Es una todoterreno, camaleónica y polifacética. Una mujer trabajadora hasta la obsesión, pero también disfrutona de la vida y de los viajes largos a sitios perdidos. Vive el presente y desmenuza el tiempo para enfrentarse, poco a poco, a los retos laborales y personales que se plantea o le proponen. Es competitiva por naturaleza y por su educación.
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A lo largo de su carrera, desarrollada en el cine, la televisión, los platós de programas de máxima audiencia y los escenarios, ha aprendido que sí se puede, pero a base de mucho esfuerzo físico y mental, dejándose el alma y el cuerpo en cada proyecto.
Kira Miró (Santa Brígida, Gran Canaria, 1980) estrena la película De perdidos a Río en la pantalla grande. En la pequeña, está presente en dos series, es Luz en Machos Alfa (Netflix) y en Pollos sin cabeza (HBO) interpreta a Mariajo, además de poder verla en el largometraje de Martín Cuervo, Todos lo hacen, a tiro de mando en HBO.
Lleva 23 años haciendo cine de la mano de Álex de la Iglesia, Fernando Colomo, Cesc Gay o Isabel Coixet, entre otros, pero el teatro es su pasión y su refugio.
Habla tranquila, relajada, desde su casa de Madrid, en la que solamente echa de menos una cosa: el mar.
¿Quién es usted en la película De perdidos a Río?
Interpreto a la mujer de Pablo Chiapella, poco cariñosa y resolutiva, muy mandona y exigente con él, que es un buenazo que nunca ha salido de su barrio ni de su rutina. Un hombre de sota, caballo y rey.
¿Cuál ha sido el regalo de vida que se lleva a casa tras rodar este largo?
El regalo ha sido trabajar con Joaquín Mazón. Me he encontrado con un director muy generoso con los actores, muy concreto, con mucha ternura, que da un especial sentido y lugar a la interpretación. Eso no pasa, y menos en las comedias. Un maravilloso director de actores.
Machos Alfa y Pollos sin cabeza son dos series muy diferentes, pero coinciden en mostrar la crisis de la masculinidad. ¿La ficción y la comedia pueden ser útiles para vernos desde fuera y reírnos de nosotros mismos?
Con comedia se alecciona mejor que con drama, la gente lo recibe mejor. No para reírnos de ellos o ellas, sino para confrontarnos con una realidad. En este cambio de la masculinidad en el que estamos, hay momentos bastante cómicos. Es un período de transición en el que surgen millones de situaciones, y creo que es bonito contarlo.
Nosotras también estamos viviendo esa transición, y nos surgen momentos en los que no sabemos cómo reaccionar porque llevamos encima una educación y una herencia, que arrastramos de toda la vida, con lo cual, también nos surgen dudas o estamos perdidas. Y todo esto es mejor tomárselo bien y reflejarlo en tono de comedia.
¿Busca que los personajes que interpreta se alejen o se acerquen a usted misma? En ese sentido, ¿qué le gustaría que le ofrecieran?
Depende, todos los personajes tienen sus cosas bonitas y sus dificultades. Me encanta que se alejen de mí porque puedo transitar por emociones y situaciones que no vivo en mi vida real, o no forman parte de mi personalidad. Eso es muy divertido.
Todas tienen parte de mí, las hago yo y pongo en ellas mi alma, mi corazón y mi cuerpo.
¿Qué es lo que más le gusta de su profesión?
Me encantan los nuevos retos. Que cada historia que cuento sea diferente y me permita transitar por emociones diferentes. A lo largo del año estoy todo el rato pensando y maquinando cosas nuevas, y eso es muy motivador y excitante.
Me gusta remover conciencias, o simplemente hacer reír.
¿Y lo que más le duele?
Lo más difícil de esta profesión es que es muy desagradecida. Pasas de hacer proyectos a no hacer ninguno, a que ya no te quieran o no te vean. Ahora me vales, ahora no. La inestabilidad, el pensar que igual ya no te vuelven a llamar.
La hemos visto como actriz de teatro, cine y televisión, como presentadora o concursando en programas. ¿Es posible, o complicado, combinar ficción y entretenimiento?
Bueno, yo empecé como presentadora, pero éramos actores, hacíamos un montón de cosas, sketches y personajes. En los 2000, nadie me veía como actriz, me seguían ofreciendo programas como presentadora. Así que, para poder enfocar mi carrera y que me tomaran en serio, tuve que dejar de presentar.
Tomé la decisión de renunciar para que en los castings me miraran como tal. Hice esa apuesta. Por suerte, en esta industria empezó a entenderse que los actores pueden presentar, y a la inversa. Yo había demostrado que era actriz, y entonces sí pude volver a presentar algún programa y combinarlo. Demostré que se pueden hacer varias cosas a la vez.
¿Qué es para usted la belleza? ¿Qué importancia le da y cómo trata de equilibrar, en la balanza de su vida, la belleza física y la belleza interior?
La belleza, para mí, está en la naturaleza. Hay personas que no son estéticamente perfectas, pero tienen brillo y serenidad, eso se transmite y me parece mucho más bello que la belleza de otra persona según los cánones establecidos.
A nivel físico, relaciono la belleza con la serenidad, el brillo, la bondad, y creo que menos es más. Cuantos menos abalorios lleve una persona, más bella me parece.
¿Qué opina de la dicotomía entre lo que uno muestra y lo que uno realmente es, por ejemplo, en las redes sociales?
Las redes son como ese tamagotchi que teníamos de pequeños, hay que darle de comer de vez en cuando y cuidarlo, pero sin descuidar tu vida real.
Para mí, las redes son herramientas de trabajo donde promociono lo que hago o lo que considero, pero a la vez intento mantener mi privacidad y mi vida. No siempre es real lo que vemos, es un poco loco. Para mí, es trabajo de oficina, le dedico el tiempo justo para promocionar y estar activa, pero sin estar enganchada.
Lo llevo con toda la naturalidad y el equilibrio que puedo. Y es complicado, porque hay gente enganchadísima, que no puede vivir sin ello. Actualmente, en muchos proyectos te seleccionan según si tienes o no tienes seguidores. Es muy triste que el talento no cuente o vaya unido a los seguidores.
Además, de nada sirve que me sigan no sé cuántos miles, si luego no compran una entrada para ir a verme al teatro. Simplemente están cotilleándome, y eso pasa. Gente con muchísimos seguidores y que luego sus películas no van bien. Eso ya debería estar un poco aprendido.
Y el teatro, ¿qué significa en su vida?
Es mi tabla de salvación, mi refugio, ha estado siempre ahí. Cuando me ha ido peor en audiovisual, el teatro siempre ha estado, y he tenido la oportunidad de seguir manteniéndome activa gracias a él.
Es donde más he aprendido y he formado a la actriz que soy. Es muy sacrificado, es duro, pero es precioso recibir la respuesta inmediata del público, el día tras día en el escenario, aprendes, vives el personaje y la historia de principio a fin.
El público de teatro es muy agradecido. Me resulta muy gratificante que alguien que ha venido a verme me diga algo bonito. Ahí me deshago, porque han salido de su casa, han pagado la entrada, se han recorrido medio Madrid, y luego te esperan y demuestran lo mucho que les ha gustado, o lo bien que les ha venido pasar hora y media distraídos de su trabajo. Es maravilloso.
En la tele te ven desde casa, eso es muy cómodo, con el mando cambian de canal y ahí te tiene, pero cuando han venido al teatro hay un interés adicional más bonito.
La hemos visto como concursante y ganadora de la primera edición del programa El desafío o presentando la sección Los retos de Kira Miró en El Hormiguero. ¿Cuánto hay de habilidad y cuánto de trabajo en la superación de esos retos físicos? ¿Fuerza mental y física deben ir de la mano?
Yo he hecho mucho deporte y he competido en atletismo o salto de trampolín. Desde pequeña me formaron en la cultura de la competición, del esfuerzo y del entrenamiento, con lo cual, eso lo tengo de base para casi todo en la vida.
Cuando me marco un objetivo, pongo toda mi vida en funcionamiento para conseguirlo, como hice, por ejemplo, en El desafío. Cada vez que me tocaba un reto, mi vida giraba en torno a prepararme durante toda la semana, no sólo físicamente, entrenando, sino mentalmente.
El cerebro primero te dice que no puedes, pero poco a poco, si te preparas, con trabajo se consigue, entonces ves que sí. Puedes con casi todo lo que quieras, solo hay que ponerse, desmenuzar el trabajo e ir poquito a poco.
Y logras cosas imposibles. Yo jamás pensé poder llegar a tocar la batería y toqué el tema 20 de abril con Celtas Cortos, que es rapidísimo, y no había tocado la batería en mi vida.
¿Es muy trabajadora?
Sí, casi obsesiva.
¿Cuál es su reto personal ahora, y cuáles son los retos que, a lo largo de su vida, ha ido alcanzando?
Creo que mi mayor reto ha sido el poder seguir comiendo de esta profesión, sin plan B. Es un reto diario y un sueño cumplido, las dos cosas. Porque poder vivir sólo de esta profesión es como hacer malabares.
Se tiene picos, ahora estás de moda, ahora no. Yo nunca he tenido ese pico alto de éxito, pero tampoco de fracaso. Me he ido manteniendo poco a poco, haciendo proyectos, si no era teatro era tele o cine, algo pequeño, luego algo más grande. Ese es el gran reto.
A nivel personal, el reto es poder seguir manteniendo a mi familia, a mis amigos, seguir cuidándolos en la medida que mi trabajo me lo permite, porque, a veces, este trabajo es muy absorbente y no tienes día. Intentar encontrar esos ratitos para mi gente, para mí.
Y poder viajar, que es mi gran pasión, lo que más me resetea de todo, descubrir otros mundos. Y me libera también de la mirada del otro, porque en España, cada vez que salgo de casa estoy siendo juzgada, si soy o soy la de la tele, si estoy más guapa o menos guapa, todo eso. Cuando salgo fuera me libero de todas esas miradas, soy yo, y es maravilloso encontrarme con esa Kira.
¿Le preocupa el paso del tiempo o vive el presente?
Me preocupa y veo lo rápido que pasa el tiempo, y tengo momentos de vértigo, a veces pienso: ''Ya tengo 43 años, ¡esto pasa volando!'', pero intento estar en el presente para no agobiarme, darle la importancia justa.
Soy de metas cortas, de no agobiarme por todo lo que viene, sino de plantearme lo que pasará la semana que viene, y así se va pasando la vida y la voy disfrutando.
¿Echa de menos el mar?
¡Sí! Soy una apasionada del kitesurf, me encanta. Siempre intento buscar trocitos de mar, irme a Málaga o Tarifa, escaparme a las islas. El mar me cura el alma.
¿Tienes planes de verano?
Este verano termino la grabación de la serie Machos Alfa y tengo una película que empiezo a rodar a finales de agosto. Entre una cosa y la otra, voy a poder hacer un viaje. No tengo claro a dónde, porque yo soy de último minuto, pero me iré lejos, a descubrir otro país.