Sara García y Carolina Marín, juntas por primera vez y sin límites: "Es un orgullo que nuestra historia pueda servir e inspirar a otras"
Sara García (León, 1989) y Carolina Marín (Huelva, 1993) son líderes y pioneras, dos mujeres que se alzan como símbolos de un presente que respira fuerza. El set en el que tiene lugar el shooting para el Bookazine de Magas poco se parece al espacio exterior o a una pista de bádminton, pero la astronauta y la deportista se mueven en perfecta armonía, como dos rapidísimos peces en un mar de flashes, zapatos de tacón y complementos de lujo. En la sesión de fotos no hay más que buenas palabras de la una para la otra, máximo respeto, delicadeza y cariño.
“Oye, estás guapísima”, le dice la onubense a la leonesa con la determinación de quien ha conquistado el mundo con su juego feroz, dejándose la piel golpeando volantes. “¿De verdad? ¡Guapa estás tú!”, responde la bióloga con su profunda mirada anclada en el objetivo de la cámara y un poco en las estrellas, desafiando la gravedad, como cantarían las protagonistas de la popularísima Wicked. “¿Podemos ver las fotos?”, pregunta Marín, que lleva una camisa nívea de cuello italiano, un cinturón joya y una falda lápiz: “Pero también quiero alguna sonriendo, que para eso tengo los dientes bonitos”, remata con su arte andaluz mientras analiza las instantáneas.

Sara García Alonso es licenciada en Biotecnología por la Universidad de León y tiene un Máster en Biomedicina. En noviembre de 2022 fue seleccionada, entre 23.000 aspirantes, por la Agencia Espacial Europea en calidad de reserva, convirtiéndose en la primera mujer española candidata a astronauta. “Es mi sueño fusionar mis dos pasiones: trasladar investigaciones en biomedicina al espacio y, de alguna manera, contribuir a una misión científica”, afirma. Su selección representa un paso más que importante para España en el ámbito espacial.
Trabaja en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, donde lidera un proyecto para descubrir nuevos fármacos contra el cáncer de pulmón y de páncreas. Además de su carrera científica, es una apasionada del deporte y la aviación. En enero publicó un libro, Órbitas, su ópera prima.
Carolina Marín es jugadora de bádminton, considerada una de las mejores de la historia. Tres veces campeona del mundo, es conocida por su arrojo y su velocidad en la cancha. En los Juegos Olímpicos de Río 2016, logró ser la primera jugadora no asiática en ganar el oro en bádminton individual femenino. Ha sido clave en la popularización de este deporte en nuestro país. “En Estados Unidos, las empresas pequeñas apoyan deportes minoritarios y que apenas se conocen. Me da mucha envidia eso”, declara.

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Sara, usted es una superheroína en España y en todo el mundo y una inspiración para muchas niñas y mujeres. ¿Pesa más esa responsabilidad que la fuerza de la gravedad?
(Ríe) Me lo estoy empezando a cuestionar realmente. Sí que es una responsabilidad en el momento en el que te conviertes en una especie de role model para futuras generaciones porque quieres estar a la altura, pero al mismo tiempo es un orgullo que tu historia pueda inspirar o servir de algo. Lo llevo con cautela y con mucha responsabilidad, pero con mucho orgullo.


Hace unos meses se publicó una encuesta en la que se demostraba que su nombramiento por la Agencia Espacial Europea para la nueva promoción de astronautas inspiró al 1,7% de niños y niñas, que se planteaba su profesión para el futuro. ¿Qué quería ser usted de mayor?
Muchísimas cosas. Lo cuento en mi libro, que lo que yo quería era explorar, aprender, avanzar en el conocimiento y que, de alguna forma, eso sirviera para mejorar el mundo.
¿Quién la inspiraba?
Nadie en particular y todo el mundo en general. Bebo de muchas fuentes y me nutro de todo lo que me ayuda a aprender lecciones. Entonces, me inspiraba la gente valiente, con calidad como ser humano, que ayudaba a los demás, que buscaba cambiar las cosas. Si me preguntas por nombres y apellidos ya me resulta más difícil.
El 11 de febrero se celebra el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia. ¿Qué mensaje le podemos enviar a esas niñas para que sepan que en la ciencia, y en todos los ámbitos que se propongan, hay un hueco para ellas y además se las espera?
Que las carreras científicas, y casi cualquier carrera en general, no entienden de sexos y que muchas veces somos nosotras las que nos ponemos los límites, las que no nos atrevemos a dar un paso. Les diría que si hay algo que las motiva, que no se frenen, que se atrevan a intentarlo porque, además, cometiendo errores es como se aprende lecciones. Esto no es en absoluto sinónimo de fracasar, sino de evolucionar y de avanzar.
¿Qué errores en la vida le han hecho aprender?
Las cosas que haces, sobre todo las primeras veces, nunca salen bien a la primera: te caes, te haces daño psicológica y físicamente, pero si aprendes y tienes la mente abierta y absorbes, sales reforzado.
“Invertirenexploraciónespacialesavanzarenconocimientoytecnologíaquemejorarálavidadelagente”.- Sara García

La historia de la ciencia en España ya no se puede escribir sin su nombre. ¿A dónde quiere llegar? ¿El límite es el cielo, como la película de Edward H. Griffith, de 1943?
Ahora con el tema de los astronautas ya ni el cielo es el límite. Hay que ir un pasito más allá. Lo que me gustaría realmente es fusionar esas dos pasiones que tengo y poder trasladar las investigaciones en biomedicina en un contexto de una exploración espacial. Una misión promovida por nuestro Ministerio de Ciencia, por nuestro país, que realmente demuestre que con las ideas que tenemos en los centros de investigación de España, con nuestra tecnología, podemos avanzar en el conocimiento. Y que eso repercuta en mejores tratamientos y opciones para la gente.
En el último Día Mundial contra el Cáncer, la reina Letizia dijo que su palabra favorita era “prevención”. Si usted tuviera que decir al mundo un hábito que tengamos normalizado y que debamos erradicar para prevenir el cáncer, ¿cuál sería?
El tabaco. Sin duda es lo que más relacionado está con el cáncer. Es algo que deberíamos erradicar cuanto antes, pero realmente lo que mejor podemos hacer para evitar no solo el cáncer, sino minimizar las enfermedades, es llevar una vida sana en el sentido de practicar actividad física, comer variado, ser activos y estar bien a nivel psicológico. Hay que hacer aquellas cosas que nos hagan sentir bien. Eso, al final, ayuda.


¿Qué opinión le merece el papel de Elon Musk en el plano de su profesión y como aliado de Donald Trump? Parece que tienen muchos planes juntos para los próximos cuatro años.
Sí, desde luego. Voy a hablarte más de SpaceX, la compañía. Es clave en el sector espacial, no solo privado, sino a nivel público. Tanto la NASA como la Agencia Espacial Europea utilizan los lanzadores de SpaceX para poner en órbita satélites y astronautas. La colaboración público-privada en el sector espacial es una realidad y SpaceX es un actor clave. Y, de hecho, los hitos de ingeniería aeroespacial que ha logrado están marcando una revolución.

Sara García: “No somos americanos, europeos o rusos, los astronautas somos la Humanidad”
A partir de ahí, tiene que haber una regulación. No todo vale, y los intereses personales lucrativos de ciertas personas deben estar supeditados a una buena regulación, porque la exploración espacial siempre ha de ir en beneficio de la humanidad y del avance en el conocimiento, no de otros fines.
Carolina, ¿usted buscó al bádminton o el bádminton a usted?
Yo busqué al bádminton.
¿Recuerda el día en el que decidió empezar en este deporte?
No el día exacto, pero tenía ocho años y una compañera del colegio, con la que iba a clases de flamenco, me propuso ir al polideportivo a jugar al bádminton. No tenía ni idea de qué era, pero fui. Y allí descubrí este deporte.
Dicen que la verdadera personalidad de alguien sale cuando conduce. ¿Es usted en la pista como en la vida?
Te diría que sí y no. En la pista soy una persona seria, focalizada en mis objetivos y mis sueños. Fuera de ella, cuando se cierra la puerta del pabellón de bádminton, soy extrovertida, me encanta reírme y disfrutar con mi familia y amigos.

¿Cuáles son los rasgos de liderazgo de una mujer?
La mujer destaca en muchas facetas. Tenemos un gran espíritu de sacrificio y esfuerzo. Es una pregunta muy amplia. No hay nada seguro, pero si me comparas con Rafa Nadal, por ejemplo, hay diferencias: además del género, el tenis es más popular que el bádminton.
Hablando de Nadal, ¿qué opina de sus declaraciones sobre la brecha salarial en el tenis cuando dijo que hombres y mujeres no debían ganar igual? ¿Ha sentido desigualdad en su deporte?
En el bádminton no hay desigualdad salarial, además de que yo juego en categoría individual femenina y también existe el dobles mixto. Pero, por ejemplo, hay un jugador danés que aún no había ganado tantos premios como yo, siendo yo ya campeona olímpica, y seguramente haya cobrado más, por ser hombre y porque en Dinamarca el bádminton es más popular que en España. La rival india a la que gané en Río, en 2016, recibió ocho millones de dólares, un terreno, tres miembros de seguridad en la puerta de su casa y hasta dos vacas sagradas.
¿Usted ha amasado ocho millones de dólares con el bádminton?
¡No! (Ríe)
Carolina, ¿se considera feminista?
Me considero una mujer que quiere lo mejor para las mujeres y que lucha por la igualdad. Pero también creo que hay situaciones en las que no hay equidad, por ejemplo, en algunas separaciones, donde los hijos suelen quedarse con la madre, aunque haya casos en los que un padre podría cuidarlos mejor. No me gusta comparar, pero en deporte, por ejemplo, la mujer hoy en día está dando más títulos que el hombre. Son datos. Sigue habiendo diferencia. Las mujeres hacemos el sacrificio y no se nos da la misma visibilidad que al hombre: patrocinadores, medios de comunicación...
Y usted, Sara, ¿es feminista?
Es que no concibo no serlo. Es que para mí el machismo es algo intrínsecamente malo. Y el feminismo, en el sentido de igualdad de oportunidades para hombres y mujeres, no solo es intrínsecamente bueno, sino que es lo lógico. No concibo otra cosa. Pero es verdad que al final se le acaban dando matices y se acaba asociando términos a ideologías y se pierde el foco de lo realmente importante.
Sabemos que el machismo impera en muchos sectores profesionales, ¿pero miran con superioridad los hombres a las mujeres en un ámbito tan peculiar como el suyo?
Está cambiando la tendencia. Todos somos profesionales que hemos pasado el mismo proceso, las mismas pruebas y nos respetamos mucho unos a otros. Nunca me podría imaginar un comportamiento machista. Dicho lo cual, hemos crecido en una sociedad heteropatriarcal y muy machista. Y al final la forma en la que crecemos y nos educan, todos esos inputs que recibimos, nos afectan y tenemos sesgos y tenemos prejuicios, incluso aunque objetivamente no queramos defender esa postura porque sabemos que es errónea. Todos podemos caer en prejuicios. Y lo que creo es que en las siguientes generaciones, la igualdad empezará a calar mucho más, hasta el punto de que lo asumamos como algo normal. Igual que ahora mismo no podemos concebir la esclavitud, por ponerte un ejemplo exagerado, espero que llegue un momento en el que no podamos concebir que las mujeres se consideren menos que el hombre. A nivel científico, en mi caso particular, no me he encontrado tampoco demasiadas dificultades porque en ningún momento he permitido que el hecho de ser mujer me frene ante nada. Ni siquiera lo concebía o formaba parte de la ecuación. Ahora bien, estamos en un mundo en el que hay ciertos prejuicios y sí que te encuentras con algunas trabas, con comportamientos desiguales para con mis compañeros científicos.
¿Le viene a la mente algún momento incómodo en ese sentido?
Quizá que se presuponga que algunas ideas o algunas autorías son de mi compañero hombre en lugar de mías, pero yo creo que en mi caso particular no me he enfrentado a muchas de estas situaciones.
Carolina dice que a los ocho años pero, ¿usted recuerda el día en el que decidió ser astronauta?
Sí, sí lo recuerdo. Recuerdo cuando salió la oferta de trabajo y cuando empecé a indagar un poco en ella. Y cuando descubrí que no solo cumplía los requisitos, sino que la propia oferta encajaba muy bien con lo que yo quería. Y ahí es donde decidí intentarlo con toda mi ilusión, aunque no con demasiadas esperanzas, porque siempre he manejado bastante bien las expectativas y las probabilidades eran extremadamente bajas.

La pregunta del millón: ¿qué hay que hacer para ser astronauta?
De entrada, tiene que haber una oferta de trabajo, que es casi lo más difícil porque solamente se abre más o menos cada 15 años y se contratan a cuatro o cinco personas.
O sea, es la peor de las oposiciones, ¿no? Ni abogacía del Estado, ni notaría: astronauta.
Esta es más complicada, sí. Ese es el primer paso. Se tiene que dar una oportunidad que puede que no te pille en el momento adecuado. En mi caso sí que se dio en ese momento. Es un tren que probablemente sólo pase una vez en la vida y yo decidí subirme, pero no sabía si me iba a bajar en la siguiente parada, iba a aguantar tres o cuatro o iba a llegar a término.
Mucha gente piensa que hay personas en el mundo que están muriendo de hambre y que los Gobiernos gastan millones y millones en enviarles al espacio. ¿Qué les diría?
Que no se gasta dinero en ir al espacio, se invierte en exploración espacial y en tecnología. Les diría que ahora mismo el sector espacial está viviendo una revolución similar a internet: nos impacta absolutamente todo. Que tú estés utilizando este teléfono móvil y ese ordenador depende de satélites que están en el espacio. Entonces, invertir en exploración espacial implica invertir en avanzar en el conocimiento con el único fin de conseguir tecnología y avances que mejoren la vida de la gente que está en la Tierra.
¿En qué puede ayudar llegar a la Luna o a Marte al desarrollo de la tecnología en la Tierra? ¿Avances en la ciencia? ¿La cura de alguna enfermedad?
Un ejemplo muy paradigmático, que es lo que se lleva haciendo durante décadas, es el de los avances vinculados con el envejecimiento. Un astronauta en una misión de seis meses sufre procesos fisiológicos similares a los que nos ocurren a los seres humanos cuando nos hacemos mayores. Hay degeneración ósea, osteoporosis, degeneración muscular, problemas cognitivos, problemas de visión, de cataratas... Estudiando por qué ocurren esos fenómenos físicos podemos revertirlos. Y, de hecho, gracias a estudios que se han llevado a cabo en astronautas, precisamente, se han encontrado mejoras para aplicar a la osteoporosis en temas de rehabilitación de personas mayores. También temas de nuevos tratamientos contra el cáncer, como una inyección en lugar de tener que estar cinco horas recibiendo quimioterapia... Las aplicaciones son infinitas. El problema es que esa información no está llegando a la gente que está aquí, por eso yo también estoy haciendo esa labor divulgativa de compartirlo y de comunicarlo.




¿Cuál es el sacrificio personal más duro al que ha tenido que enfrentarse para luchar por este sueño?
Yo no he sacrificado nada. Yo tomo decisiones y veo cómo quiero gestionar mi tiempo. Soy una persona comprometida y disciplinada y si he decidido que le quiero dedicar esfuerzo a prepararme para algo, a entrenar; no lo sacrifico, lo invierto en eso y siempre intento encontrar la forma de compaginar ese tiempo que decido utilizar para perseguir un proyecto con mi tiempo personal, tiempo de ocio, tiempo para estar bien, tiempo para estar con mi familia, con mi pareja, con mis amigos, porque para mí es igual de importante y nunca sacrificaría eso en pro de otras cosas.
¿Y en su caso, Carolina?
Mi sacrificio personal más duro ha sido siempre tener a mi familia lejos y empezar una nueva vida en Madrid, siendo una niña, con solo 14 años.
¿Cómo fueron aquellos primeros días?
Los recuerdo con ilusión, porque recibir la oportunidad de entrenar en el Centro de Alto Rendimiento fue algo muy especial. Mis padres lo llevaron peor: yo era su única hija, en Madrid no teníamos familia… Al menos durante los dos primeros años, volvía a casa una vez al mes para estar con ellos. Pero yo lo llevé bien.
“Lamujereneldeporte,hoyendía,estádandomástítulosqueelhombre.Sondatos”.- Carolina Marín

Carolina, si le digo Río 2016, ¿qué me dice?
Campeona olímpica, medalla de oro, el mejor momento con mi equipo y mi familia.
¿Qué se aprende de la victoria?
Mucho, aunque depende de cómo la analices: mejorar lo trabajado, aprender de los errores y compartir la alegría con los tuyos. Eso es muy bonito.
Si le digo París 2024, ¿qué me dice?
Uf, ahí te puedo decir tantas cosas… Un camino duro y tedioso, con un final muy frustrante.
¿Qué se aprende de la derrota?
(Ríe) ¿De la derrota? ¡Mucho! Iba a por mi segunda medalla de oro y gané la medalla del cariño de España y del mundo.
Usted ganó el Premio Princesa de Asturias de los Deportes 2024 el pasado octubre. ¿Cómo vivió esos días en Oviedo?
Hasta que no estás allí, no imaginas la magnitud de todo lo que engloba.
¿Algún recuerdo con la Familia Real?
Me dieron mucho cariño, me preguntaron por la lesión de la rodilla, me transmitieron amor y mucho apoyo. Cuando la princesa Leonor me entregó el diploma y el público se puso en pie en el teatro Campoamor -todavía se me pone el vello de punta-, pensé en mi papá. Se lo dediqué a él.

¿Cómo le ha cambiado la muerte de su padre?
Mentalmente, mucho. Me ha hecho valorar la vida. No somos conscientes de lo que tenemos hasta que lo perdemos.
Ha dicho en la sesión de fotos que siempre lleva una medalla de la virgen del Rocío. ¿Vivió una crisis de fe tras el fallecimiento de su padre?
Yo soy creyente no practicante. No rezo en mi día a día, pero siempre me ha encantado la virgen del Rocío. Las cenizas de mi padre están esparcidas en la aldea y cuando voy, doy las gracias. Siento una conexión muy fuerte con él.
Usted es líder y pionera y ha logrado lo más alto en el deporte español. ¿Le queda algún sueño por cumplir?
¿Personalmente? Me gustaría ser mamá en un futuro. Ese sería uno de mis mayores sueños.
¿Pronto?
No lo sé. Obviamente, el mes que viene te digo ya que no (ríe). Ahora mismo estoy centrada en recuperarme de la rodilla y darme otra oportunidad para jugar al bádminton. Lo de ser madre vendrá una vez que decida colgar la raqueta.
Por su parte, Sara: biología, investigación, su casi incursión en el espacio, charlas, un libro... ¿Algún sueño por cumplir?
Sí, uno muy, muy evidente, además, que consiste en fusionar mis dos pasiones: trasladar investigaciones en biomedicina al espacio y contribuir a una misión científica.
¿Eso tiene una fecha a corto plazo?
Si dependiera de mí te diría que mañana, pero es complejo. Los astronautas de la NASA tienen prioridad. Los de carrera de la ESA tienen que encajar esos vuelos en misiones de larga duración. Y los que estamos en la reserva... hay que encontrar la oportunidad para construir una misión de 15 o 20 días para ir al espacio. Está sobre la mesa. Hay voluntad, hay interés. ¿Quién sabe?
Y en cada fotografía a Sara García y Carolina Marín, en cada sonrisa compartida, queda inmortalizado más que un poderoso mensaje, toda una declaración: que se puede llegar tan lejos como la pasión lo dicte; bien en una cancha, bien en el universo.
El límite, en este caso, no es el cielo. La astronauta y la deportista no solo representan el rango más alto en la ciencia y el deporte, sino un ejemplo de cómo caminar para que otras puedan correr.
Nota de color
Maquillaje por YSL Beauty: barra de labios Rouge Volupté Shine, base de maquillaje All Hours, lápiz corrector iluminador Touche Éclat, máscara de pestañas Lash Clash, colorete Couture Blush.
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