María Adánez, de 'Aquí no hay quien viva' al escenario: "Me metí en el teatro a ponérmelo difícil, a tocar el drama"
La madrileña cuenta en 'Arréglate que nos vamos' cómo la maternidad, la pérdida de su padre e interpretar 'Salomé' la transformaron.
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"Si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle, no pediría dinero, sino que pediría medio pan y un libro". Con esta frase del poeta Federico García Lorca, Cruz Sánchez de Lara, vicepresidenta ejecutiva de EL ESPAÑOL, y Charo Izquierdo, directora de Enclave ODS, empiezan el nuevo episodio de Arréglate que nos vamos, que tiene como protagonista a María Adánez.
La actriz sabe de textos, de esos que gusta leer e interpretar, y pese a que confiesa que una espinita que tiene clavada es no haber hecho el papel de la novia en Bodas de Sangre, de Lorca, toda una generación ha crecido junto a ella en Farmacia de guardia, La que se avecina, Aquí no hay quien viva… "Te tenemos muy vista, en el buen sentido de la palabra", irrumpe Charo Izquierdo, quien deja claro que no es necesaria una presentación formal de la invitada.
María Adánez (Madrid, 1976) debutó con cinco años en el cine con la película Mar Brava, de Angelino Fons. "Sentí que era mi lugar". "Entonces se rodaban ocho horas, fue en Cudillero, en Asturias, y recuerdo a mi madre decir al acabar 'venga María que nos vamos' y yo diciéndole '¿ya?'". Era una niña metiéndose en una profesión de gente adulta, pero era vocación. "Ahí estabas tú, como pez en el agua", afirma Charo Izquierdo.
A sus 49 años, Adánez cuenta con 43 años de vida laboral, "me podría jubilar" dice. Y no le falta razón. Todos estos años ha vivido ligada al trabajo, solo hizo un parón de tres para ser mamá: "Me lo pude permitir".
Actuar y dirigir
La pasión de María Adánez por la interpretación la ha llevado, incluso, a ocupar un puesto detrás de la cámara como directora. "Mi padre falleció. Soy la pequeña de tres hermanas, él estaba solo y, cuando descubrimos que había fallecido, habían pasado varios días. Fue una historia muy triste", admite la actriz.
"Uno no está preparado para la muerte de un padre y de una madre, fue un ejercicio a priori absolutamente terapéutico. Me puse a escribir, no para ser directora, necesité escribir para mí", confiesa. La escritura es algo que siempre le gustó y a través de ella todo empezó a coger forma: "Me salía esa familia, esas hermanas, el día que el padre fallece, las cenizas…".
Sin embargo, las dudas existían y Santiago Ramos fue quien le dijo que siguiera escribiendo. "Mi padre no se dedicaba a este oficio, pero era un gran cinéfilo, nos dejó no sé cuantas películas en casa y pensé hacerle un homenaje. Y así fue".
El sentimiento que transmite despierta la inquietud de la pregunta en Charo Izquierdo, quien incide: "¿Y no vas a seguir?". "La vida me ha llevado por otros derroteros. Al final uno va aprendiendo que tú tienes unos planes, pero la vida siempre va por encima de ti", sentencia Adánez.
Cruz Sánchez de Lara confirma que "eso son asignaturas pendientes". "De repente parece que todo está ordenado y te desmoronas. Es importante que compartamos lo fácil que se ve con perspectiva, y al final cuando estás ahí dentro nos vemos en lo más profundo", puntualiza.
La maternidad
En redes, se describe como "a veces mamá, a veces actriz" y Charo pregunta, "¿El de mamá es el papel que más te ha costado, pero que más disfrutas?". Sin atisbo de duda, "es el más difícil porque no tengo guion, no hay libro de instrucciones".
Para Adánez, "la maternidad se afronta como sea. Es el reto más importante y más difícil de mi vida". Ella siempre ha querido ser madre, pero "por H o por B, la vida te dice, pues mira, lo vas a tener con 45 años".
En perspectiva, es algo que no cambiaría. "Tengo mucha energía, con lo cual ahí mi hijo todavía no me ha pillado, porque es una paliza gigante ser madre, pero no cambio la cabeza de mis 45 por la de los 25", reflexiona. Cruz Sánchez de Lara, quien fue madre a sus 25, le da la razón. "Tú tienes mejor cabeza con tu hijo, y yo tenía mejor espalda para dormirlo", bromea.
Dentro y fuera del teatro
María Adánez es más que actriz. "Soy la persona más normal del mundo", declara. "Me levanto todos los días a las siete y antes de despertar a mi hijo, me hago un té, pongo las noticias, leo lo que pasa en el mundo. Despierto a Claudio, le visto, le llevo a la ruta del autobús y normalmente, si me puedo quedar en mi casa, limpio, voy a la compra… me encanta cocinar y leer. Si puedo no salir a ningún sitio, mejor", detalla su rutina diaria.
Pero como apunta Cruz Sánchez de Lara, todo esto solo acontece "hasta que llega el momento de ir al teatro". Porque María se encuentra girando con La gramática, una obra en la que interpreta a una limpiadora de la Real Academia Española que, de repente, se vuelve una erudita que no puede dejar de corregir errores.
"Ahí empieza el problema", señala la actriz. Su personaje desarrolla una especie de TOC y todos se alejan de ella porque "es una pesada". Aislada del mundo, acude a terapia, "ella lo que quiere es volver a ser normal, desea hablar mal", resume Adánez.
La obra hace reflexionar desde el humor sobre cómo somos lo que hablamos, "el lenguaje es del pueblo. Todo lo que está pasando ahora determinará, con el paso del tiempo, la lengua que hablarán en futuras generaciones".
Una actriz completa
Pese a hacerse reconocida en la pequeña y gran pantalla, María Adánez se hizo actriz en el teatro. "Me he dado cuenta de la trascendencia que tiene a nivel personal y como actriz", confiesa. Ella, que comenzó haciendo mucha comedia, recibió el consejo de Verónica Forqué: "Tendrás que hacer de prostituta, de mujer alcohólica, de algo muy duro para que te valoren como actriz y te den un Goya". Y se metió de cabeza para seguir creciendo.
"Me adentré en el teatro a ponérmelo difícil, a tocar el drama, a ser una actriz más completa". Ella, que gozaba de la popularidad de Aquí no hay quien viva, audicionó delante de Miguel Narros para interpretar a Salomé, de Oscar Wilde. "Afortunadamente no tenía prejuicios", y años más tarde, grandes de este mundo "le han dado la razón", reconoce Adánez.