"Si las mujeres no saben aparcar un coche, cómo van a aparcar un avión" o "abrochaos fuerte los cinturones que hoy pilota una chica" han sido algunos de los comentarios con los que Mar Alguacil tuvo que lidiar allá por los años 90, cuando tan solo había un par de mujeres en Iberia, la compañía para la que trabaja.
Sin embargo, y como ella misma afirma, las cosas han cambiado mucho en los últimos años. Y tanto. Ahora reconoce que los pasajeros ya no se sorprenden por el hecho de que sea ella, mujer, la comandante de su vuelo. "Menos mal, porque así es como debería ser", añade.
Mar Alguacil es una de las mujeres que ha escrito la historia de nuestros cielos pues, entre otros muchos logros, ha sido la sexta comandante de su compañía aérea y la fundadora de Aviadoras, el primer sindicato creado para dar voz a la mujer en la profesión de piloto.
Una vida de altura
Mar Alguacil lleva a sus espaldas alrededor de unas 16.000 horas de vuelo. Comenzó como azafata y, tras cuatro años desempeñando esa función, se apuntó a la escuela de pilotos de Iberia con Lufthansa. "Vi una oportunidad así que presenté los papeles y contaba con todos los requisitos. Fui pasando las pruebas y seis meses más tarde estaba en Alemania", relata la piloto.
De los 14 alumnos de su promoción, ella fue la única mujer. Aprendió aerodinámica y navegación mientras estudiaba filología inglesa y todavía recuerda con cariño la ayuda que le prestaron sus compañeros: "Fueron maravillosos y se portaron fenomenal conmigo. Me ayudaron a pasar todas las asignaturas".
Con el título bajo el brazo, comenzó a volar en un avión pequeño, un Boeing 727. Después, llegaron los vuelos de largo recorrido: Estados Unidos o Latinoamérica fueron algunos de sus destinos con el Airbus A340. "Ahí me pasé algunos años hasta que me tocó soltarme de comandante y volví a bajar a la flota de corto recorrido", comenta.
Mientras tanto, crió a sus dos hijas, "que ya son mayores", como ella misma reconoce. Aunque ahora se ha jubilado, sigue 'con la cabeza en las nubes', pues es directora de Aviadoras y la Chairperson del Female Working Group de IFALPA, la Federación Internacional de Asociaciones de Pilotos de Líneas Aéreas, que representa a más de 100.000 pilotos en todo el mundo.
"También me encanta jugar al pádel, leer, montar en bicicleta, y la vida familiar. Soy una deportista", admite Mar Alguacil, quien también ha hablado con el equipo de Magas sobre sus referentes profesionales, las barreras de género en el sector de la aviación o la conciliación familiar en su trabajo. Estos son sus pareceres.
Al comienzo de tu carrera profesional había muy pocas mujeres piloto. ¿Has tenido referentes?
Cuando yo estaba de azafata en Iberia entró María Aburto, que fue la primera mujer piloto de la compañía. Poco después llegó Bettina Kadner, la primera española en conseguir una licencia de piloto comercial. A ambas las conocí antes de ser piloto, pero no llegué a entablar conversación con ellas. Por aquel entonces, no las llegué a conocer personalmente, pero he hablado con ellas después.
Hablemos de cifras. La cantidad de mujeres en el sector de la aviación es ínfimo. ¿A qué se debe esta desigualdad?
Es curioso: es una cuestión histórica. Históricamente, la aviación se ha nutrido de pilotos del ejército. Como no había mujeres en el ejército, tampoco las había en la aviación civil. Hasta que no empezaron a abrir escuelas de aviación donde pudiéramos entrar nosotras, la única opción era el ejército. De hecho, no fue hasta bien entrados los años 80 cuando las mujeres pudieron acceder a estas escuelas. Tampoco hace tanto.
"La paridad en la aviación es imposible a día de hoy. Hacen falta muchos años para conseguir ser el 50% de mujeres".
A día de hoy, eliminar barreras de género en esta profesión sigue siendo uno de los principales objetivos. ¿Cómo se puede conseguir?
Estamos trabajando para que las jovencitas que quieran hacer planes de futuro vean en la aviación una carrera. En los últimos siete años se ha multiplicado por tres el número de chicas en las escuelas. Como consecuencia, se ha multiplicado también el número de mujeres en las compañías. Cuando yo empecé era la sexta. En los años 90 éramos unas 20. A día de hoy ya somos 100. En 30 años se ha triplicado el número.
No es cuestión de paridad porque es imposible. No es viable. Tendrían que pasar muchos años para llegar al 50% de mujeres en la aviación. Lo cierto es que cada vez hay más. Nosotros vamos a colegios e institutos y hemos hecho alguna charla también en la universidad para enseñar que el típico tópico de "azafata y piloto" y "médico y enfermera" no existe. Hay mujeres pilotos y hombres tripulantes, con lo cual cualquiera puede ser lo que se proponga. Esa es nuestra idea. La que queremos transmitir, y luchar contra los tópicos.
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Eres madre y piloto. ¿Cómo se compagina?
Gracias a los abuelos, como en todas las familias en las que los dos tenemos que trabajar. Cuando faltábamos en casa yo pude tirar de mis suegros y luego de mis padres. Aunque parezca un poco egoísta, tengo que reconocer que la relación que mis hijas han tenido con sus abuelos no hubiera sido posible de otra manera. A la larga, todos han salido ganando: los padres, los hijos y los abuelos.
¿Tus compañeros pilotos tienen los mismos problemas en ese sentido?
No porque ellos no tenían conciliación ninguna. Se iban a trabajar tranquilamente y yo tenía que irme habiendo dejado hecha la comida, la casa, organizados a los padres y a los hijos, y todo lo demás. A día de hoy sigue igual, aunque creo que va innato en la mujer el hecho de que no somos capaces de delegar. Queremos dejarlo todo bien atado antes de irnos.
"Las alumnas nos preguntaban cómo podíamos tener hijos si estábamos volando. Nosotras queríamos decirles que es posible ser madre y piloto".
También eres directora de la iniciativa Aviadoras España para la visibilización de mujeres en la aviación. ¿Cómo surgió la idea?
Nos dimos cuenta de que no había un grupo de la mujer en la aviación. Hicimos un desayuno con alumnas de algunas escuelas para conocer de cerca la problemática con la que se encontraban y se acercaban a nosotras y nos preguntaban cómo podíamos tener hijos si estábamos volando y cómo es la conciliación desde fuera de casa. También queríamos que nos vieran y decirles que pueden ser madre.
Tuvimos una reunión y nos dimos cuenta que nadie sabía cómo afrontar la profesión. De ahí surgió la idea de juntarnos y hacer algo desde el sindicato para poder dar soluciones y respuestas a todas esas preguntas esporádicas. Para unificarlo todo en una iniciativa más organizada y estructurada, y que pudiera darnos visibilidad de una manera más nacional y global porque estaba todo bastante disperso.
¿Alguna experiencia que recuerdes como piloto? ¿Algún vuelo que te haya marcado en especial?
Recuerdo una con especial cariño. Sucedió un día cuando volábamos en corto recorrido, con los viajes del Imserso. Llevaba un grupo de personas mayores y cuando hablé al pasaje para informarle del tiempo y la ruta, se dieron cuenta de que era una mujer. Cuanto aterrizamos, empezaron a aplaudir y la sobrecargo me dijo que se quedaron alucinados porque era una mujer. "Han estado aplaudiendo", dijo.
Cuando desembarcó el pasaje me acerqué a la puerta y las señoras mayores no se lo creían. Me decían "guapa" y me querían dar un beso. Las mujeres tendrían 70 u 80 años. Después de todo lo que han vivido y han sufrido, ver cómo una comandante está allí y les lleva a su lugar de vacaciones para ellas fue muy emocionante. Y para mí más.
¿Y al contrario? ¿Te has encontrado alguna otra reacción que no te haya gustado tanto?
En los años 90, que todavía éramos 4 o 6 mujeres en la compañía, siempre había algún hombre que hacía comentarios no muy gratos. "Si las mujeres no saben aparcar un coche, cómo van a aparcar un avión" o "abrochaos fuerte que hoy lo lleva una mujer". Tonterías de esas.
Pero fue muy al principio y a día de hoy ya se ha pasado todo eso. Ya nadie se espanta ni se asombra. Todo lo contrario, dicen: "Mira que bien, que hoy lo lleva una mujer". La gente se cree que como somos más seguras y prudentes, y todo va a salir mucho mejor. El pasaje ya no dice nada y lo tiene totalmente asumido, que es como tendría que ser.