Julissa Reynoso, exembajadora de EEUU en España, apoya a Kamala Harris: “No asumamos que los trumpistas están mal de la cabeza”
“Kamala Harris es noble y comprometida. No diría alegre porque suena frívolo. Ve lo positivo de la sociedad americana”
Julissa Reynoso Pantaleón (Salcedo, 1975) renunció a su cargo como embajadora de Estados Unidos en España y Andorra para colaborar en la campaña electoral americana y retomar su actividad profesional como abogada y socia de la firma Winston & Strawn.
Es un ejemplo del dinamismo social de este país al que está profundamente agradecida. Nació en República Dominicana, con siete años llegó al Bronx para reunirse con sus padres emigrantes y allí descubrió que tenía una hermana pequeña. Gracias a distintas becas, algunas de integración de las minorías, pudo estudiar en Harvard, Cambridge y Columbia.
Involucrada en temas sociales desde muy joven y miembro del partido demócrata, Hillary Clinton la fichó cuando era Secretaria de Estado. Luego trabajó con Biden y fue jefa de gabinete de Jill Biden. Fue precisamente Kamala Harris quien le tomó juramento en su nombramiento como embajadora. Durante esta etapa, ha promovido la inversión de empresas españolas en Estados Unidos, con lo que ha logrado cifras récord.
Traje y camisa de Mirto
Entrevistamos a Julissa Reynoso en una visita relámpago a Madrid. Se ha comprado un piso y planea venir una vez al mes. Su agenda rebosa de reuniones y actos: cena y discurso institucional esta noche, puesta de largo de su firma de abogados en España mañana, pasado a Londres, al otro a Madrid y de vuelta a Nueva York.
Un imprevisto familiar le ha trastocado el día. Llega disculpándose con mucho retraso. Solo dispone de media hora de las casi dos pactadas. Empiezan las prisas y voy preguntándole en el vestíbulo del hotel.
El ascensor parece el camarote de los hermanos Marx, Julissa, el equipo de Magas y el de su agencia de comunicación. Continuamos en su habitación. Viaja ligera de equipaje. Entre cambio de ropa, maquillaje y foto, sigo preguntando. Cuando parecía que estábamos terminando, aparece otra persona más: un americano alto con traje. Julissa lo saluda con simpatía y naturalidad. Él parece que tampoco se inmuta al verla descalza en medio del pasillo posando. Ha venido a recogerla para ir a la cena donde tiene que dar un discurso. “Bajo en 15 minutos”, le dice ella en inglés. “No olvides ponerte los zapatos”, contesta él.
Julissa es integradora, busca una solución y no un problema. Inteligente, rápida, bromista, inalterable ante el caos. En la hora de entrevista, no pierde en ningún momento el hilo ni el buen humor. Dejó momentos memorables.
Usted dejó el pasado julio el cargo de embajadora para poder ayudar en la campaña electoral.
Lo dejé por varias razones. Soy abogada, quería volver al sector privado y reincorporarme a mi despacho. Llevaba ya casi cuatro años en el gobierno (dos y medio como embajadora). Hice toda la transición del presidente Trump a Biden y trabajé en la Casa Blanca más de un año. Era hora de volver a mi mundo, pero también quería ayudar en la campaña. Las reglas éticas de la embajada impiden hacer política.
¿Cómo ayuda en la campaña?
Soy una de las surrogates (personas que hablan públicamente a favor de un candidato). Asesoro en temas de políticas públicas y durante la Convención Demócrata en Chicago me encargué de la comunicación con la prensa latinoamericana. Y también, como cada buen soldado del partido, ayudo con financiación y a conseguir votos.
Tiene una agenda que arde. ¿Qué le ocupa más tiempo ahora?
Arreglar la casa [suelta una carcajada] y abrir las cajas de la mudanza ahora que he regresado a mi casa de Nueva York. Tuve la primera semana de la escuela de mi hijo; lograr una buena reincorporación en mi despacho de abogados; ser útil en la campaña. Y no perderme entre todo ello.
¿Qué le ha parecido el primer, y quizá único, debate entre Kamala y Trump?
Debatir con alguien como el señor Trump, que dice cualquier cosa o se la inventa, es difícil. Era imposible no tener un poco de ansiedad. Nos jugamos tanto en estas elecciones… Quedan dos meses por delante y pueden pasar muchas cosas. Hay que ganar en los seis o siete estados críticos.
El debate fue muy positivo para Kamala Harris. Su manera de manejar las preguntas difíciles, de responder al cuestionamiento de Trump en diversos temas y a sus alegaciones falsas. Tal y como mantuvo su postura, todo ello demuestra que puede ser líder del país. También creo que sirvió para que muchos votantes pudieran conocer mejor su perfil y entender su visión del país
En una encuesta reciente del New York Times, el 28% de los americanos decía que necesitaba saber más de Kamala. ¿Quién es Kamala? Usted la conoce.
Es una persona muy noble y muy comprometida con mejorar la situación de las personas. Cree mucho en el sueño americano, en las oportunidades, dada su experiencia y la de su familia. Tiene mucha fuerza, es algo orgánico en ella, lo notas cuando estás a su lado. Es una persona muy positiva. No usaría la palabra alegre porque suena frívolo. Ve lo positivo de la sociedad americana y su gran potencial.
En otro giro sorprendente de los acontecimientos de esta campaña, el 1 de octubre saldrán las memorias de Melania Trump. ¿Cómo cree que influirá en las elecciones? Seguro que será un best seller.
Me imagino que sí. Como buena mujer de político sabe usar los tiempos. La señora Trump ha sido muy celosa con su vida privada. Me sorprende que saque unas memorias en este momento.
Los dos asuntos que más preocupan a los norteamericanos son la economía y la inmigración. Usted entró en Estados Unidos a los siete años para reunirse con sus padres tras dos solicitudes denegadas de reagrupación familiar.
Estados Unidos es un país de inmigrantes. La gente suele mezclar la inmigración legal y la ilegal. No se puede aceptar que se manipule el sistema para entrar y quedarse irregularmente. Hay que aplicar la ley. El presidente Biden se ha centrado en crear medios de inmigración legal.
Hubo un acuerdo para traer de manera legal inmigrantes hispanoamericanos a España.
Fue un acuerdo entre Canadá, España y Estados Unidos para que inmigrantes latinoamericanos en su país de origen pudieran solicitar ir a uno de los tres países, a través de unos centros migratorios que establecimos en Guatemala, Costa Rica, Colombia…
¿La mayoría elige Estados Unidos?
Sí, pero España es otra opción, porque hay más medios para venir aquí legalmente y una demanda laboral importante para ciertos trabajos: agrícolas, de construcción… La idea era darles opción para hacerlo legalmente sin que tuvieran que tomar ese camino al Norte y arriesgar sus vidas.
La sociedad norteamericana está muy polarizada. ¿Va a seguir agrandándose la brecha entre demócratas y republicanos, entre zonas urbanas y rurales?
La división es más compleja. Biden consiguió muchos más votos de la clase trabajadora blanca que otros candidatos en el pasado. Y estados como Georgia y Carolina del Norte, que eran muy republicanos, ahora se han convertido en swing states (estados bisagra) o han votado mayoría demócrata. Obviamente, hay ciertos estados que son uno o lo otro.
Hay demócratas que ven a los republicanos como alienígenas.
Ese es posiblemente el tema más grave que tenemos ahora. No podemos asumir que los republicanos o los que apoyan a Trump están mal de la cabeza. Debe existir una razón para que lo voten. El partido republicano es un partido necesario y esencial para la democracia. El problema es que una minoría de ese partido ha sido captada por una retórica radical de rechazo absoluto.
Para el futuro del país hay que crear un diálogo nacional, debemos entendernos mejor. Creo, de todas formas, que estamos mejor hoy que hace cuatro o cinco años. Hay que ver qué pasa en las elecciones, si se cuestiona el resultado. Eso puede crear otra crisis. Todavía estamos en un momento muy delicado.
Kamala dice que va a gobernar para todos y que el demócrata es un voto por la libertad. ¿Significa que si ganara Trump se perderían ciertas libertades?
Sí. Hemos avanzado mucho en derechos para las mujeres y las minorías. No hablo solo de aborto, también de la reproducción asistida. La decisión de cómo tienes hijos afecta a todos, tanto a hombres como a mujeres.
¿Cree que se valora más a Kamala en Europa que en Estados Unidos?
No. Antes de que fuera candidata no era muy conocida en Europa. Ella se ha centrado en conocer las entrañas del país, más que andar por el mundo dando discursos. Al fin y al cabo, aunque deseamos que los europeos nos quieran, la principal audiencia está en tu casa.
Dicen algunos que Kamala tiene mal carácter y que, al principio como vicepresidenta, cambió de equipo muchas veces…
Tú sabes que muchas veces dicen eso de las mujeres fuertes cuando no es verdad. Al principio éramos todos nuevos en la Casa Blanca. Estábamos manejando la pandemia, una crisis económica, muchísimos problemas civiles, la gente en la calle… Fue un proceso de aprendizaje para todo el equipo, no solamente para ella.
Mi experiencia con Kamala Harris es que es una persona muy comprometida, resiliente, fuerte, rigurosa. Está trabajando a destajo. Eso de ser vicepresidenta y también ahora candidata con un mes de plazo… Nunca ha pasado en la historia del país. Biden quería salvar el alma de los Estados Unidos, pero también era consciente de su edad cuando la eligió como vicepresidenta.
Putin ha dicho que apoya a Kamala. ¿Es otra manera más de influir en las elecciones?
El señor Putin no hace nada sin una agenda para sembrar el caos en el país. Hay que asumir que es su objetivo.
El congreso español ha reconocido a Edmundo González como presidente electo de Venezuela. ¿Cómo puede Estados Unidos luchar contra el golpe de estado y la represión de Maduro?
El presidente Biden y la Administración han estado en diálogo con gobiernos de la región -Brasil, Colombia, México y otros- para dar un mensaje organizado y colectivo a Maduro de que no hay ninguna prueba de que él haya ganado las elecciones.
Quienes sufren la represión y el caos son los ciudadanos venezolanos que ya han padecido demasiado con ese gobierno y ese régimen. La herramienta principal son las sanciones, que me imagino se están estudiando, para añadir más presión a Maduro y a su gente, particularmente a los militares.
¿Estados Unidos lleva décadas promoviendo la democracia y los derechos humanos? ¿No es frustrante ver el retroceso de estos valores en el mundo y el auge del populismo?
Es una tragedia. Uno invierte tanto tiempo y esfuerzo en ver cómo pueden estos países mejorar. Nosotros mismos… La democracia no es nada fácil ni limpia. No se puede ver como un tema lineal. Estamos mejor hoy que décadas atrás, cuando la mayoría de gobiernos de América Latina eran dictaduras, pero sí, es bastante frustrante.
El populismo es algo global. Nosotros tenemos nuestros propios desafíos, pero en América Latina la realidad es que la gente siente que las democracias no le están resolviendo los problemas cotidianos. Entonces cree a cualquiera que cuente que se los va a resolver de un día para otro.
Durante su cargo como embajadora ha promovido la inversión de empresas españolas en Estados Unidos, logrando cifras récord. Entrar en el mercado americano no es nada fácil.
Es que hay muchos incentivos hoy para hacer cosas en los Estados Unidos. El presidente Biden ha impulsado diferentes medidas en sectores de mucho interés para empresas españolas como son el energético y de infraestructuras.
¿Cree que esta situación de apertura puede cambiar si gana Trump?
La ley es la ley. Eso forma parte de un paquete legislativo. Es muy difícil que se pueda cambiar, porque los recursos ya están en manos de los Estados y algunos ya se han gastado.
Esas iniciativas legislativas han beneficiado a muchísima gente, incluyendo a muchos estados republicanos, que ahora aplauden los resultados porque están viendo más actividad económica.
Antes de dejar la embajada hizo parte del Camino de Santiago. ¿Le ha iluminado en algo?
No lo sé. Ese ejercicio de contemplación y de forzarse un poco para poder avanzar física, emocional y espiritualmente para mí es muy importante. No solo en el Camino, sino en cómo ejerzo mi fe.
Usted que ha hecho un esfuerzo titánico para ascender socialmente, ¿cómo educa a su hijo de ocho años? ¿Va a ser exigente con él?
Me inspiro mucho en lo que dice Hillary Clinton: It takes a village to raise a child (hace falta un pueblo para criar a un niño). Es un proverbio sobre la importancia de la influencia de la comunidad en la educación del niño. Tengo mucho apoyo de mi familia, amistades y mi comunidad, que me han ayudado a que mi hijo sea un niño bueno.
La idea de poder hacer lo mejor para los hijos es saber que todos, tú y yo, estamos viviendo en un sistema donde tenemos muchos privilegios. Hay que entender que el mundo es muy difícil para mucha gente y que los que nacimos con la suerte y las oportunidades de poder avanzar tenemos la obligación de ayudar a otros para que puedan hacer lo mismo.
Aficiones en sus ratos libres, si los tiene…
Leer, me encanta la música y el teatro.
Si gana Kamala, ¿trabajará para su administración?
No tengo planes de volver al gobierno, por ahora. Pero, como buena ciudadana norteamericana, no puedo decir que no volveré. Estoy ahora centrada en mi mundo del sector privado, porque son casi cuatro años que he entregado al gobierno esta vez. La abogacía es mi profesión.
No me gustaría terminar la entrevista sin hablar de Hillary Clinton y Jill Biden como mentoras suyas.
Son mujeres con un poder enorme, extraordinarias. Brillan. Son muy diferentes, pero comparten el sentido de compromiso con la gente, son muy leales, muy consistentes, dan mucho cariño y mucho amor.
A mí me han dado todas las oportunidades posibles. Ellas son algunos de los regalos más importantes que me ha ofrecido la vida. Las tengo como amigas, como mentoras, siempre presentes. Me han guiado y también me inspiran y me ayudan a ser mejor persona y a trabajar. No conozco a nadie que trabaje tanto como ellas. Tú me ves a mí corriendo… ¡Olvídate! Nada como esas mujeres.
En una entrevista le pidieron que dijera una frase y dijo “A mi manera”. ¿Cuál es la manera de Julissa Reynoso Pantaleón?
Tengo una gran fe en lo posible. Hay pocas cosas imposibles. Pienso que se pueden hacer cosas grandes y no me limito por cuestiones sociales o por fracasos temporales.
También tengo mi propio estilo de vivir. Trato de ser como la niña que fui y no he cambiado mucho. Hay una frase en inglés que es Don’t belive the hype, es algo así como que no te creas el cuento. Esa es parte de mi doctrina, no me lo creo. Hago lo que tengo que hacer por el bien. Soy un vehículo para hacer cosas. That’s it!