Autoras de palabra con Rosa se ha citado por skype con una autora muy especial, actriz de profesión, que ama la palabra escrita y gustó y saboreó la interpretación. Carme Elías, que ahora lejos de interpretar, vive una historia real donde la memoria, se desvanece y trata de atraparla mientras pueda antes de que deje de ser ella.
[Carmen Posadas: "El éxito es la mejor venganza contra quienes nos miran por encima del hombro"]
Carme Elías publica Cuando ya no sea yo (Planeta, 2023). Un relato honesto, sensible y conmovedor. Un testimonio sobre el Alzheimer que padece con el sentido del humor y la emoción.
Como actriz es de las más reconocidas y queridas de nuestro país. A lo largo de su carrera ha combinado sus trabajos de interpretación en el cine, el teatro y la televisión. Ha sido galardonada con diversos premios: goya a la mejor interpretación femenina protagonista por Camino (2008), premio Gaudí de Honor en 2021, y recientemente, ha recibido la Medalla de Oro de la Academia de Cine.
“Escribo esta historia agradecida de vivir las palabras. Contarlo en primera persona y llegar a todos los sitios por si puedo ayudar en esas familias donde todo se queda guardado”, dice la autora.
“El miedo que había visto en mis mayores del teatro a que una palabra no saliese de su boca cuando debían decir algo, yo lo estaba sufriendo cuando no era capaz de verbalizar el texto de 'Las consecuencias' (2021) una película de Claudia Pinto, donde debía interpretar un monólogo intenso y emocionante en el que yo me sentí insegura, con mucho miedo a equivocarme”
Esas mismas inseguridades se repitieron en el teatro, pero no todo lo que te estaba pasando, era por el miedo, el pánico escénico, o quizás el estrés.
Fue un recorrido muy largo, sin saber qué me estaba ocurriendo. Vivía en una continua incertidumbre, esa palabra horrible que deja de existir cuando por fin sabes lo que tienes.
Cuando me los diagnosticaron pensé que por fin podía descansar, aunque lo que se me avecinaba era terrible.
Lloré muchísimo y sigo llorando, pero ahora es un desahogo. Sé qué me hace bien. Aceptas lo que te toca cuando comprendes que no decidimos sobre nuestras vidas.
“Al” es mi amigo invisible, silencioso. Ese ladrón de armarios y de vida que se va llevando cosas hasta que solo quede la armadura. Convivo con él como un romance duradero y definitivo. Estamos atados por su amor hacia mis células. Un amante obsesivo y traidor.
Ese vaivén de tu memoria: unas veces muy precisa y otras, tan errática.
Escribí diarios durante distintas etapas de mi vida. Ahora lo importante no es el fin, sino el mientras tanto y el ahora. El día a día que hay que aprovechar. Y lo que importa, que es vivir ahora mismo.
La vida relajada trae también cosas buenas. Vivir el presente. Escribir y dejar que las cosas surjan sin ser forzadas. Estamos en el trajín de la vida y aunque te tomes tus vacaciones sigues con una responsabilidad, estudiando o cuidando de tu familia. Aún sigo teniéndolas.
Pero todo se ralentiza y te ayuda a escribir, a leer poesía y dejar que las cosas fluyan, ser capaz de disfrutar de un paisaje, una nube que se dibuja en un cielo azul. Y llegas hasta donde llegas, a lo que hay, miras hacia donde vas, pero como sé a dónde voy, eso ya no me gusta tanto y entonces vienen las lágrimas y la liamos.
Me gusta la verdad. Era partidaria de ella en el escenario y ahora también en la vida. Eso no quiere decir que tengas alguna mentirijilla o guardes un secreto, todo el mundo los tiene. Pero prefiero la verdad.
El mejor medicamento para esta enfermedad es que todas las personas que te acompañan sean sinceras. Completamente sinceras. Sin mentiras piadosas.
Es muy bonito notar el cariño de la gente. Porque a veces cuando eres actriz vas de un lado para otro con mucho trajín aprovechando los viajes en tren, en tranvía, o por las calles, y ni te das cuenta de que la gente te saluda y si lo hace, incluso te molesta, y, sin embargo, ver que la gente está a mi lado en este momento lo agradezco mucho, pasan cosas muy bonitas.
Niva es la perrita que me pasea y eso está muy bien porque me obliga a salir a la calle y enfrentarme al panorama y se lo recomiendo a todo el mundo siempre que puedas cuidarlo. Ellos saben que no estás bien y te muestran su cariño. El mundo del perro es maravilloso. Niva es mi gran compañera de viaje.
Entre las fotografías que acompañan su libro están las de sus dos hermanos: Josep María y Joan siempre a tu lado. El capitán de tu barco de cerca y de lejos.
Joan tiene la posibilidad y el tiempo para hacerlo ahora y menos mal que está tan disponible, aunque él tiene que tomar vacaciones de mí porque yo también soy muy intensa. Así que prefiero que desaparezca un rato porque lo agoto.
Josep ha sido un gran ejemplo para mí en la vida. Él tiene una manera de estar en la vida que es ejemplar. Tuvo la polio cuando era pequeño y no había remedio curativo. Naturalmente, quedó afectado por esa enfermedad, pero eso, no le ha impedido hacer una vida normal, sino todo lo contrario, tiene una hija estupenda, ha estudiado, trabajado en todo aquello que le ha permitido moverse en ese estadio que era su vida, así que claro con estos ejemplos de hermanos y de padres no puedo fallar. Tengo que estar bien.
Reír es una bendición para el alma, un gran remedio.
La amistad no siempre es para siempre. Pero el camino recorrido, lo vivido y lo aprendido sí. Lo que has aprendido, el amor, el aprendizaje de vida. Todo cuenta y yo les agradezco incluso a los que pertenecen a otras épocas de mi vida y que ya no les veo, lo que han sido en ese momento. Porque los amigos te hacen avanzar y eso es muy importante.
Saber cuidar supone un aprendizaje para todos.
Hay personas que no saben. No se atreven porque hay distintas enfermedades y a veces esto se confunde. Como mi enfermedad es de las que te van dejando sin memoria, pues a veces les da apuro.
Yo quiero que me hablen normal, con el discurso normal, y si yo no entiendo algo ya algo la señal de stop. No quiero que me hablen como si fuera una niña pequeña que ha perdido la cabeza porque todavía no la he perdido del todo. Sé que la acabaré perdiendo del todo y para ellos es muy difícil saber en qué momento estoy, excepto los que te ven a menudo.
Entonces creo que hay que ser lo más normal posible y ya te avisará tu instinto hasta donde puedes o quieres ir y recordar aquello que he olvidado.
Yo prefiero que me digan: es que no sé qué hacer, pues yo te lo cuento y llegará un momento que no tendré esa capacidad y cada uno tendrá que seguir su impulso y su sabiduría.
Poder decidir confiando en tu familia. En ese final. Un derecho que nos pertenece.
Soy la única que puede decidir cómo quiero morir, y quiero que sea dignamente. Una que tenga lugar cuando ya no reconozca a mis seres queridos, ni pueda lavarme sin ayuda, o hable un idioma indescifrable. Cuando mi cerebro ya no esté o sí, pero no se sabe dónde, ni aquí ni ahora. Vivir sin ser yo no es vida. No quiero.
Escribes una única carta a “Al” sin entender por qué te eligió a ti. ¿Por qué yo? ¿Por qué a mí?
Sí. A veces buscas respuestas. Quizá sea por esta o por otra razón. Porque yo tenía un antepasado con muy mal humor y quizás fuera por eso y como no se diagnosticaba… Te haces preguntas, pero esa es una etapa que yo ya he pasado.
Voy pasando etapas y si alguna vez me hago una pregunta, me respondo que lo que importa es el aquí y el ahora. Darme cuenta de que me doy cuenta significa estar viva todavía.
Esa sabiduría me la ha enseñado realmente el teatro. El aquí y el ahora es un entrenamiento. No es que se te escape el personaje del todo, pero la cabeza tiene momentos que van y vienen y el estar en el ahora y en el aquí, ahora me sirve para esta enfermedad. No irme al pasado porque te llena de ternura y de lágrimas y el futuro es terrorífico, entonces el aquí y ahora me sirve para este momento.
Todo cuanto escribes son regalos de tu fugitiva memoria. Y al mismo tiempo un regalo que haces como escritora. Carme escribe maravillosamente bien, por cierto. Ella dice que es como volver hacer el camino de Santiago que ya conoces y puedes permitirte ir a otro ritmo. Afirmo que ha hecho un camino de Santiago precioso.
Cuando ya no sea yo, pero mientras tanto seguirás adelante en el aquí y el ahora.
Esperemos que todo vaya más lento de lo que mi vida alcance.
Nos despedimos con mi gratitud por su valentía de querer compartir su vida. Un pasado vivido y un presente. El presente que es lo que de verdad importa. Ese “aquí y ahora”.
Carme lo hizo con un: “Hasta siempre”