Mónica Carrillo es licenciada en Periodismo y diplomada en Turismo. Presenta los informativos de fin de semana en televisión.
Hubo un tiempo
en que fui feliz
Los brazos entrelazados
Los cuerpos del ir y venir
El veneno envenenado
El antídoto del yo sin ti
Hubo un tiempo
no hace tanto
en que no necesité escribir.
Para Mónica Carrillo escribir se ha convertido en algo terapéutico. Una catarsis. Una necesidad. No concibe estar sin escribir aunque no publique. Surge al escuchar una canción, caminando por la calle, o cuando le barrunta una idea y de repente una palabra le resulta luminosa y evocadora y algo se enciende dentro y lo lanza.
“Necesito sentir emociones y emocionar a los demás. Y cuando lo recibe el lector, haber removido a lo mejor en otro sentido, de otra manera, porque lo que me encanta es que el microcuento se hace un traje a medida para el lector porque al hablar de amor o desamor— no tiene por qué ser de pareja—estamos hablando de sentimientos y emociones, y parece, que lo hayan escrito para ti. Y de repente otra persona te dice que también es para él porque, en lo esencial, nos parecemos mucho”.
Lleva escribiendo diez años: “Mil microcuentos. Cuando los releo es divertido tratar de recordar qué estaba haciendo o en quién estaba pensando. Cuando los lectores también releen y sienten de forma diferente, esa evolución es maravillosa porque no somos seres inertes”.
“Las redes son uno de los mejores sitios donde dejar un microcuento porque la gente pasa por ahí y lo recoge y se lo apropia. Sientes que ha tenido magia y te das cuenta de cómo se vitalizan cinco palabras”, cuenta: “No me preocupa si está infravalorado un microcuento. Solo me quedo con lo positivo que pueda generar”.
Divide los 100 microcuentos en: Deseo, El paso del viento, Tiempo. Un inicio, nudo y desenlace: “Todo es de una manera estudiada. No ha sido fácil elegir entre tantos pero sí el viento como nudo argumental”.
Quiéreme. Fue la peor manera de conjugar el verbo.
“Conjugamos mal el verbo querer. El imperativo tenía que ser desterrado. Pedir ya está dejando al descubierto muchas carencias. El amor propio sería el primero que tendríamos que trabajarnos”.
Desnúdame deprisa que tengo daño.
“Eso es lo que me gusta. A partir de poquitas palabras sobre todo es que te haga mirarte hacia adentro y te haga sentir cosas. Emocionarte y aprender de ti. Releerse a uno mismo es bueno, no tanto mirarse el ombligo, sino releerse, conocerse y perdonarse”.
¿Ves aquello que pasa volando a lo lejos? Es el tiempo que perdimos pensando sin decidirnos.
“En este mundo tan rápido y bullicioso, por el que vamos tan deprisa, el microcuento es tramposo porque te atrapa. Es atractivo por ser breve y como es tan corto decimos: ‘¡Ah! esto sí’. Y de repente te da un pellizco y dices: ‘Cuidado con las pocas palabras que te pueden poner del revés’”.
Pasé tan a limpio tus recuerdos que te borré.
“La inteligencia emocional es tan compleja. Gestionarse bien uno mismo es la mayor tarea que tenemos. Es importante el diálogo interno. Una relación saludable contigo misma te va a convertir en alguien más luminoso: mejora las relaciones, los vínculos”.
Cómo no me vi venir.
Cómo no salir huyendo.
Ahora, parada en tus alas,
sigo esperando un golpe de viento.
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