La niña del sombrero azul (Grijalbo, 2024) es la historia de una generación de mujeres, la de nuestras abuelas, madres y bisabuelas, que vivieron su vida en el Siglo XX.
['Un amor de otra época', la última novela de Ada West en la que la protagonista se oculta, como la autora, bajo el antifaz]
Manuela, la protagonista, nace en abril de 1912, el mismo día del hundimiento del Titanic, en una aldea rural de Asturias.
Como era habitual en la época, la envían a servir muy joven. En la mansión de verano de los Marqueses de Armayor, en Gijón, se encontrará con una máquina de coser y con Alexandra, la hija de los marqueses, de su misma edad. Ambas marcarán su destino.
De profesión costurera
Como criada de la aristocracia conocerá el mundo de los ricos, la amistad, el amor, el desamor y una profesión, la costura, que la ayudará a sobrevivir el resto de su vida.
La novela es una historia ficticia, anclada en los hechos históricos del siglo XX, que narra muchos pequeños sucesos reales, basados en las conversaciones que yo escuchaba de niña en el taller de costura de mi tía.
Allí se juntaban mujeres de diferentes edades, unas a coser, otras a probar y otras simplemente a charlar un rato. Entre el sonido rítmico del pedal de la máquina de coser y el olor al café de puchero, hablaban durante horas.
Muchas de aquellas historias que ellas contaban están reflejadas en la vida de Manuela, de Alexandra, la hija de los marqueses, y del resto de los personajes que las acompañan.
Crónica social del siglo XX
Sus vidas se convierten en esta novela en una crónica social del siglo XX narrada desde las peripecias de estas mujeres, que vivieron la guerra, pasaron penurias, hambre y escasez, y que fueron capaces de auténticas heroicidades para garantizar la supervivencia de los suyos.
Pero como en la vida de nuestras abuelas, no todo fueron penas: también rieron, bailaron en las romerías y se enamoraron, conocieron la prosperidad, y desearon una sociedad mejor para sus descendientes.
En las circunstancias que les tocaron debieron tomar las decisiones más duras, difíciles de comprender desde nuestros tiempos, mucho más desde la niña que era yo cuando escuchaba lo que se contaba en el taller entre puntada y puntada.
Así se reflejan hechos que en mi niñez me horrorizaron, como cuando Manuela, la protagonista, se ve obligada a separarse de su hija Telva, de tan solo cinco años, enviada a Rusia junto con otros niños de la zona republicana. Telva es la niña del sombrero azul que da título a la novela.
La heroína que, como todas las de su época, nuestra protagonista lleva dentro, no se olvida nunca de su hija, y no deja de intentar recuperarla durante décadas, aunque para ello deba arriesgarlo todo.
Una historia de amor
Manuela también vive una historia de amor difícil de digerir desde nuestra época. Al menos es así en sus inicios porque después, poco a poco, vamos comprendiendo los motivos que mueven a cada personaje y nos hace plantearnos cómo reaccionaríamos nosotros si nos tocara vivir en sus mismas circunstancias.
Al leer la novela es inevitable escuchar de fondo un canto a la amistad entre mujeres, plasmada en el vínculo de por vida que surge entre Manuela y Alexandra, que la guerra se encarga de sellar a fuego y ellas de conservar el resto de su vida.
Vínculos entre mujeres
Las mujeres de aquel entonces no sabían lo que era el feminismo ni la sororidad, pero eran capaces de establecer vínculos afectivos entre ellas que superaban cualquier obstáculo. Y es que, en una sociedad que les era hostil, se necesitaban las unas a las otras para salir adelante, para sacar adelante a sus hijos.
En esta novela no hay política, solo un marco histórico, el que determinó la existencia de las familias, de la gente de a pie, que no tuvieron vidas corrientes, sino tan convulsas como la época que les tocó vivir.
Por eso, esta es una historia llena de ritmo y acción, en la que ocurren cosas en cada página, llenas de vuelcos y sobresaltos, porque, aunque cotidiana y llena de realidad, la vida entonces no era plácida ni tranquila.
Hay lugar en la lectura para el llanto, para el humor, para la nostalgia y para la reflexión, igual que, entre las mujeres que cosían en el taller donde pasé una parte de mi infancia, también había momentos para las risas y las penas, para los cánticos los días de fiesta y para las lágrimas los de duelo.
La niña del sombrero azul va por ellas, por nuestras abuelas, por todas esas mujeres que siempre lucharon por seguir adelante y vivieron sin saberse protagonistas de su propia historia, pero merecen un lugar de honor en la nuestra.