Soy Olivia Mandle, tengo 16 años y nunca imaginé escribir un libro. En casa, los libros y las excursiones para descubrir librerías han sido más que un hábito, nos han ayudado a mí y a mi hermano a viajar a través de las páginas y de la imaginación que éstas nos brindaban.
Quiero ser bióloga marina. Lo decidí a los cuatro años, cuando soñaba que tenía un camión de bomberos. Iba con mi perrito adoptado de copiloto, y Sylvia Earle y Jane Goodall eran mis compañeras en el santuario marino que abrimos juntas en la Costa Brava. ¡Imaginación nunca me ha faltado!
Crecí rodeada de libros y documentales. Eso ha marcado mi vida, y quien soy hoy en día. Quiero estudiar a los delfines y cetáceos en libertad, y aprender de ellos viajando por los océanos del mundo. Creo que todavía tienen muchísimo que enseñarnos como especie.
Es por ello que desde los 12 años lucho por el fin del cautiverio de cetáceos, con mi campaña #noespaisparadelfines en Change. A los 12 también desarrollé un utensilio al que llamo Jelly Cleaner, para limpiar microplásticos de la superficie del mar, lagos o ríos.
El plástico es otra de mis luchas y cuando descubrí que los microplásticos eran algo muy grave que ya estaba en la cadena alimenticia, me puse a intentar concienciar. Mi mundo está en el mar, en la naturaleza y rodeada de seres vivos que sí valoran la Madre Tierra, este planeta azul que tanto nos da.
Crecí en la Costa Brava, desde los 2 años, según las fotos familiares, llevo unas gafas y un tubo para bucear. El primer traje de buceo me lo puse de la mano de Manu San Félix, con el que comparto la lucha por un Mediterráneo protegido. Ahora buceo a las profundidades de los océanos con expertos y no paro de aprender.
Lucho contra el cambio climático, porque es ya tan evidente que me sorprende que las personas sigan con esa venda dramática alrededor de los ojos, sin darse cuenta de que las consecuencias, más o menos impactantes, están ya a nuestro alrededor y en nuestro día a día.
Hace dos años que soy Embajadora del Pacto Climático por la Unión Europea, y me doy cuenta de que no necesito ningún título para hacer que este planeta sea respetado. A mí lo que me va es la naturaleza más que los títulos, pero agradezco este reconocimiento.
Conciencio por un cambio de relación con la naturaleza, desde uno de explotación humana a otro de respeto mutuo. Creo, honestamente, que nuestra forma de ir por la vida, de caminar por este planeta, debe cambiar. Nuestros hábitos deben pasar a ser más conscientes y vincularlos con el impacto que provocan: ante una decisión de consumo, por ejemplo, pensar lo que significa para el planeta y para lo y los que nos rodean.
Cuando me ofrecieron escribir un libro lo primero que respondí es: yo no sé escribir, no soy escritora. ¡Las y los autores me provocan mucho respeto! Pero lo cierto es que tras algo más de 12 meses escribiendo el libro tengo que decir que he disfrutado y mucho.
Ha sido un año de retos, estudiaba 4º de ESO, presentaba más de 155.000 firmas en el Congreso de los Diputados en Madrid que apoyaban mi petición con mi campaña #noespaisparadelfines con la que pretendo acabar con los delfinarios de España.
Con toda la complicación y el trabajo que ello supuso, montones de entrevistas que atender… a la vez empecé a rodar una serie para TV sobre Cambio Climático… Un reto total del que parece ser que aunque agotada he salido con ganas de seguir concienciando.
Mi libro es precioso, pero no solo por las ilustraciones de la maravillosa Ana Jarén, sino porque creo que es necesario. Sí es cosa tuya (Ediciones B, 2023) es el título, y es una respuesta que montones de personas de todas las edades, pero especialmente jóvenes, me daban cuando les incitaba a actuar. Siempre obtenía la misma respuesta: "¡Buf! Eso es muy complicado y ya lo harán otros, eso no va conmigo, no es cosa mía", a lo que yo respondía: "¡sí es cosa tuya!".
En el libro voy haciendo un viaje por todo aquello que afecta a nuestro planeta, el libro es una parte esencial de mi activismo, desde la esperanza, desde la positividad, y con algunas anécdotas que me han pasado en mis viajes por mi activismo. Viajes que, además, siempre hago acompañada de mi madre, quien tiene un enorme sentido del humor. Eso también creo que hace más llevadero el tema.
Este libro está cargado de propuestas claras de qué hacer para cambiar nuestra forma de vivir. Hablo de océanos, de energías renovables, de viajar, del cambio climático, de los animales, la naturaleza, y hablo y mucho de la necesidad de tener esperanza, pero claro, la esperanza está vincula a la acción.
De no hacerlo, honestamente creo que ya estamos empezando a ver las consecuencias. La naturaleza no nos necesita, nosotros a ella sí, nuestra supervivencia depende de un planeta sano, con sus ecosistemas saludables y equilibrados.
Ojalá disfrutéis de mi libro tanto como yo lo he hecho al escribirlo. Se me pone la piel de gallina ahora mismo, mientras escribo, porque me parece un sueño haber podido escribir un libro y pensar en verlo en librerías. Me da una sensación de paz por llevar mi voz un poquito más lejos, y de emoción a la vez que no puedo llegar a expresar.