Los primeros recuerdos arquitectónicos de Nathalie de Vries (Appingedam, 1965) se dibujan en el noroeste de Holanda, jugando entre, literalmente, semicírculos y cuadrados. "Crecí en un pueblo, en el noreste de los Países Bajos. Me mudé un par de veces. Esa memoria, de la que me hice más consciente cuando empecé a estudiar arquitectura, es de un entorno especial, porque hasta los siete años viví en una casa modernista de posguerra situada en una hilera, sin coches delante, situados al final de la calle. Era una arquitectura de estilo muy gráfico, casi De Stijl, con sus puertas y ventanas de colores primarios".
De Vries es de una de las pocas arquitectas que dirigen un estudio global de arquitectura y urbanismo y aparece habitualmente en los rankings de las mejores del mundo. En el año 1993 creó, junto Winy Maas y Jacob van Rijs, el estudio MVRDV, uno de los más importantes y esta mañana, comparte su trayectoria con la revista Magas. "Desde el principio del estudio éramos los tres y hubo por supuesto muchas conversaciones alrededor de la mesa, dibujando, esquematizando y comparando. Luego, en un punto, no hacíamos todos los diseños juntos, pero constituimos una oficina y un modo de trabajo”.
"Ahora", continúa, "cada uno de nosotros está asignado a uno de los proyectos y todos los proyectos del estudio están conectados a uno de los tres socios fundadores. Compartimos los mismos colaboradores, que pueden estar trabajando por ejemplo un mes para mí en un proyecto, y luego con Winy o Jacob, eso está en nuestro ADN como una metodología de trabajo. Hay ciertos grupos dedicados a determinadas regiones, países, idiomas o expertos en diseño de paisajes, diseño urbano o el desarrollo de tecnologías digitales. Por muchas razones, también de practicidad, después de treinta años, no es que todo lo hagamos juntos: el común denominador es el staff y el estudio, y compartimos pensamientos e ideas en ciertos momentos".
Otra forma de mostrar
Poco dada a la exposición mediática, desde que fue nombrada Presidenta del Royal Institute of Dutch Architects, siendo la primera mujer de los Países Bajos en conseguirlo, se esfuerza por ser más visible y compartir su experiencia. Sin embargo, quiere ser un rol model en movimiento. Fueron sus primeros trabajos en el centro de televisión Villa VPRO o la urbanización para ancianos WoZoCo los que la catapultaron a la excelencia. Luego vendrían el edificio Gyre en Tokio o la ecociudad de Logroño, entre otros muchos. Esta misma mañana acaba de terminar una reunión para un nuevo concurso internacional y mantiene cada día numerosas reuniones para impulsar la acción. "Trabajamos de escala pequeña a grande, no estamos especializados en ningún tipo de proyecto, nos movemos adelante y atrás en varias direcciones, aprendiendo de cada proyecto e interactuando en diferentes ciudades y contextos urbanos".
Describe su manera de trabajar como expandida. "Casi todo el equipo, si tiene sentido, está invitado a las reuniones iniciales, también los juniors y las personas en prácticas. Discutimos conjuntamente cuáles son las ambiciones del proyecto y del cliente, y desarrollamos siempre diferentes opciones. Realizamos bocetos, propuestas, avanzamos digitalmente, trabajamos juntos y las compartimos. Normalmente nuestras reuniones siempre son así, dependiendo del estado del proyecto, claro está, pero normalmente sí".
Acaba de llegar de Toronto de un nueva nueva planificación en la que están involucrados muchos agentes. "Había muchos representantes de los clientes, con los que compartimos nuestros pensamientos, es una manera de trabajar muy expandida, no sólo con nuestro equipo sino con los clientes también. Buscamos que consultores y clientes estén involucrados en el proceso, especialmente en el principio, cuando todo es una discusión. Ese es nuestro método, más que impulsar una idea sola".
El estilo de MVRDV ha sido criticado y alabado al mismo tiempo por su singularidad. "Empezamos en los noventa", explica De Vries, "en la era de la arquitectura economizada y optimizada, con tendencia hacia un carácter genérico en la periferia de las ciudades. Todo empezó a ser muy similar, en ese sentido, la arquitectura no era inspiradora, y estaba basada sobre todo en parámetros económicos. Sin embargo, al mismo tiempo había un entendimiento general de que esto no tenía por qué ser así, queríamos revivir y usar las ciudades, la gente quería volver a vivir conjuntamente en ellas, mezclar funciones para los lugares que habitase, queríamos atraer múltiples tipos de personas. Comenzaban ideas como la de generar modos más sostenibles de vivir, integrando distintas funciones para los mismos edificios, bajo esa nueva idea de vivir juntos, de hacer ciudades más vibrantes, de traer de vuelta a las familias, densificar, pero con una calidad alta. Esas ideas eran importantes en los noventa, especialmente en países como Holanda, con preguntas como cuál es la relación entre la arquitectura y el espacio público o cómo combinar esas necesidades, cómo investigar los límites y las posibilidades".
La multiplicidad
Como investigadora y docente, a menudo escribe y da conferencias sobre el concepto de la multiplicidad [multiplicity in design]. Ella misma explica a Magas que "todos sabemos que construir implica usar recursos, ocupar espacio, un equipo de personas dedicado,… la idea de la multiplicidad en el diseño implica que miremos desde múltiples ángulos. En nuestros días sabemos, por ejemplo, qué materiales pueden utilizarse, cuáles reutilizarse, lo mismo para una altura, la importancia de resultar funcional, de ahorrar energía y al mismo tiempo tener una bonita vista y todos los aspectos estéticos… las azoteas de los edificios, por ejemplo, hoy en día pueden ser accesibles, verdes o proveer energía…".
"En mi opinión, todos estos elementos y aspectos se van añadiendo como capas, programática, estructural, de materiales…", explica en pocas palabras, "todo esto nos lleva a un nuevo conjunto de capas complejo para la construcción y el diseño, eso es lo que llamo multiplicidad en el diseño. Nada es sólo singular, siempre hay múltiples maneras de mirar y usar en relación a los edificios y sus elementos".
Aún resulta poco habitual, explica, "encontrar muchos de estos aspectos: lo importante en nuestros días es entender que hay que integrar estas capas de análisis tanto como sea posible en nuestros diseños. Añadir capas de complejidad es nuestra responsabilidad como arquitectos".
Respecto a esa relación de compromiso, hasta dónde llevar esa complejidad, explica De Vries, "es una gran pregunta: existe incluso una paradoja al construir. Como seguramente sepas soy arquitecta de la ciudad de Groninga en Holanda y una de las discusiones más habituales que tenemos es '¿por qué este edificio se construyó o empezó a construirse y por qué razón debería ser reemplazado por otro?'. Normalmente se forma un consejo histórico y cultural de asesoría, y ahora estamos entrando en un nuevo paradigma: cualquier cosa que puedes evitar ser demolida, eso es mejor. Es un nuevo modo de mirar a los edificios y eso lo he visto ha cambiado completamente. Yo misma he presenciado este cambio".
Existe, en su opinión, de una nueva tendencia respecto a reinterpretar lo existente, "es una manera vintage de mirar, como cuando vamos a una tienda de segunda mano y encontramos piezas que han sido lavadas muchas veces, pero aún entendemos que tienen valor, o una silla antigua. Lo mismo que sucede con la moda y el mobiliario está pasando con la arquitectura y por buenas razones, para evitar la carbonización del planeta.
Otra idea seria que está cambiando es la de la industrialización, "que en ocasiones mejora la efectividad y sirve para reducir el tiempo de producción y los materiales, lo cual nos lleva a una nueva apreciación de la arquitectura industrializada. Los arquitectos nos tenemos que reposicionar y contemplar esa eficiencia y ahorro de costes. En el caso de algunos edificios específicos, como un teatro o una librería, incluso en ellos, se puede mirar de una nueva manera, respecto a su belleza, monumental, o respecto si tienen una posición especifica en la ciudad, pero también si sus aspectos técnicos pueden mejorar, llegamos a nuevas soluciones y conclusiones…".
En definitiva, para ella, "no se trata de encontrar sólo una solución, sino de añadir nuevos elementos en la ecuación, en el modo de pensar, se trata de diferentes estrategias de optimización, que incluyen información en el diseño y eso incluye, claro está, las herramientas digitales que lo pueden optimizar".
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Para MVRDV, la verdadera sostenibilidad tiene que ver con que los edificios permanezcan en el tiempo y sean amplios en su concepción. Sus propias oficinas en Rotterdam son un ejemplo, porque fueron en un momento viviendas, garaje y tienda, antes de ser su espacio de trabajo. "Sí, creo que una de las cosas que los noventa nos han dejado es que muchos eran indistinguibles y poco duraderos. Más concretamente, hace poco estuve en un proyecto en la que había una oficina con partes de los sesenta, setenta y los ochenta. ¿Sabes cuál hubo que derribar? La de los ochenta, porque la estructura era demasiado delgada para soportar nada nuevo, los materiales eran peores, el aislamiento era peor… lo lógico es construir con otros usos potenciales y visión de futuro".
"Incluso en proyectos comerciales", añade, "una de las cosas en las que más cuidado he puesto siempre es la altura y la apertura, las ventanas, que se puedan abrir, es una simple cosa pero crucial. Incluso si es una casa pequeña, pero que tenga altura, diez centímetros más es un paso a la calidad".
Docencia e investigación
Ha sido profesora por semestres en la Universidad de Harvard (Boston), en TU (Berlín) y otros centros, como la Art Academy de Dusseldoff o la Delft University of Technology, donde se formó y ahora dirige programas de doctorado. Sobre la docencia, señala que, "estando en un ambiente universitario se vive un debate constante acerca de lo que se ha hecho en el pasado, qué podemos pensar sobre ello y qué podemos aprender. Es muy estimulante estar en esa permanente conversación. Además, soy una de las pocas profesoras, así que de nuevo siento que solo estar allí es importante. Aunque la mitad o más de los alumnos son mujeres, aún los profesores no".
"Es muy curioso", finaliza, "y encuentro diferente mirar a la innovación desde la universidad y desde la oficina e intentar innovar en el diseño arquitectónico. Es un proceso que marcha adelante y atrás. Hay mucho sucediendo en nuestra oficina, personas que están desarrollando mucha investigación y nuevas cosas y, al mismo tiempo, tengo un entorno académico para el que la validación e también importante".
Referentes femeninos
"Fui muy afortunada de empezar a trabajar en la oficina de Mecanoo, con Francine Houben", relata, "ella es estupenda y es una de las arquitectas más importantes del país. Fui fantástico trabajar para ella y aún nos juntamos y charlamos como colegas. Con otras mujeres holandesas tengo conversaciones y todas se muestran muy colaboradoras. En los años más recientes he tenido la oportunidad de colaborar junto a una arquitecta norteamericana llamada Jeanne Gang, un poco más joven que yo, de Studio Gang, una de las más importantes de Estados Unidos".
Nathalie De Vries nunca ha olvidado la impresión de "caminar por el SESC Pompéia de Lina Bo Bardi, que me impresionó mucho, y lo visité diez años más tarde de nuevo". Pero reconoce la importancia única de una mujer que protagonizó la escena holandesa primero, y luego la mundial. "Por supuesto todas miramos a Zaha Hadid en un momento, no es mi estilo de edificios, pero el modo en que ella rompió con todo fue muy audaz valiente. Ella es de una generación mayor a la mía y lo que encontró era peor. Y su éxito y el de Mecanoo hicieron claro que no existe una diferencia".
Sobre ser una archistar en un mundo de hombres, se muestra sincera. "No tengo una oficina por mí sola y supongo que eso debe de ser una experiencia completamente diferente, por lo que he escuchado de colegas. Tengo que admitir que yo no he tenido problemas, seamos honestos. Tengo también que decir que cuando estudié arquitectura, en mi generación de mujeres, no queríamos enfatizar, no creíamos que fuéramos diferentes o que haríamos diferente tipo de diseños. No hablábamos de ello. Son los ochenta, ¿quién va a discriminarnos? No esperábamos ser juzgadas, muchas mujeres estudiaban arquitectura, en mi generación un tercio de los estudiantes eran mujeres".
Sin embargo, recientemente, tras ser la primera mujer nombrada presidenta del The Royal Institute of Dutch Architects, su visión cambió. "Fui la primera mujer y me di cuenta de que tenía que hablar de este tema. De mi generación de mujeres, no todas pudieron dedicarse a la arquitectura, fue difícil encontrar estadísticas y empezar a debatir, por mi rol. Invité a otras mujeres arquitectas a hablar abiertamente sobre el tema, sobre ese sesgo. Una de las cosas de las que me di cuenta es que en mi generación estábamos equivocadas y de que tenemos que ser más visibles y hablar claro".
Para ella, existía antes "miedo a enfatizarlo demasiado, a ser puesta en una esquina, pero q mi edad ya no estoy preocupada por esas cosas. Tengo dos hijos, uno de mis socios es mi marido, por cierto", sentencia con ironía. "Vimos la necesidad de mostrarnos como rol models y hablar de ello, 'estamos aquí', 'lo conseguimos', y entendimos que debemos ser visibles y dar consejos a otras mujeres. Los hombres dicen que sí a más cosas que los hacen más visibles que las mujeres. Ha habido un movimiento muy importante, en Venecia, nuevas publicaciones, y ahora hay consenso de que muchas mujeres han sido ignoradas, borradas de la foto, como en otros campos como la ciencia o la investigación médica. Estoy muy agradecida a muchas colegas que han tenido el coraje de decir 'no soy una arquitecta mujer, pero soy una arquitecta y también soy una mujer', y eso hay que hablarlo".