia hubiera dado a luz a un niño este sería el heredero y, por tanto, el que ostentaría el título de Príncipe de Asturias. Para haberlo evitado, sería necesario reformar la Constitución y su artículo 57, donde se establece el orden. Quizá sea una cuestión pendiente para eliminar vestigios poco igualitarios de la Carta Magna.
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Actualmente, la línea de sucesión en España se articula de la siguiente manera. Tras Leonor, la segunda es la infanta Sofía y seguidamente vienen la infanta Elena, sus hijos, la infanta Cristina y sus cuatro descendientes. Así están las cosas, pero ¿qué hubiera pasado si esa ley que establece la prevalencia masculina no hubiera existido y si permitiera reinar a las mujeres? Los resultados de cómo hubiera quedado la monarquía son sorprendentes, con invitadas inesperadas.
Antes de nada, un poco de contexto histórico. Fue Felipe V quien quiso instaurar la ley sálica en España, imitando a Francia, pero no obtuvo el respaldo de las Cortes, así que en 1713 promulgó una norma parecida, denominada Ley de Agnación Rigorosa o de Sucesión Fundamental, que sólo permitía reinar a las mujeres en el caso de que no hubiera varones en la línea principal ni lateral. Es decir, si los Reyes no tenían hijos, ni hermanos, ni sobrinos. En resumen, prácticamente estaban vetadas al trono.
Y así se fueron sucediendo los monarcas hasta que en 1830, Fernando VII decidió asegurar el acceso al trono de su hija Isabel y derogó la ley sucesoria vigente a través de la llamada Pragmática Sanción Real para volver a las normas sucesorias establecidas por el código de las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio, que permitían reinar a las mujeres si no tenían hermanos varones. Algo se avanzaba, ya que el resto de parientes cercanos perdían su prevalencia. Esto hizo que el hermano del Rey, el infante don Carlos, legítimo aspirante a portar la corona, iniciara una lucha para defender su puesto: son las guerras Carlistas. En la actualidad, esa preferencia del hombre sobre la mujer sigue presente.
De no haber existido la norma, nada sería lo mismo en la monarquía española. Nos remontamos a Alfonso XIII, que tuvo nada menos que siete hijos, cinco varones y dos hijas. El primerorenunció al trono para casarse con una artista, el segundo era sordo, la tercera era mujer, el cuarto nació muerto, la quinta también era mujer, y el sexto finalmente fue quien heredó el título por sorpresa. Hablamos de don Juan, el padre de Juan Carlos I. El duque de Barcelona nunca llegó a reinar, pues renunció a sus derechos dinásticos en favor de su primogénito, el actual Emérito.
Alessandro Lequio y... ¿Ana Obregón?
Por orden de nacimiento, tras el descarte de los dos primeros descendientes, la heredera de Alfonso XIII debería de haber sido Beatriz de Borbón. La infanta se casó con un príncipe italiano llamado Alessandro de Torlonia y tuvieron cuatro hijos. La mayor y por tanto sucesora se llamaba Alessandra que acabaría contrayendo matrimonio con otro italiano, conde para más señas, con un apellido de sobra conocido en el mundo del corazón: Lequio. En efecto, hablamos de los padres de Alessandro Lequio, que siguiendo con esta imaginaria línea dinástica, hubiera sido rey de España y, por tanto, como reinas consortes hubieramos tenido primero a la polémica Antonia Dell'Atte y luego a Ana Obregón.
Puestos a fabular, tras el conde, sus dos hijos, Clemente y Álex, serían sus sucesores. Al morir el segundo a causa de un terrible cáncer en 2020, es la pequeña Anita, hija póstuna del joven que nació mediante gestación subrogada el pasado mes de marzo, la que ocuparía su puesto en el camino al trono. ¡Incluso Ana Obregón podría haber sido regente en esta disparatada invención histórica! Nada de esto es real y probablemente de habérsele permitido a las mujeres reinar, la vida de todos estos protagonistas en la sombra quizá hubiera sido radicalmente diferente, atendiendo a su puesto en la institución. A buen seguro ubieran tenido otras uniones matrimoniales y su descendencia sería distinta.
Sin ir tan atrás, en el caso de que cuando Juan Carlos I subió al trono en 1975 se hubiera cambiado esa ley de Agnación Rigorosa, sería la infanta Elena quien le hubiera sucedido cuando decidió abdicar. Detrás de ella, sus dos hijos, Froilán y Victoria Federica, seguidos de la infanta Cristina y sus cuatro vástagos. Felipe VI y su primogénita, Leonor, hubieran quedado muy atrás en la lista y hubiera sido dificil que llegaran a convertirse en jefes de Estado del país.