Marta Belda (Madrid, 1971), economista de carrera y gerente de un Colegio Profesional, va a publicar en marzo el primer estudio realizado sobre la aportación de la mujer en la agricultura con el título Demeter. Mujer, tierra y vida. 33 miradas al campo.
El libro recoge el testimonio de 33 mujeres que desempeñan una función en algún eslabón de la cadena de producción del sector agrícola, principalmente en Almería, donde reside Marta desde que se enamoró y se casó. También entrevista a la vicepresidenta de la Comisión de Agricultura de la UE, que es donde se decide la política agraria nacional.
"El sector agrario, además de alimentarnos, es fundamental para mitigar el cambio climático", destaca Marta poniendo como ejemplo los plásticos de Almería. Allí la temperatura media ha subido en los últimos 25 años medio grado a diferencia de los dos grados del resto del mundo.
Las recientes protestas del sector agroalimentario responden a una realidad compleja, explica Marta: "Sujeto a una normativa férrea, el sector demanda una protección justa. Una cuestión clave es la cobertura de costes de producción. No tiene sentido que, a veces, sea más rentable el desperdicio de la cosecha que su recogida y venta. Además, una adecuada inspección de las estrategias de precios debería limitar la competencia desleal de terceros países no sujetos a esos controles. Para ello, es importante informar al consumidor con un adecuado etiquetado".
¿Su libro es el primer estudio sobre la mujer en el sector agrícola?
No existen antecedentes bibliográficos. Se ha escrito mucho sobre las explotaciones agrarias y las explotaciones familiares, pero nunca de manera específica sobre la creación de valor de la mujer.
¿Qué criterio ha seguido para elegir las mujeres a las que ha entrevistado?
Yo he querido hacer un recorrido por la cadena de producción. Desde la mujer que planta la semilla, la envasadora, la administrativa, las técnicos de campo, mandos intermedios, una letrada, empresarias, hasta llegar a la ONU, con Ismahane Elouafi, científica jefe en la FAO.
Hice una parada muy interesante en una letrada, Ana María Alcázar Miralles. Ella consiguió que judicialmente se aceptara que existía una brecha salarial por razón de género entre el mozo y la envasadora. Tienen la misma jornada laboral con la misma categoría profesional, pero la retribución de la mujer era inferior respecto al hombre. Ana María ha conseguido la equiparación salarial. Es un avance importantísimo en el sector.
¿Y por qué motivo cobraba más el mozo que la envasadora?
El mozo cobraba más porque, inicialmente, su trabajo requería una fortaleza física mayor, pero ahora realiza el movimiento de la carga por medios mecánicos. Sin embargo, la mujer sigue realizando el movimiento de la carga en peso. Se acreditó que las envasadoras mueven unos 4.000 kilos de peso al día, además de realizar funciones adicionales en la limpieza y mantenimiento de las instalaciones.
¿A qué otras mujeres ha entrevistado?
A la gerente de la Fundación de la Universidad y a la coordinadora del Máster Agroalimentario que he cursado. Es fundamental la sinergia entre la Universidad y la empresa para que haya transferencia de conocimiento.
También he entrevistado a la directora general del Centro Tecnológico Tecnova , el mayor de Andalucía; a quien presidía entonces el Colegio de Ingenieros Técnicos y a la que fue ministra de Agricultura y creadora de la marca Sabores. Esto es muy importante, porque falla nuestra imagen de marca en el exterior. Somos la primera potencia agrícola de la UE. Es una disfunción importante.
¿Hay más mujeres de rangos salariales bajos que altos?
La agricultura responde a un sistema piramidal. En la base, donde los requisitos son nulos, hay muchas mujeres. A medida que ascendemos, la presencia de la mujer se va disipando. Si bien es verdad que existen muchos mandos intermedios, en la cúspide de las empresas agroalimentarias los CEO son hombres.
Mi estudio intenta invertir la tendencia. Para lograr una mayor presencia de la mujer se tiene que producir un trasvase generacional al que ya estamos asistiendo y una profesionalización del sector. También la empresa debe impulsar medidas de conciliación y de promoción de la mujer.
¿Diría usted que ya hay igualdad de oportunidades?
Cada vez más, gracias al acceso de la mujer al mercado laboral a través de la formación académica. Pero en este sector la mujer es camaleónica. Tiene que hacer un sobreesfuerzo y demostrar de manera permanente su valía, cosa que el hombre no. Es muy importante, primero, que la mujer quiera dar ese paso. En ocasiones el límite nos lo ponemos nosotras mismas. Además, necesitamos referentes femeninos para demostrar que se puede.
En segundo lugar, la empresa no debería considerar que la mujer en determinados momentos de la vida deja de ser "productiva". En el hogar ella es directora, financiera, coach, psicóloga, tiene capacidad de ejecución, soluciona problemas… Si la empresa fuera capaz de reconocer y fomentar estas virtudes, redundaría a su favor.
Cuénteme el caso de alguna mujer que haya entrevistado.
Entrevisté a una mujer que ronda los 60 años. Viene de un entorno de analfabetismo. Dejó pronto la escuela para ayudar en el campo. Como es una mujer muy inquieta, mientras trabajaba, empezó a estudiar por las noches. A día de hoy tiene la única empresa de Turismo Agrícola que hay. Recibe unos 2.200 visitantes a la semana.
¿De dónde vienen los visitantes?
de universidades del mundo entero. Muchos asiáticos, mexicanos, de Europa del norte y del este. Otra mujer, de pequeña, hacía los deberes a la luz de una vela, porque en su casa no había electricidad ni agua corriente. Le daba vergüenza invitar a una amiga a su casa. Ahora es una mujer destacadísima. Empezó en un pequeño almacén y a día de hoy factura 75 millones de euros al año.
Conoceremos a las 33 en su libro.
Claro. A todas les hago las mismas preguntas para evitar sesgos en las conclusiones. El primer repaso es su vida personal. No te imaginas cuánto han tenido que luchar. Una me contó lo mal que lo había pasado. Era la única mujer en un entorno de hombres en un puesto muy complicado. Cuando llegaba a su casa se ponía a ver cosas de fútbol y de motor para poder entablar una conversación con sus compañeros. En realidad era su jefa, pero tenía que actuar de manera que ellos no lo percibieran porque de lo contrario no la aceptaban.
¿Cree que ahora esas dificultades están casi superadas?
No. Aunque cuanto mayor es el nivel formativo más superadas están. Una directiva de talento me ponía un ejemplo con una empleada que le pidió cogerse la mañana para llevar al niño al pediatra. "Por supuesto que sí, pero ¿no le puede llevar tu marido?", le dijo. La empleada contestó que su marido no podía porque estaba trabajando. "¿Y tú no estás trabajando?", respondió a su vez la directiva. Es una cuestión de cultura. Y, por supuesto, nosotras tenemos que querer.
La mujer se ha incorporado masivamente al mundo laboral, pero en el sector primario esta incorporación es más lenta. Sin embargo, es fundamental contar con ella para frenar el despoblamiento rural.
Tengo un caso concreto que es justo lo contrario. Una mujer en Chirivé que recibió en 2019 el premio a la mejor empresaria de Andalucía. Es una población de 1.600 habitantes donde está la mayor producción del mundo de almendra ecológica. Ella salió huyendo del pueblo y estudió fuera la carrera. Luego sintió la necesidad de devolver a su tierra un poquito de todo lo que le había dado. Y volvió. Ha creado 45 puestos de trabajo directos.
Tenemos que trabajar en la imagen del sector tanto desde la esfera pública como privada. Desde fuera, tendemos a identificar el sector primario con lo básico, lo rudimentario. Es un error muy grande. La agricultura es hoy en día muy puntera. Tiene una tecnología espectacular. Hay que lograr que sea un sector atractivo para que vuelva la juventud. Si no, no se solucionará el problema.
De hecho, su libro es un recorrido desde la España profunda a la transformación digital.
Efectivamente. Está claro que el desarrollo sostenible y la digitalización son capaces de transformar el mundo. Es una de mis grandes conclusiones.
Por otra parte, podemos gastar un dineral en un dispositivo móvil, pero cuando vamos a un supermercado nos cuestionamos los 10 céntimos que ha subido el tomate o la lechuga. No somos capaces de entender que ese producto es ciencia, investigación, tecnología e inversión. Es esfuerzo y es familia. España hace un esfuerzo como país para poder cumplir con la sostenibilidad frente a terceros países. Compramos sin mirar la procedencia de una etiqueta.
Muchas veces en la etiqueta no pone la procedencia o no queda clara.
Toda la razón. Este sector es un gran reto. Tiene muchísimo margen de mejora. En esta zona la agricultura es consecuencia del esfuerzo. Las personas han conseguido transformar un desierto en un vergel a través de un lobi familiar.
Se tiende a pensar que los plásticos de Almería no son demasiado ecológicos. ¿Es así?
Volvemos otra vez al tema de la imagen. El plástico no es malo. El problema está en la gestión del plástico. Almería es pionera en reducir drásticamente el uso de productos químicos gracias a estrategias como el control biológico de plagas.
Debajo de los plásticos hay auténticos Ferraris. Todo está domotizado. Es increíble. Se controla al 100% el cultivo: la luz, la temperatura, las necesidades de agua y nutrientes de la planta. Cada mañana, el agricultor recorre todo el cultivo. Recoloca una planta, le quita las hojas secas. Almería es la despensa de Europa. Somos el único país capaz de producir todo el año. Con el plástico se genera una enorme concentración de oxígeno.
¿Cómo se genera tanto oxígeno?
A través de la confluencia del viento, del plástico y del blanqueo del plástico. Se pintan de blanco entre mayo y agosto para controlar la temperatura. Los plásticos se abren por arriba y dejan pasar el aire. Dentro, la planta absorbe el dióxido de carbono y libera oxígeno.
Almería es el segundo punto más luminoso del mundo después de Alejandría. Además, en los últimos 25 años la temperatura aquí ha subido medio grado frente a la media de dos grados en el resto del mundo.
A pesar del eficaz aprovechamiento del agua, ¿hay agua para tanto cultivo?
No. Es importante que el poder legislativo y ejecutivo acompasen el esfuerzo que se le pide a la empresa privada. El agua es un bien de dominio público. Desalinizar requiere grandes inversiones.
También ha entrevistado a una mujer en la UE.
Sí, a la vicepresidenta de la Comisión de la Agricultura y Desarrollo Rural de la UE. Nuestra legislación es básicamente una transposición de la normativa europea. Todo se decide en Europa y ahí no tenemos el peso específico que deberíamos. Ese es el gran problema de España, en general, y de Almería en particular.