Taylor Swift es en estos momentos la cantante más importante del panorama internacional al hacer historia en la reciente entrega de los Grammy: consiguió cuatro galardones al mejor álbum del año por Midnights, superando así a míticas figuras como Frank Sinatra, Paul Simon o Stevie Wonder. Ella es la reina del pop (con permiso de Beyoncé o Madonna) con 280 millones de seguidores en Instagram y un constante sold out en todos sus conciertos.
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Artista empoderada, con un potente mensaje feminista, reivindica la figura de una importante mujer en el que será su nuevo disco, cuyo lanzamiento anunció en la gala de los Grammy, provocando la locura entre sus fans.
Llevará por título The Tortured Poets Department y saldrá a la venta el 19 de abril. Entre los temas que pronto presentará hay uno muy especial: se llama Clara Bow dedicado a una de las actrices mejor pagadas del Hollywood de los años 20, considerada la primera it girl. Rompió moldes y su vida es un verdadero drama no de ficción sino muy real.
La historia de esta actriz del cine mudo es absolutamente trágica, pero también muestra cómo un sueño se puede conseguir, aun cuando lo tienes todo en contra.
Nació un 29 de julio de 1905 en Brooklyn, en el seno de una familia humilde y desestructurada. Su madre, drogadicta y con serios problemas de salud mental ya que era esquizofrénica, nunca se ocupó de ella. No solo eso, trató de asesinarla en dos ocasiones siendo una niña, primero degollándola mientras dormía y la segunda atacándola con un cuchillo de cocina.
Su padre tampoco era ningún ejemplo, violento y con problemas de alcoholismo, maltrataba a la familia y llegó a abusar sexualmente de Clara. Una infancia durísima en la que ella ni siquiera encontraba el consuelo de jugar con otros niños.
"Nadie me quería. Siempre estaba sola y asustada. Nunca tuve ropa, y muchas veces no tuve nada para comer. Simplemente sobrevivíamos, y eso es todo. Las niñas me evitaban porque estaba muy mal vestida. Decidí que las chicas no eran tan buenas y probé suerte con los niños del vecindario. Me convertí en una marimacho: jugué al béisbol, al fútbol y aprendí a boxear", recordaría ya convertida en una estrella.
La vida de Bow contaba con todos los ingredientes para ser un infortunio eterno, pero su tenacidad por salir del oscurantismo en el que vivía y buscar una vida mejor la llevó a enviar unas fotos al concurso The Fame and Fortune Contest. ¡Y se obró el milagro! Consiguió el papel para una película y, aunque este finalmente fue excluido del metraje, alguien se fijo en ella. Reparó en su talento y quiso convertirla en una estrella. Spoiler: no fue un cuento de hadas.
Hablamos del productor B.P. Schulberg, que en un par de años hizo de ella una habitual de las películas de los años 20. La explotó laboralmente y también sexualmente mientras Clara se convertía en un referente para las jóvenes de la época que querían imitar su forma de peinarse y pintarse los labios en forma de corazón. Provocaba pasiones entre los hombres, que le enviaban decenas de miles de cartas de amor. Clara tenía eso que nadie sabía explicar pero que a todos conquistaba.
Así lo describió Elinor Glyn, cronista americana, que dijo de ella: "Eso, ese extraño magnetismo que atrae a ambos sexos… Descaradamente, con autoconfianza, indiferente al efecto que produce. Eso, demonios. Ella lo tenía". Ahí se acuñó aquello de chica it (it girl) y el cine llevó el calificativo a una de sus películas más importantes, la que realmente la llevó a la cima. Formó parte de esa revolución flapper en la que las mujeres se cortaban el pelo y prescindían de los corsés en busca de una nueva libertad.
Desinhibida, descarada y con un incontable número de amantes, se vio envuelta en muchos escándalos que acabaron perjudicando su carrera. ¡Querían una mujer más formal que no saliera tanto en los periódicos! A los 28 años se retiró, se casó con el actor Rex Bell y tuvo dos hijos. Clara, como sucedió con su madre, también tenía problemas de salud mental e incluso llegó a intentar suicidarse. Fue tratada con electroshock por su depresión severa y su esquizofrenia. En 1965, con 60 años, fallecía.