Vuelve la mítica serie infantil Pippi Calzaslargas a la televisión, de la mano de Filmin, que la ha incorporado a su catálogo.
[Pippi Calzaslargas, símbolo feminista por su rebeldía, cumple 75 años]
La serie se ha convertido hoy en un icono de rebeldía y libertad, que consiguió atraer hacia la pequeña pantalla, a los niños de los 70 que seguían embelesados las aventuras de una niña llamada Pippi.
Lejos de dramatizar, la pequeña que vive sola en su casa, Villa Kunterbunt, huérfana de madre y con un padre pirata, se divierte de lo lindo.
A Pippi, dotada de una fuerza sobrehumana, la acompañan sus inconfundibles trenzas pelirrojas, su caballo de lunares llamado Pequeño tío y el señor Nilsson, su mono tití. Sus mejores amigos son Tommy y Annika, dos niños de su misma edad que asisten fascinados al estallido de diversión que supone estar con Pippi.
Esta adaptación televisiva de las aventuras de Pippi Långstrump se pueden disfrutar ya en 13 episodios que integraron la serie original de 1969, y que fue estrenada en España por Televisión Española, en 1974.
Aterrizó en la sobremesa de los sábados de los españoles, un año antes de que la dictadura finalizara. Los directores de programación y censores apenas alteraron algunos elementos nimios de este personaje irreverente, que se hizo popular de inmediato.
Pippí se ríe de todo y de todos, tiene una fuerza descomunal y fuma en pipa. Ama la naturaleza y a los animales y detesta el abuso de poder.
La actriz Inger Nilsson fue la encargada de dar vida, con 10 años, a este entrañable personaje, papel que le valió para ganar el TP de Oro al personaje más querido de la televisión en 1975.
Una vida difícil
La mujer que había creado a la 'niña más fuerte del mundo', tampoco se quedaba corta. El personaje de Pippi nació en 1941 cuando Astrid Lindgren estaba a los pies de la cama de su hija enferma de neumonía y en un momento febril, la niña se inventó el nombre. “Cuéntame el cuento de Pippi Calzaslargas”, dijo.
Astrid Lindgren, un ama de casa, vivía entonces en un discreto piso en Estocolmo, donde tras seis décadas escribiendo se convertiría en una escritora consagrada y en un icono del feminismo.
Su vida no fue un camino de rosas. Lindgren nació en una granja de Smaland y tuvo una infancia feliz, libre y en plena naturaleza. A los 16 comenzó a trabajar en el periódico local y a los 19 años se quedó embarazada del director, un hombre casado con siete hijos.
Era el año 1926, y tener un hijo fuera del matrimonio era algo impensable, así que tuvo que marcharse a Estocolmo sola y sin dinero. Allí tuvo a su hijo Lasse en Dinamarca, en el único hospital donde no pedían el nombre del padre. Lo dejó con una familia de acogida y cuando el pequeño contaba con 3 años lo recogió, y se lo llevó a Estocolmo a casa de sus padres.
Se casó con Sture Lindgren, de quien era secretaria, con quien tendría un segundo hijo, una niña llamada Karin.
Cuando en 1945 se publicó Pippi, el libro se convirtió en el salvavidas de la editorial Rabén & Sjögren que estaba a punto de quebrar y además, sirvió para posicionarse como texto de vanguardia nórdica. Se trataba de una nueva forma de literatura infantil que hablaba a los pequeños de igual a igual. Hoy icono de la cultura pop.
Astrid Lindgren fue una adelantada a su tiempo, conectando con los niños como muy pocos autores han logrado, sin filtros y sin cargas autoritarias. No hay en sus libros ningún tema tabú: libertad, ecología, muerte, enfermedad… La escritora vió como los niños carecían de poder y sintió que tenía que empoderarlos.
Además, la autora dedicó su vida a luchar contra la injusticia, logrando la reforma de la legislación fiscal y consiguiendo que se promulgaran leyes como la del maltrato animal conocida como Ley Lindgren.
Sin duda, una mujer independiente, indiferente a las convenciones fijadas para cada sexo, que se convirtió en precursora de una nueva literatura infantil, y con el tiempo, en símbolo del feminismo.