Carmen Quintanilla reivindica a las mujeres rurales: "Somos la 'España donante' que alimenta todos los días al país"
La fundadora y presidenta de Afammer analiza de la evolución del campo español desde una mirada femenina y feminista.
15 octubre, 2023 02:47Se considera una “niña rural ilustrada” que se convirtió en la “feminista de la España profunda”. Carmen Quintanilla (Ciudad Real, 1954) incluso reconoce haber puesto de moda ser de pueblo. Con su organización, la Confederación de Federaciones y Asociaciones de Familias y Mujeres del Medio Rural (Afammer), ha conseguido mantener vivos los pueblos de nuestro país.
Ahora, se enorgullece de que cada vez haya más mujeres que reivindican sus orígenes rurales y que quieren quedarse o volver al campo. Y es que, explica por teléfono a Magas, el papel de ellas en el medio rural “ha cambiado mucho en las últimas décadas” y, matiza, “lo ha hecho para bien".
La España de 1982, cuando se fundó Afammer, ha evolucionado sobremanera. “A través del movimiento asociativo fuimos capaces de hacer ese feminismo de la España profunda" que en aquel momento parecía impensable. Porque, asegura, "entonces hablar de derechos humanos o de igualdad era una utopía".
[Carmen Quintanilla, una vida dedicada a las mujeres rurales]
En estas cuatro décadas, explica la que fuera diputada por el PP en el Congreso entre 2000 y 2019, se ha “roto la invisibilidad de las mujeres rurales”. Como también se ha acabado con “el estigma” rural. Hoy, dice, las mujeres se sienten “orgullosas de ser de pueblo”.
La “fuerza” del pueblo
“Somos la fuerza que mantiene vivos los pueblos”, reconoce Quintanilla. Porque, recuerda, las mujeres son las que fijan población en la España despoblada. Además, explica, desde Afammer han conseguido en estas cuatro décadas poner en la agenda de los gobiernos, de los medios de comunicación y de la comunidad internacional el mundo rural. Y, matiza, “hemos dado la voz de que no hay avance en el mundo sin contar con las mujeres, y especialmente las mujeres rurales”.
Eso sí, todavía queda un largo camino, dice Quintanilla. Sin embargo, enarbola un gran hito de Afammer: haber "cambiado la mentalidad de la sociedad rural". Y pone un ejemplo: hoy, el número de "chicas rurales universitarias" asciende al 33%, mientras que el de "chicos rurales universitarios" se encuentra en el 11%. Dato, asegura Quintanilla, alentador, aunque matiza que queda mucho por hacer “en conciliación".
Mujeres rurales, ayer y hoy
Pregunta: ¿Cuál era el papel de la mujer rural hace cuatro décadas, cuando fundó Afammer? ¿Era igual en todo el territorio español?
Respuesta: En el norte de España, las mujeres no es que hayan trabajado más el campo, es que han sido más titulares de explotaciones agrarias. Ellas, desde el primer momento, compartían las labores del campo, y al mismo tiempo realizaban las labores del hogar.
En la sociedad rural manchega y castellana, por ejemplo, al final era esa mujer que se quedaba en la casa educando a hijos, cuidando a mayores dependientes, a pesar de que en muchas ocasiones también iban al campo, sobre todo en las épocas de cosecha.
P.: Y hoy, ¿cómo ha cambiado la situación?
R.: Afortunadamente, hoy la chica que quiere ser ganadera es ganadera por vocación. Y la que quiere ser médico, lo es también por vocación. Porque ha cambiado la mentalidad. Es decir, antiguamente una abuela, una esposa, una madre, sí soñaba con que su hijo fuera el maestro de escuela o con que fuera ingeniero, porque iba a ser el padre de familia. Y las hijas, a pesar de que trabajaran el campo, hacían la dote porque eran las perfectas casadas. Esa mentalidad la hemos roto.
Quintanilla, además, recuerda que cuando fundó Afammer “los pueblos de España no tenían agua corriente” y “estaban sin asfaltar”. En aquel momento, insiste, “las niñas no tenían esa capacidad de poder decidir sobre su vida, porque ya la niña nacía con una condición de por vida. Eso lo hemos roto.
Una mirada hacia lo rural
Desde la pandemia, explican desde Afammer, alrededor de 100.000 personas han vuelto a vivir al mundo rural. El motivo, asegura Quintanilla, es que “las ciudades se han convertido en lugares deshumanizados”. Se echa en falta, asegura, el contacto con los vecinos.
Después de la Covid-19, “el mundo agrícola y ganadero, nuestro mundo rural demostró a la sociedad en general que la soberanía alimentaria estaba en nuestras manos”, afirma Quintanilla. Por eso, reprocha que se habla de la España vaciada. Ella se niega: “Es la España donante; somos la España que alimenta todos los días al país, que mantiene nuestra biodiversidad, nuestros montes, nuestra gastronomía, nuestro patrimonio histórico, artístico y cultural…”.
Y precisamente por eso, indica, es necesario que desde las instituciones se apueste por esa España donante. “Para mirar a lo rural, necesitas una casa digna y no las hay”, se lamenta. Por eso propone “un pacto global entre lo rural y lo urbano”.
Este, asegura, “pasa por que fuéramos capaces de rehabilitar viviendas abandonadas, que posiblemente muchas de ellas no tengan dueño, y que pasaran a titularidad pública y se alquilen a unos precios asequibles con opción a compra”. De esta manera, “mucha gente del medio urbano volvería al medio rural para tener una vida saludable”.
Quintanilla también reclama que en los pueblos no paguen “los mismos impuestos” al no tener “los mismos servicios públicos que una ciudad”. El trabajo es, también, fundamental: “Dos de cada tres personas que abandonan el mundo rural son mujeres con mejor formación que nunca, que si tuvieran ese puesto de trabajo en el medio rural se quedarían”.
Afammer, pueblos y mujer
Quintanilla explica las principales propuestas e iniciativas de Afammer para que las mujeres se queden en los pueblos.
Formación. Se trata, dice, de “una formación a la carta que da la posibilidad de un empleo, ya sea autónomo o por cuenta ajena”. La presidenta de la asociación asegura que han sido capaces de “poner en marcha desde servicios a personas mayores hasta una empresa de tapicería, o una casa de turismo rural, o una peluquería, o hasta una clínica del calzado”. Todo, matiza, “en manos de mujeres”.
Relevo generacional en las explotaciones agrarias. “Hemos conseguido que del 22% de mujeres titulares de explotaciones agrarias que había aproximadamente, en cinco años se haya convertido en el 30%”. Esto, indica, estimula el relevo generacional. Pero, añade, “también hay que apostar claramente por unos precios justos y dignos”.
Conciliación. “¿Cómo podremos fomentar que se queden las mujeres?”, se pregunta Quintanilla. “Haciendo todo lo posible porque haya una conciliación y corresponsabilidad, que sigue siendo una utopía para las mujeres en el medio rural”, responde.
Liderazgo femenino. Este, indica, pasa porque “ellas lideren no solamente sus propias vidas, que ya lo están haciendo, sino que consigamos que cada día más mujeres sean titulares de las cooperativas agrarias”. En la actualidad, solo el 4% de estas tienen al frente a una mujer. Es fundamental, zanja, “romper la masculinización del campo”.