Pati Galatas, profesora de yoga de Tamara Falcó: "Parece que si no piensas en ello, no te mueres"
La historia de la profesora de yoga, que da clases privadas a celebrities, es un viaje a través del conocimiento de esta práctica y de su experiencia que ahora, ha transformado en un libro.
21 junio, 2023 02:09“La vida tiene maneras invisibles y misteriosas de abrirse caminos. Que no lo veamos no significa que no sea así. Creo que algunos los elegimos, otros nos eligen a nosotros, pero nada ocurre por azar. Antes del 15 de diciembre de 2011 no sabía nada de esto y, sin embargo, creía que lo sabía todo sobre la vida. Emprendí el viaje más duro, importante y transformador de mi vida”, así comienza el libro que acaba de publicar la profesora de yoga Pati Gálatas, Yoga para cambiar tu vida (Lunwerg Editores, 2023).
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La profesora de famosos como Tamara Falcó, el interiorista Lorenzo Castilla o la productora de MasterChef, Macarena Rey continúa con sus clases privadas de yoga, mientras prepara su plataforma online para que todo el mundo pueda conocer de primera mano una práctica que a ella le salvó la vida. Cuenta a MagasIN cómo fue su bajada a los infiernos y su viaje de vuelta.
¿Qué te ocurrió en 2011?
En diciembre del 2011 mi marido, al que le habían detectado un cáncer, murió. Ocurrió todo muy rápido. Le detectaron la enfermedad y enseguida, en diciembre, perdí a Fernando en el hospital. Y ahí, en el hospital, comenzó mi viaje, cuando me quedé viuda, sola y me replanteé toda mi vida.
Te viniste abajo...
Cuando te pasa algo así, y lo digo en el libro, sales de tu cuerpo. Realmente, lo primero que te pasa es que te pierdes, no te ubicas en ningún sitio. Sientes muchísimo dolor, y muchísima tristeza. Y desubicada, sufría mucho y sentía todo mucho. No tenía planes, no sabía qué hacer con mi vida.
Yo trabajaba con mi marido, siempre juntos, teníamos una relación estupenda de amigos, teníamos un núcleo en la pareja muy potente. Cuando ocurrió, me sentí como si me faltara una parte de mí, porque yo no me reconocía. Y empecé mi viaje, en ese estado de dejarme llevar por la vida, porque no tenía poder de decisión, ni podía pensar en el futuro, nada más que dar un paso y después otro.
¿Dónde te llevó tu viaje?
Comencé en Italia, pensando que iba a estar solo cuatro días. De hecho, me fui con un billete de ida y vuelta. Y en Italia conocí a un maestro de yoga de Los Ángeles, que era especialista en artes marciales, un maestro muy potente, y acudí a su retiro.
A los pocos días de estar allí, me dijo que yo tenía que ser profesora. Vio algo muy claro en mí y me animó a que siguiera. Anulé mi vuelta a España y gracias a todo ese tiempo que pasé allí ascendí a otro nivel de yoga que me estaba ayudando en la situación tan complicada en la que estaba.
Desde Italia viajé a Los Ángeles para seguir formándome y volví a España. Me llamaron para ir a México y me contrataron y me quedé en México. La vida me iba abriendo puertas y yo entraba, entraba porque no tenía nada que perder, y entonces yo me lanzaba. Y así fue como acabé viviendo entre México y Los Ángeles, durante mucho tiempo.
¿Cuánto tiempo estuviste fuera?
Siete años. Me fui para cuatro días a Italia, y una cosa me llevó a la otra. Y en México es que era una vida totalmente distinta, con una naturaleza muy salvaje, que la verdad es que me ayudó un montón. Mi camino siempre ha estado guiado por el yoga de alguna manera, y las oportunidades de la vida me las ha traído el yoga siempre.
Porque tú dices en el libro las crisis vitales son oportunidades únicas. ¿Tu crisis vital te dio fuerzas y te cambió para siempre?
Todo ese viaje que hice fue como de despertar, tuve que encontrarme para poder volver a vivir, porque dejé todo atrás. Dejé a mi familia, dejé todo porque estaba sola en un entorno totalmente diferente, con gente totalmente nueva.
De alguna manera me destruí y bajé casi a los infiernos para luego volver a reconstruirme. Estar a la vez, tan lejos de toda mi vida, me ayudó a buscar dentro mi esencia. Y ahí está la transformación. Realmente he cambiado muchísimo, he sacado muchas cosas de mí que yo no sabía que tenía.
Dices que "no hemos venido al mundo a sufrir ni tampoco a trabajar, comer y dormir, que venimos a aprender, crecer y compartir".
Yo veo un antes y un después. Ahora vivo de otra manera porque cuando me pasó lo que me pasó, de repente un día todo lo que me preocupaba se esfumó. Cuando Fernando se puso enfermo y estábamos luchando contra la muerte, todo lo que me preocupaba de repente se esfumó. Lo que me quitaba el sueño, aquello que me producía estrés dejó de ser importante, y entonces, te das cuenta de lo que realmente importa en la vida.
No nos damos cuenta de que tenemos un tiempo muy limitado. Parece que si no piensas en ello no te pasa, no te mueres. Se trata de vivir el presente y esto no significa no hacer nada, sino trabajar en lo que te gusta y hacer lo que te gusta. Busca, no es fácil, pero si lo buscas lo encuentras. La vida está abierta para darte lo que buscas. Pero necesitamos encontrar primero lo que queremos, y vivir el presente porque estamos metidos siempre en pasillos muy estrechos.
Ya habías descubierto el yoga antes cuando contabas con tan solo 17 años
Me encontré con el yoga por pura casualidad. Tuve muchísima suerte de dar con el pedazo de maestro que tuve, cuando no había yoga en España prácticamente. Él daba clase a muy poca gente, buenísimo, y nos enseñaba las posturas, pero también nos enseña alimentación, a cuidar nuestra energía. Me enamoré de esa práctica, desde el principio. Lo dejé porque me fui a Londres. Cuando volví lo retomé e hice mi primera formación de profesores. Entonces yo era empresaria, teníamos dos tiendas de moda que se llamaban A quemarropa ubicadas en la calle Lagasca de Madrid, y mucho trabajo...
Tu consejo práctico para la vida es que si estás atravesando por un mal momento, tira de naturaleza: pasea, sal, y déjate llevar.
Es que no somos conscientes del poder que tiene la naturaleza, se han hecho muchísimos estudios. La naturaleza tiene unas vibraciones que te equilibran. Cuando vivía en México era todo selva y mar, el Pacífico salvaje. Muchas veces, cuando me encontraba mal, simplemente salía y el simple hecho de pasear y respirar hacía que las preocupaciones se diluyeran.
No todo el mundo vive cerca del mar, pero yo ahora, por ejemplo, que estoy trabajando en casa, cuando me siento cargada, me pongo las zapatillas y me voy a un parque, me voy a un sitio donde hay árboles y simplemente oír la brisa, los pájaros, mirar las hojas que se mueven, esto me saca de todo y realmente es algo que está científicamente probado. Las cosas que tenemos más a mano, y las más simples son las más potentes, y no les damos ese crédito. Pero, para mí, la naturaleza ha sido sanadora totalmente. Uno de las ayudas más grandes que he tenido.
¿Cómo ha cambiado tu cuerpo y tu mente con el yoga?
Mucho. Hay mucha gente que me dice: ¡yo no soy nada flexible y no voy a poder hacer nunca las posturas esas que haces! Pero no tienes que tener expectativas con el yoga en realidad, porque no tienes que llegar a ningún sitio. La misma práctica te lleva ahí porque la respiración y el movimiento son dos compañeros que son muy fuertes. Si haces yoga un poco constante, tu cuerpo se abre. Cuando conocí a mi maestro, durante ese tiempo en Italia, nunca había estado más fuerte en mi vida, conectada con mi fuerza interior.
También depende del tipo de yoga que hagas, porque hay muchos tipos. Hay estilos de Yoga como el Vinyasa o el Ashtanga, que te procuran mucha fuerza y mucha flexibilidad.
¿Qué opinas del yoga Hatha?
Cuando empecé con Yoga los más comunes que podías encontrar eran el Ashtanga, Hatha e Iyengar. En occidente ha mutado al Vinyasa, que es como Ashtanga, pero sin las series tan marcadas y un poco más creativo. El Hatha son posturas más estáticas, no hay tanto movimiento, tanta transición de una postura a otra, pero son igualmente maravillosos. Cada tipo de yoga, tiene un foco diferente y tienes que encontrar el que más va contigo. Por eso siempre aconsejo probar estilos, probar profesores y luego cambiar. Eso es lo bueno, que es muy amplio y hay espacio para todo el mundo.
¿Por dónde aconsejas empezar?
Si no lo has probado nunca, a lo mejor es bueno que encuentres una clase que esté cerca de tí, de donde vives o trabajas, que no te cueste muchísimo ir porque la tienes a mano, y probar.
También te puedes animar a utilizar las plataformas online o incluso combinarlo. Por eso quiero también ofrecer online, porque hay mucha gente que directamente me pregunta por las clases digitales, ya que la mayoría tiene un determinado tiempo libre en su casa y quiere hacer una práctica.
Por eso, es interesante encontrar clases online para principiantes, en las que te enseñen a respirar, a moverte. Yo soy muy fan de los saludos los al sol porque si eres principiante puedes empezar por hacerlos. Te enseñan a moverte y encajar la respiración en ese movimiento.
¿Qué se necesita saber para empezar?
En el libro he intentado poner respuesta a las preguntas que todo el mundo se hace y que yo también descubrí cuando empecé. Por ejemplo, con respecto a cuándo comer, recuerdo que comencé a ir a clases, tenía que hacer una torsión, había comido una hora antes y no me podía ni mover. En Yoga estás manipulando y cambiando muchas cosas a nivel interno. Los órganos se mueven y se retuercen. A partir de ahí, yo hice muchos cambios de hábitos alimenticios porque me lo fue pidiendo el cuerpo. Así que lo primero que diría es que practiques con el estómago vacío.
En cuanto al dónde, hay que buscar un sitio que sea fácil y recurrente. Si lo realizas en casa, utiliza siempre el mismo rincón, ese es el espacio donde estás haciendo algo por ti, estás cargando tu energía y también se carga de energía ese lugar.
¿Por la mañana o por la tarde?
Hay muchas teorías, por ejemplo, los entendidos en Ashtanga aconsejan hacerlo a primera hora de la mañana a eso de las seis y media porque dicen que las ciudades están dormidas y tu mente está mucho más tranquila, pero es verdad que tu cuerpo está más rígido.
Con mis años de experiencia te digo: práctica cuando puedas, porque es difícil encajar esa hora de la mañana en la agenda. Eso sí, si puedes que sea siempre en torno a la misma hora.
¿Cómo de importante es la meditación?
La meditación es una herramienta mágica. He tenido muchos profesores que me decían que la meditación llegaba siempre después de un tiempo de práctica. Aseguran que claro, sentarte a meditar por las buenas, que al minuto y medio te empieza a doler la pierna, empiezas a pensar en la lista de la compra, etc., porque realmente el yoga te ayuda a entrar en un estado físico y mental, que te prepara para la meditación. Te has quitado todas las tensiones de encima y la mente está tranquila. Después de una práctica de yoga deberías de sentir que estás muy tranquila, y ahí sí que te puedes sentar a meditar de 10 a 15 minutos, con lo que se consigue que tu mente esté equilibrada.
Aconsejas escribir un diario para tomar las riendas de la vida.
Yo lo llevo haciendo desde hace muchísimos años, porque muchas veces no conectamos con lo que somos ni lo que queremos. Estamos tan enfocados en lo que hay fuera, en vivir la vida y en llegar a todo... que realmente nos alejamos de nuestra esencia.
Con la escritura pasas tus pensamientos al papel, y con la práctica, cada vez eres menos mental y entonces empiezas a escribir cosas que ni siquiera sabes que estás pensando, pero que salen al papel. Eso te da claridad increíble y cuanto más escribes, más te conoces, más empiezas a sacarlo todo. Es una forma de terapia.
Cuéntanos algunas asanas básicas...
Los saludos al sol, por ejemplo a mí me encantan y son muy potentes, como te decía antes, porque comienzas a conectar el movimiento con la respiración, que es lo más difícil cuando empiezas, e integran muchas posturas.
También soy muy fan de las posturas de pie. La postura del triángulo, es una postura que te enraíza, energizante, que te hace sentir fuerte, que te alinea.
También en ese sentido, la postura del guerrero. Adoro las inversiones, que hay mucha gente que tiene cierto miedo a estas asanas, pero se trata de romper ese patrón, porque un buen profesor y una buen pared, pueden ayudar mucho.
Te cambian la circulación de la sangre, los órganos se quedan como levitando, y tienen muchos beneficios. Entre ellos, son rejuvenecedoras. Y una fantástica es sabasana, la postura final. Entras en una relajación increíble.
Tu cuerpo absorbe la práctica que has estado haciendo durante una hora, así que aprovéchalo y túmbate cinco o diez minutos en el suelo, simplemente para sentir tu cuerpo y respirar, es muy importante.