Johanna Rose es una rareza en casi todas las facetas de su vida. Violagambista de altura, alemana afincada en Sevilla, devota del flamenco y yoguini en sus ratos libres. Acaba de lanzar su primer disco en solitario 7 Movements, grabado únicamente con el inconfundible sonido de su viola de siete cuerdas, con composiciones de Bach y los Sainte-Colombe.
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La instrumentista imprime su fuerza y elegancia a siete piezas adaptadas por ella a las particularidades de su instrumento, convirtiendo las partituras concebidas por los genios del barroco en renovadas obras de arte contemporáneo. Lo que le ha valido tres nominaciones para el prestigioso premio alemán Opus Klassik.
Su carrera musical la ha llevado a tocar en escenarios de todo el mundo: de Hong-Kong a Canadá, de Sudamérica a Japón y por toda Europa, en países como Suiza, Bélgica, Hungría, Croacia, y por supuesto, Alemania y España donde está afincada desde 2008.
Comparte vida y pasión por la profesión con el sevillano Fahmi Alqhai, violagambista también de talla mundial, que dirige la Accademia del Piacere y el Festival de Música Antigua de Sevilla.
Eres una de las pocas mujeres dedicadas en cuerpo y alma a la viola da gamba, ¿por qué elegiste este instrumento?
En realidad empecé dedicándome a otra cosa totalmente diferente. A los cinco años cantaba en un coro. A los nueve, y por tradición familiar, mi instrumento principal fue el violonchelo. La viola da gamba la conocí bastante más tarde, cuando tenía 17 años, y por casualidad.
Una de las pocas mujeres violagambistas conocidas en el mundo, era mi vecina, Hille Perl. Yo iba al colegio con su hija, y entonces me enseñó el instrumento y me animó a tocarlo sin conocer el repertorio, ni nada. Había algo que me fascinaba en ese instrumento. Me pareció el modo más natural de tocar, con una sensación diferente, y a partir de ahí, decidí dedicarme a la música profesionalmente. Fue una decisión alocada de juventud, sin tener nada en cuenta, sin visión de futuro (se ríe).
Mucho más difícil plantearte el futuro en la música con este instrumento que si hubieras seguido con el violonchelo, por ejemplo.
Efectivamente, porque con el violonchelo hay muchos más puestos, hay mucha más demanda...
¿Cómo es de especial este instrumento?
Viola da gamba es un instrumento que a simple vista se asemeja a un violonchelo por tamaño y por forma. Si hablamos de la viola da gamba baja, porque en realidad da gamba es toda una familia de instrumentos hermana de la familia de los violines, pero que no tiene nada que ver, y los hay en todos los tamaños.
Su origen es español, al parecer. Creo que se encuentran en Valencia los primeros dibujos que demuestran la presencia de este instrumento en el Renacimiento y en el Barroco, sobre todo. Tiene seis o siete cuerdas y con siete trastes, muy parecido a la guitarra.
El rango del instrumento es muy interesante, porque consigue llegar hasta un La, más grave que un violonchelo. Y también puede llegar a un rango muy agudo, dependiendo de la interpretación.
El nombre viola da gamba viene del italiano y se traduciría por viola de piernas porque se sujeta con ellas.
En casa debéis tener viola da gamba por todas las esquinas. Fahmi Alqhai también es violagambista.
Sí, exactamente. En casa tenemos hasta una viola medieval. Pero en realidad nosotros tocamos siempre con el mismo instrumento.
Eso sí, cada uno con el suyo...
Claro, no nos intercambiamos. A mi no me gusta eso (se ríe). El instrumento es muy personal se adapta al modo que tú tocas y nosotros tocamos de manera muy diferente. Está ajustado exactamente a nosotros.
Yo ajusto el instrumento con el luthier según mis necesidades: la altura de las cuerdas, el espacio entre ellas, elijo personalmente las que quiero poner, el tamaño y hasta el mango, está todo ajustado.
Eso es lo bonito que tiene la viola porque es un instrumento sin ningún estándar, nos aprovechamos de esto y lo hacemos realmente nuestro.
Has estado en concierto en Madrid.
Toqué en dos pueblos madrileños, en la serie Clásicos en verano, donde hay un cártel muy interesante, justamente en el entorno rural de la Comunidad de Madrid. Se celebran en lugares muy particulares, al aire libre, en el patio del Museo de Tielmes. Y el domingo en San Martín de Valdeiglesias en la iglesia de la localidad.
¿Qué repertorio pudo escuchar el público?
El último programa que he grabado, el disco 7 Movements.
¿Qué hace una violagambista alemana viviendo en Sevilla?
Fueron motivos profesionales y personales los que me llevaron hasta Sevilla. Yo empecé en realidad a estudiar en Basilea, estuve allí dos años con Paolo Pandolfo, después me fui a Italia.
Estuve en Lugano y en Milán con Vittorio Ghielmi, Lorenzo Ghielmi y Rodney Prada, y allí había muchos sevillanos que estudiaban la viola da gamba.
Gran parte de la clase venía de Sevilla o habían estudiado allí, y entonces empecé a oír a hablar acerca de la escuela que había creado Ventura Rico en el Conservatorio, en Sevilla. Ventura me parece un músico fantástico con un estilo también completamente diferente de lo que había visto hasta ese momento.
Me vine a hacer todo el Conservatorio Superior con Ventura, y aquí me he quedado.
Contenta de vivir en Sevilla...
Un lugar fantástico para vivir, con una calidad de vida muy alta. Pero para viajar, quizás se podría elegir mejor. En esta profesión estamos todo el día viajando...
Pero en Sevilla se vive muy bien y hay muchas iniciativas de la música antigua que funcionan muy bien y esto hay que apoyarlo.
7 movements es tu tercer disco y el primero en solitario.
Eso es. El proceso de creación comenzó en el año 2020, durante el confinamiento por la Covid-19, cuando la reclusión forzosa hizo que tuviera más tiempo para adentrarme en el repertorio del compositor alemán. Es una conversación con Bach y los Sainte-Colombe (padre e hijo).
A lo mejor hubiera elegido otro programa, pero era un momento de búsqueda, de ver qué podía ofrecer con la viola da gamba interesante y no el mismo programa estándar que se suele hacer, ir un poquito más allá. Y con todo el tiempo extra que teníamos, me decidí por este repertorio que es bastante difícil e intenso.
La viola da gamba de Johanna ha sido construida especialmente para su último trabajo por Robert Louis Baille, luthier afincado en Sevilla.
¿El Barroco es más fácil de escuchar para el público que otros estilos?
Creo que en la música de Barroco hay algo muy cercano, y muy directo. Es fácil para el oyente captarlo. Esto no quiere decir que la música sea más fácil porque no lo es, pero llega directamente al que escucha.
Es como la música popular o por ejemplo, cuando pensamos en Las cuatro estaciones de Vivaldi, que se queda en la cabeza como resonando. La belleza es bastante directa en el Barroco. No se puede generalizar para todas las obras y obvio, que también hay en el Romanticismo obras que son fáciles de escuchar.
Pero a veces se dice del público que tiene que saber mucho de música para valorar la clásica, para escuchar a Bach, y esto no es así. Justamente la complejidad de esta música, nos ayuda a que entre de forma más fácil en el oído.
Cuentas con tres nominaciones para el prestigioso premio alemán Opus Klassik, ¿qué supone para ti?
Eso es. Estoy nominada, aunque no he ganado. Pero para mí es un honor muy grande estar nominada junto a otros artistas a los que admiro. Son los premios más importantes de la música clásica que se dan en Alemania.
¿Qué otro tipo de música escuchas?
En mi día a día, escucho música clásica, pero tuve alguna época que escuchaba, rock, heavy metal y cosas así. Tambien alguna música pop e incluso música latina. Y desde que trabajamos con flamenco aqui en Sevilla, también escucho mucho flamenco. Mucha variedad.
¿Tienes algún hobby?
Tengo dos hijas que son un hobby muy grande y me quitan mucho tiempo. Y desde hace unos años pratico yoga.
Intento integrarlo en mi día a día. Me gusta mucho su filosofía y en general, me gusta el deporte. La música requiere estar bien físicamente, tengo que entrenar y el yoga me ayuda con la parte de tonicidad y también con la respiración.