El estilo de Almudena Ariza (Madrid, 1963), ganadora del segundo premio Maga de Magas como Mejor Reportera, es tan particular que resulta difícil encajarlo en una sola categoría. Es el de una reportera de información internacional, el de una corresponsal de guerra, el de una periodista de asuntos sociales. Es el de todos ellos a la vez, con un marcado toque muy personal, muy suyo, un toque profundamente humano.
Se centra siempre en personas concretas, con nombres y apellidos, y a través de esos individuos cuenta los grandes conflictos o las grandes tragedias. Afronta las situaciones más catastróficas sin dramatismos, pero con la suficiente carga emocional como para provocar la empatía en el espectador.
Ella es el rostro de TVE en todas las grandes crisis internacionales. Desde el pasado mes de enero, con base en Jerusalén, informa del conflicto entre israelíes y palestinos. “Ansío que llegue el momento de poder entrar en la Franja y ver con mis propios ojos lo que ocurre allí y contarlo”, declaró en una reciente entrevista. De momento, solo se sabe lo que cuentan los informadores locales. Mientras llega la hora de entrar en Gaza, entrevista en Jerusalén o en Cisjordania, a las víctimas del conflicto.
Sus reportajes dejan huella. Aún permanece fresco en la retina el estremecedor testimonio de un israelí que estuvo 128 días secuestrado por Hamas hasta que fue liberado por el ejército. O el del anciano que ha guardado hasta hoy la llave de su casa arrebatada durante la nakba en 1948, cuando junto con otros 750.000 palestinos, fue expulsado de su tierra para establecer el Estado de Israel.
Antes de estallar el conflicto de Gaza, seguía de cerca el de Ucrania, adonde viajó repetidas veces. Muy diestra en el uso de las redes sociales (187.000 seguidores en X y 32.000 en Instagram), no se limita a sus reportajes para el Telediario, sino que informa al momento de lo que sucede allí donde está. En una de sus estancias en Ucrania, retransmitió en directo, a través de las redes, el interminable proceso desde que sonaron las alarmas hasta que quienes huían de las bombas rusas lograron situarse a salvo en un refugio.
Almudena Ariza no habla a los espectadores de los grandes movimientos de tropas, ni de las arduas negociaciones en los despachos, con sillones tapizados de cuero, donde se deciden las guerras. Les habla de las consecuencias de esos movimientos y esas decisiones, de las repercusiones sobre las personas. Les cuenta historias de madres que han perdido a sus hijos en los bombardeos, de supervivientes que perdieron a sus familiares en el ataque de Hamás el 7 de octubre, de las terribles condiciones de los cientos de miles de refugiados, del hambre…
Ella misma explicaba recientemente en una entrevista para Forbes cómo afronta su trabajo, siempre de la misma forma desde que empezara, con tan solo 17 años, en la emisora de la SER en Algeciras hasta la actualidad. "Esencialmente, mi objetivo como periodista no cambia. Trato siempre de hacer entender qué es lo que pasa en el lugar en el que estoy trabajando, y cómo puedo explicarlo a través de historias locales, priorizando siempre las historias de las personas comunes, que a veces son las más extraordinarias. Por decirlo claro: prefiero que la gente cuente lo que le pasa y no contar yo lo que le pasa a la gente".
Un currículum de vértigo
Historias es la palabra clave. Almudena Ariza tiene la capacidad de concretar la complejidad de una tragedia personal en los segundos que permite una crónica para un telediario. "Hay decenas y decenas de historias dentro de mí. Es como si las guardara en distintos cajones -confiesa en la misma entrevista-. Y de pronto, los protagonistas de esas historias reaparecen, por algún motivo. Los recuerdo por una canción, por una película, porque vuelvo al lugar donde los encontré…".
Su mirada permanece fresca. No ha caído en el pesimismo o en el escepticismo, a pesar de las más de dos décadas que lleva contando desgracias, una tras otra. "He visto mucho dolor y mucho sufrimiento a lo largo de mi carrera pero también he conocido a muchas personas heroicas que no solo han logrado lidiar con ese dolor, sino que lo han canalizado devolviendo al mundo generosidad, bondad y compasión", confiesa.
Ha visto sufrimiento durante las invasiones de Irak y Afganistán; tras los terremotos de Turquía, Irán o Haití; tras el tsunami de Indonesia; tras la catástrofe de Fukushima: por la violencia de las maras en Centroamérica; por la miseria en las favelas de Brasil; por las hambrunas en África o los efectos de las pandemias en el Tercer Mundo. No es de extrañar que a veces sienta que "he vivido tantas cosas que aún necesitaría otra vida para poder asimilarlas del todo".
Su currículum da vértigo. Es un fiel reflejo de su carácter inquieto. Son tantos los trabajos realizados desde sus comienzos en la SER, donde llegó a ser locutora, editora y productora del informativo Hora 14, hasta hoy, que resulta difícil enumerarlos.
En 1989 da el salto a Televisión Española, a la que permanece vinculada hasta el presente. Comenzó presentando el Telediario de la noche junto a Jesús Hermida (1989-91), y de ahí pasó a conducir, sucesivamente, los informativos de todas las franjas horarias, Informe Semanal, magazines como Directo, Directo, o concursos como ¿Cómo se hace? con Jordi Hurtado,
El año 1999 sería crucial en su carrera. Decide tomarse una excedencia para completar su formación en Nueva York, donde compatibiliza sus estudios con el trabajo de reportera freelance. Al poco de reincorporarse a Torre España, en septiembre de 2001, comienza su carrera como enviada especial de TVE. Desde entonces no hay gran acontecimiento que no haya cubierto. Empezando por el propio 11 de septiembre.
A las coberturas puntuales hay que sumar sus estancias como corresponsal. La primera fue la de Asía Pacífico con sede en Pekín, donde estuvo tres años. Hizo frente a la censura y entrevistó a disidentes, campesinos desalojados de sus casas por la fuerza, perseguidos por sus tendencias sexuales, padres de hijos desaparecidos y abandonados por el Gobierno o a artistas e intelectuales silenciados por el régimen. Además, entró en dos ocasiones en Corea del Norte, realizó reportajes desde la India, Pakistán, Indonesia y Australia.
En 2012, se traslada a Nueva York, donde sería corresponsal en dos etapas diferentes. Como siempre, se interesó por los asuntos sociales. Recorrió el país para informar sobre las matanzas masivas y la cultura de las armas, los ignorados derechos de las minorías o la situación de los indocumentados.
Entrevistó en el corredor de la muerte al español Pablo Ibar. Cubrió con los republicanos la campaña de la victoria de Trump y dedicó especial atención en numerosos reportajes al #MeToo. "Me gusta ocuparme de esos temas que remueven conciencias, provocan preguntas y buscan respuestas, que nos inquietan y nos fascinan a la vez, que nos apasionan o nos conmueven pero que casi nunca nos dejan indiferentes", declaró por entonces.
Su carácter comprometido va más allá de su trabajo. Baste como muestra su iniciativa de crear la marca Periolista -una expresión para desprestigiar a las mujeres periodistas muy usada en las redes- con el fin de "poner en valor y reivindicar lo que hacen mis compañeras. Con esta iniciativa busco cambiar el significado de la palabra y transformarla en un símbolo de empoderamiento y valentía. Utilizar alguno de los productos de la web [como bolsas con lemas relacionados con la profesión] es llevar un símbolo de periodismo comprometido y ayuda a contribuir a la visibilidad de la lucha por la verdad. Además, con nuestras bolsas apoyamos a mujeres en riesgo de exclusión".
Volviendo a su trayectoria como corresponsal, en 2019 se hace cargo de la corresponsalía en París. Un colega suyo entonces en la capital francesa la recuerda como una mujer seria, trabajadora infatigable, a la que era difícil seguir el ritmo. "Todos los días enviaba crónica. Siempre estaba ocupada y no era de las que perdía el tiempo de cháchara con otros compañeros. Con frecuencia ignoraba la agenda oficial (recepciones en el Elíseo o la Embajada) para dedicarse a sus reportajes de carácter más social, que era lo que le interesaba", revela.
Madre de dos hijos y 'runner'
Prueba de su alergia a los despachos fue su negativa, a finales de 2019, a hacerse cargo de dirección de los Servicios Informativos de Televisión Española. Tras pensárselo durante trece días y, pese a haber conseguido el respaldo del 61 por ciento de sus compañeros en un referéndum con muy poca participación, renunció al puesto.
Madre de dos hijos, se sabe poco de su vida privada. Siempre ha evitado el protagonismo público y se ha centrado en preservar su mundo personal y en intentar compatibilizarlo con una profesión tan exigente. Sí se sabe que pocos días deja de salir a correr allá donde esté. Ha completado tres maratones y once medias maratones. Es muy aficionada a bailar salsa y siente pasión por el flamenco, heredada de su familia. Según cuenta, de niña soñaba con ser cantante.
Pero se impuso el periodismo. La razón de su entrega a la profesión, en sus propias palabras, está en esas personas que buscan una respuesta a su sufrimiento. "Lo que más he oído gritar a quienes sobreviven a un ataque es: ¿Por qué? Si eres una madre que ha perdido a su hijo no hay otra cosa que quieras preguntar: ¿por qué, por qué, por qué? Quieres que alguien, como explicación a tu desgarro, te dé una respuesta. Pero no la hay. No hay nada que justifique la muerte de personas inocentes, de niños, de ancianos, de familias enteras… Ni en Ucrania, ni en Gaza, ni en ningún lugar del mundo".
Los premios
Estos galardones, de gran relevancia para la literatura y el periodismo, cuentan con varios patrocinadores, comprometidos con la visibilidad de las mujeres y el reconocimiento de un sector en constante cambio.
Desde este año, los Maga de Magas se eligen y entregan con la colaboración decisiva de la Fundación Ramón Areces, que desde sus orígenes crea y desarrolla los instrumentos necesarios para dinamizar la investigación científica, estimular la producción cultural y fomentar el liderazgo femenino.
Además, los premios cuentan con el patrocinio de Musa, que ofrece soluciones científicas y revolucionarias para cada fase vital de la mujer, Shiseido, firma cosmética que une belleza y bienestar desde 1872, Evolus, empresa farmacéutica que busca construir mercados laborales más flexibles, inclusivos y sostenibles para las personas, y Codorníu, empresa líder de cavas más antigua de España, símbolo de pasión, innovación y fidelidad.