La vida de Alana Sinkëy (Guinea Bissau, 1990), cantante y compositora de jazz, siempre estuvo rodeada de arte. Su padre, un reconocido músico del país africano, le sirvió de inspiración para construir su carrera musical. Gracias a él, Sinkëy pudo ver materializada cómo era la vida de artista, esa con la que tanto soñaba desde que era tan solo una niña.
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Criada en Lisboa, se trasladó a Madrid a los 17 años, ciudad en la que reside desde entonces. Siempre tuvo claro que quería dedicarse a la música. Y es que, además de su padre, fueron muchos los referentes que la motivaron a perseguir ese sueño. ''Entre mis artistas favoritos, todos ellos muy diferentes y con estilos diversos, están Bob Marley, Luis Alberto Espineta y Björk'', cuenta a magasIN.
Los inicios
Sinkëy es una artista hecha a sí misma. Y no solo por su estilo indiscutible, sino también por cómo fue dando los primeros pasos en su carrera musical. ''Me encerraba sola en mi habitación y escuchaba música a todas horas. También intentaba tocar la guitarra y componer de una manera autodidacta'', recuerda.
''Pese a los pocos recursos que tenía, estaba en un momento muy creativo'', añade. A veces, cuenta entre risas, componía varias canciones con los mismos dos acordes. Fue allí, entre las cuatro paredes de su espacio más personal, donde la artista bisauguineana comenzó a potenciar su talento natural lejos de las academias o escuelas de renombre.
Con su traslado a España, y gracias al mundo que había descubierto junto a su padre durante su infancia, se fue adentrando en el circuito musical de la capital. ''Sobre todo eran espacios para cantautores. Con esto aprendí a base de la experiencia, nunca tuve una formación profesional'', dice.
Durante esa primera etapa Alana buscaba inspiración en todo lo que le rodeaba para componer. ''La gran fuerza que mueve el arte es el amor, esa es la primera cosa que me inspira para escribir''. Y es que esos primeros temas hablaban del amor de familia, del amor hacia su madre y hermanas. Es el amor, confiesa, lo que más necesitaba en su vida en aquel momento.
Ese circuito de músicos independientes de la capital la llevaron a construir proyectos en común con otros artistas bajo los nombres de Cosmosoul y Pátax, donde fusionaban el ritmo del jazz con el flamenco, el funk y el afrocubano. ''Aunque todos veníamos de entornos muy diferentes, conectamos y comenzamos a componer enseguida. Recibimos una gran acogida'', rememora.
Andadura en solitario
Tras 13 años de carrera grupal, la cantante y compositora acaba de iniciar una apasionante y retadora etapa en solitario. ''Lo estoy viviendo con muchas ganas, pero también con respeto. Impone bastante'', cuenta la artista todoterreno, que siempre se ha movido con la certeza de que cada ciclo supone un constante aprendizaje.
''He llegado a un punto en el que sentía que ya había recopilado la suficiente información para poder dar este paso. Aunque hay mucha presión y muchos nervios, hago el esfuerzo de relajarme para ser más honesta con lo que tengo que decir, esto me ayuda a fluir mejor'', explica.
Nadie que la haya visto antes sobre los escenarios diría que esta nueva etapa está siendo tan retadora. ''El directo ha sido mi gran escuela, es a lo que estoy más acostumbrada, por lo que me siento más tranquila. Lo que me da nervios es encerrarme en un estudio e iniciar ese proceso creativo'', detalla.
Y es que, confiesa, enfrentarse este proyecto en solitario le ha supuesto un trabajo activo de ''empoderarse a sí misma'', para entender cómo poder gestionar esta transición en su carrera musical. ''He podido ver cómo la gente reacciona a mis canciones, y siento que también se esperaba que emprendiera mi camino. Estoy recibiendo todo ese cariño'', relata.
Alana Sinkëy se mueve como pez en el agua en el circuito del jazz, sin muchas pretensiones de cambiar su estilo para convertirse en algo más convencional para las grandes masas. ''Si la música que hago de alguna manera llegara a ser comercial, para mí sería increíble'', explica.
La artista no solo tiene un estilo personal en cuanto a su música, sino también es algo que refleja en su estilismo. Es común ver a la artista ataviada con prendas y accesorios que hablan, indiscutiblemente, de sus raíces. ''Hace unos ocho años, con la perdida de mi padre, comencé a buscar esa parte de mí que correspondía a mis orígenes'', explica.
''Como estaba distraída con otras búsquedas, no sentía la necesidad de ahondar tanto en mis raíces. Así que lo he empezado a incorporar en mí y en mi música'', continúa. Por ello, además del estilismo, también ha comenzado a componer y cantar en criollo, su lengua materna. ''Mi padre siempre decía que un pueblo que conserva su idioma tiene la llave de su propia historia'', cuenta.
Keep Walking: El Camino
Con esta carrera musical llena de esfuerzo y dedicación, no es de extrañar que Alana Sinkëy haya sido una de las artistas seleccionadas para formar parte del proyecto del cantante español Dani Martín y marca de whisky escocés Johnnie Walker Keep Walking: El camino.
Se trata de una serie documental creada con el objetivo de dar mayor visibilidad a artistas que han seguido caminos diversos en el mundo de la música. Sara Socas, Niño de Elche, Nach, Raúl Gutiérrez Rulo, Albany, Christina Rosenvinge y Pepe Motos son otros de los artistas que comparten su trayectoria profesional, los retos a los que se han tenido que enfrentar y las satisfacciones que han recibido por su trabajo.
Alana Sinkëy recomienda:
- Una artista: Whitney Houston.
- Un libro: El viejo y el mar, de Ernest Hemingway.
- Una canción: Barro tal vez, de Luis Alberto Spinetta.
- Una canción propia: Minha Terra, compuesta junto a la banda Cosmosoul.
- Un plan cultural: visita al Centro Social Autogestionado La Tabacalera, en Madrid.