Desde que Theresa Zabell (Reino Unido, 1965) dejara la competición con dos oros olímpicos -no fueron más por las muchas trabas que encontró “fuera del agua”-, ha sido parlamentaria europea, vicepresidenta del COE, es presidenta de la Fundación ECOMAR, de la Asociación Española de Mujer, Ejecutivas y Deporte (AEMED)…
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Lleva casi un cuarto de siglo luchando contra la contaminación del mar. Ha querido “devolver” cuanto ha recibido del mar. Hoy lleva la insignia de la Gran Cruz al Mérito Naval. En el tobillo, tatuados los aros olímpicos. Medallas y distinciones cuelgan de un tablero en su despacho.
Pregunta obligada. Hace 30 años de su oro en las Olimpiadas de Barcelona. ¿Cómo lo recuerda?
Es un recuerdo muy bonito que nunca vas a olvidar. Llegar a los JJOO ha sido tu ambición o tu sueño desde pequeña. Casi no te lo crees. Éramos las favoritas, campeonas de España, de Europa, del mundo y número 1 del ranking mundial.
Fue muy complicado porque nos desclasificaron equivocadamente en la primera prueba y nadie había logrado podio en esas circunstancias. Ganamos la medalla en la penúltima prueba. Hicimos una regata muy estratégica. Había poquísimo viento. Fuimos a hundir a las americanas, luego a las neozelandesas, a las japonesas… y encima “hicimos un primero”.
Usted ha contribuido a la transformación del deporte femenino. ¿Qué faltaría por cambiar?
A nivel de la práctica del deporte, hay casi igualdad. Siempre quedarán algunos flecos. La cobertura mediática del deporte femenino sigue estando por debajo del masculino, sobre todo en el fútbol. El resto está más equilibrado. Pero estamos muy por detrás en las posiciones de gestión del deporte. En España solo hay dos mujeres presidentas de federación.
Desde las instituciones ha intentado mejorar la situación de los deportistas. ¿Ha sido más o menos complicado que la competición?
Ha sido diferente. Yo creo que lo que aprendes en la competición y en una carrera deportiva es muy útil para lo que vas a aplicar después.
Esto es algo en lo que insisto mucho a los deportistas. Muchas veces se retiran con 30 años -o ahora con 40- pensando que no saben nada. Yo les digo que han aprendido cosas de un valor incalculable y que nadie más ha aprendido.
¿Cuántos años ha dedicado a la competición en vela?
Empecé a competir a los 15. Hasta los 34.
Cuando decide dejar la vela, ¿qué pesa más el cansancio físico o el mental?
En mi caso pesó más el mental. Sobre todo, por no entender el sistema. Yo físicamente me había recuperado del embarazo, del parto y estaba en plena forma. Estaba navegando bien. Pero no conseguía entender todas las piedras en el camino que encontraba fuera del agua.
En el deporte de élite, salvo unos pocos, se gana lo justo. ¿Merece la pena tanto esfuerzo y sacrificio?
Cuando haces algo que te gusta, no trabajas, te diviertes. Yo he procurado divertirme todos los días de mi vida y tengo la suerte de que, por ahora, lo voy consiguiendo. Es muy vocacional. Ahora está un poco mejor, pero en mi época, si conseguías vivir del deporte, eras un crack.
Cuando me fui a vivir a Barcelona a fin de prepararme para los Juegos, entrenaba, estudiaba y trabajaba a la vez para pagar mis gastos. En el 90 tuve la suerte de que me contrataran en un barco grande de regatas. Fui la primera mujer patrona de un barco de hombres. Eso también abrió las puertas. Los titulares eran: “Una mujer al mando”; no que hubiéramos ganado.
¿Cómo afronta su vida tras dejar la competición?
Yo siempre digo que una persona sin un objetivo es como un barco sin timón, que va donde le lleva la corriente. Es una decisión personal de cada uno de nosotros. ¿Tú qué quieres hacer? Eso es sentarte, decidirlo, marcarte un objetivo y poner rumbo a ese objetivo. A veces los objetivos cambian y no pasa nada.
Cuando dejé la vela olímpica, vine a vivir a Madrid y me hice la promesa de estar un año con mi hija. Es de las pocas promesas que no he cumplido, porque a los dos meses ya estaba montando ECOMAR y a los 9 meses estaba en el Parlamento Europeo.
¿Su marido le apoyó para que fuera al Parlamento?
Claro. Yo tuve esa misma sensación que tenemos casi todos los deportistas cuando te retiras: no sé nada. Necesitaba seguridad. Mientras decidía qué máster estudiar, me llamaron del PP para ir en sus listas al Parlamento Europeo.
Me sonó un poco a chino: ¿qué podía hacer yo allí? No pensaba ir, pero mi marido me dijo que era el mejor máster que podría hacer jamás. Entré en el Parlamento Europeo cuando mi hija cumplía dos años. Mi hijo nació a mitad de la legislatura.
¿Dónde vivían sus hijos en Madrid o Bruselas?
Olimpia estaba aquí y a veces venía conmigo. Como Eugenio tenía intolerancia a la leche, no le podía pasar al biberón. Así que los primeros seis meses me lo llevaba en una mochila a todas partes. Los compañeros le llamaban el “mini diputado”. Era como el niño de todos.
Lleva 24 años con la Fundación ECOMAR concienciando del deterioro del mar. ¿Ha calado el mensaje?
Ahora, en general, somos conscientes de que hay un problema. Cuando empezamos, no existía esa conciencia. Hablabas de cuidar el mar y el planeta y te miraban como preguntando ¿para qué? Por los programas educativos de ECOMAR pasan 20.000 personas al año. ECOMAR es mi pasión.
¿Qué programas tienen?
Ahora tenemos un programa para que los niños aprendan a cuidar del mar en las escuelas de deportes náuticos y estamos buscando financiación para llevar a todos los colegios de España un proyecto piloto que ya hemos ensayado.
También tenemos un programa muy grande de limpieza de costas. Con niños y mayores. Montamos eventos de voluntariado corporativo para las empresas que nos apoyan.
¿Cómo limpian la costa?
Limpiar recogiendo. Impartimos una master class explicando la causa de la situación actual. Lo más importante no es lo que recogemos. En septiembre recogimos una tonelada de residuos en el pantano de San Juan.
¡En una mañana una tonelada!
En el pantano éramos adultos, pero en las marismas de Odiel en Huelva, con niños, recogimos más de dos toneladas en una mañana. Luego hay otros lugares donde los residuos son pequeñitos y recoges 23 kilos.
Hay que actuar en origen. Nosotros decimos “hay que cerrar el grifo”. Podríamos ir a la playa a recoger todos los días y no acabaríamos nunca. Tenemos que gestionar mejor todos los residuos. Así que, después de recoger, separamos de forma selectiva para que la gente comprenda qué va a dónde y por qué.
No es fácil…
Claro. Nosotros vamos cada año a un centro de reciclado. Hay cosas que echamos en basuras equivocadas y así colapsamos el sistema. Todo esto es importante. Al final es una cadena y todos formamos parte, somos eslabones.
En 2021, llegaron al mar 72 millones de mascarillas en España. ¿Cómo es posible?
Igual que llega el resto de residuos. El 80% de la basura marina llega de tierra adentro. Sólo el 20% llega de la costa, de la marina mercante… Si mañana tiras una colilla al suelo, el agua la va a llevar a una alcantarilla. El agua siempre busca el agua: el riachuelo a un río y el río desemboca en el mar.
¿Son los océanos el pulmón del planeta?
La mayoría de la gente cree que el oxígeno viene sobre todo de los árboles, pero el 70% viene de los mares. De los diferentes ecosistemas. Todo es un equilibrio necesario: las plantas marinas, los manglares, el fitoplancton… El ciclo de agua dulce empieza en el mar.
En el Mediterráneo tenemos la posidonia. Un metro cuadrado de posidonia absorbe entre 15 y 35 veces más de CO2 que uno de bosque amazónico. Y encima suelta más oxígeno.
¿Qué otros proyectos tiene?
Fuera de ECOMAR estoy trabajando con un grupo de gimnasios, VivaGym. Mi objetivo es llegar al consejo de Administración el año que viene. Esto también es importante como mujer y como mujer deportista, porque todas las deportistas tienen que entender que después del deporte empieza otra vida.
También preside AEMED (Asociación Española de Mujer, Ejecutivas y Deporte).
Entre varias deportistas hemos montado la asociación para ayudar a las que vienen detrás, darles formación en gestión y derribar las barreras que impiden la igualdad real en el sector.
¿Ese mundo de gestión del deporte es un poco impenetrable?
Se han ido incorporando mujeres, pero a un ritmo muy lento. Pero ahora no están llegando más para aumentar ese número. Es un problema. A lo mejor las mujeres no se sienten cómodas, pero también nosotras tenemos que dar ese paso.
Hay una cosa muy curiosa. Yo entrevisto a gente para trabajar. Cuando entrevistas a un hombre para un puesto, está muy seguro de sí mismo. Sin embargo, una mujer no tanto. Nosotras tenemos que creer más en nosotras mismas. Somos muy capaces.
Usted dice que siempre está fuera de su zona de confort…
Siempre no quiere decir el 100% del día. En cuanto me doy cuenta de que me estoy acomodando, empiezo a buscar el próximo reto, que no tiene que ser dedicarte a algo nuevo. Es muy importante tener un buen equipo. En ECOMAR, sin ir más lejos, nos hemos propuesto el reto de doblar los ingresos…
¿Continúa haciendo deporte?
Sí, por lo menos 3 o 4 días por semana voy al gimnasio a las 7 de la mañana. Luego, no encuentras tiempo.
Vive en Madrid. ¿Echa de menos el mar?
Mucho. En Madrid estoy feliz. Es una ciudad que realmente acoge a todo el mundo. Pero tengo la suerte de que es muy rara la semana que no viaje a un sitio con mar, por la Fundación, por mi trabajo.
¿Continúa navegando?
Casi nada. Cuando digo navegar, me refiero a competición. Salir a disfrutar del mar en un barco lo he hecho muchísimo. En España hay muchísimos lugares maravillosos. Cogerte un barco, fondear en una cala y dormir en el barco sigue siendo el mejor plan. Mi hija dio sus primeros pasos a bordo…