Autoras de palabra con Rosa se cita con la pedagoga y psicoterapeuta psicoanalítica de niños y adolescentes Lola Álvarez Romano, que acaba de publicar ¿Qué me he perdido? Cómo afrontar los problemas de salud mental en la adolescencia (Planeta 2024).
Se trata de una guía para saber detectar a tiempo problemas de conducta, ansiedad, depresión, autolesiones o ideas del suicidio. Entender qué está pasando por la cabeza de nuestros hijos, saber distinguir entre los cambios propios de esa edad y los cuadros clínicos que necesitan el diagnóstico de un especialista.
"La adolescencia es una edad fascinante, positiva y excitante, tanto para padres como para hijos, pero por todo ese cambio que es inevitable e intrínseco, crea muchas incertidumbres y muchas ansiedades", asegura Lola Álvarez.
Y añade: "Los padres tienen que darse cuenta de que ya no controlan todo el mundo de sus hijos. Y hay que confiar en ellos”.
Salud mental en Reino Unido
Álvarez, trabajó durante unos años en la salud mental pública en Reino Unido y asegura que "muchos padres y madres llegaban ya con el diagnóstico hecho por ellos en Google, y teníamos que explicarles que un diagnóstico es algo más complejo".
Por otro lado, explica que hay mucha gente famosa que ha visualizado ahora que tienen problemas de salud mental o que los han tenido. Y advierte que por un lado está muy bien que la gente hable abiertamente de sus batallas personales, porque hace que todo el mundo pueda ser más consciente del problema. Pero ha tenido otro efecto, y es el peligro de 'glamorizar' esas batallas personales.
"Algunos jóvenes quieren crear interés a su alrededor en ese sentido, se autodiagnostican de forma errónea y consideran que estar preocupados por un examen es tener una depresión y me pregunto a dónde hemos llegado con el tema de la autodiagnosis", asevera Romano.
Cuando los jóvenes manifiestan algún síntoma, los padres no saben cómo tratarlos porque tienen miedo a empeorar las cosas.
Asegura que trabajar en paralelo padres e hijos es esencial, porque a veces no saben cómo cuidar de ellos cuando sufren por ejemplo ansiedad, porque es como que se paraliza la función parental. Y eso es contraproducente, porque les ponen menos límites o le exigen menos cosas. Se crea una dinámica entre ellos que no es sana.
Añade que "no hay que patologizar tanto y sí, normalizar que hay sentimientos legítimos y necesarios para poder expresar, compartir, y reconocer que son sanos para la vida, aunque no lo parezca, porque lo estás pasando mal".
No a las bromas
Las bromas no lo son tanto. El adolescente es material sensible y se puede mellar su autoestima. Hay que tener sentido del humor, pero no a costa de ellos.
"El abusador se aprovecha de la inocencia infantil, desde luego la destruye, y a partir de ahí, a ver cómo desarrollas tu madurez. Un problema creciente, que puede superarse con ayuda adecuada", afirma con rotundidad.
En cuanto a la idea del suicidio, "a algunos les proporciona esa sensación de control de que si todo falla, por lo menos siempre me puedo suicidar. Pero si has investigado cómo puedes hacerlo, el peligro aumenta", asegura la autora.
"Cuando el adolescente proyecta esa sensación de que ha perdido el interés y la ilusión por la vida, de que no puede superarlo, hay que activar mecanismos de protección, vigilarlos las 24 horas y buscar ayuda profesional", asegura.
Y añade: "Es necesario que haya una conversación real y de ese momento, porque hay que poder estar en el presente con ellos", concluye.