Cuando Miriam González descuelga el teléfono, se reducen las distancias. La primera distancia que se acorta es la horaria, porque ella se encuentra a nueve horas antes, en California (EEUU) y se escuchan de fondo las tazas del café con las que aquí empezamos la jornada.
La segunda distancia que se acorta es la geográfica: en su relato, prácticamente sobrevuela el planeta, en una biografía internacional que va de España a Londres, pasando por Bruselas, Oriente Medio y Estados Unidos.
Sin embargo, la tercera y más impactante distancia que se reduce es la distancia o brecha del liderazgo femenino, porque esta mujer, experta en derecho internacional, habla con tanta seguridad de las capacidades que tiene y que ha conocido en otras mujeres que, cuando afirma “para que te vean como una igual, tú te tienes que ver como igual” resulta inevitable no querer saber más sobre su conocida iniciativa en 30 países, Inspiring Girls.
[Laura Londoño, Chanel, World Central Kitchen... Los premiados por la Fundación Inspiring Girls]
González nació en Olmedo (Valladolid), su madre era “profesora de física y química en el instituto local, y quizá por eso me incliné por letras”, bromea, “porque me gustaban mucho también las ciencias. Luego estudié en la universidad más cercana, la de Valladolid, y allí hice Derecho. Me pareció que Derecho era una carrera a partir de la cual se podrían hacer cosas muy diversas”.
Dicho y hecho: al terminar la carrera, se trasladó a Brujas “con una beca de Asuntos Exteriores para estudiar Derecho europeo” y su trabajo de fin de máster fue quizá su primer acierto estratégico, porque trató sobre un tema puntero, “la liberalización de las telecomunicaciones, en 1992 o 93. Por eso comencé a trabajar en una consultora con British Telecom como cliente”, relata, “así que me pidieron que entrase con ellos directamente como asesora de legislación de la UE”.
Descubrimiento de la UE
La conexión con el derecho internacional ya estaba hecha, y nunca imaginaba Miriam González que tendría acceso a un puesto “en la Unión Europea, donde me ofertaron participar en las negociaciones en la OMC sobre telecomunicaciones, uno de los trabajos que más me han gustado”.
“Las negociaciones comerciales, allí lo aprendí, tienen una parte importante de estrategia”, explica, “porque según estás negociando, las telecomunicaciones y las tecnologías asociadas se tienen que traducir a normas de Derecho internacional. Y eso, implica una parte de inteligencia emocional y de instinto muy claros”.
En la conversación, González se refiere a menudo a las habilidades denominadas ‘blandas’. “Luego”, continúa, “estuve en la oficina del Comisario de la Unión Europea sobre política exterior, el último gobernador de Hong Kong, y pasé a su gabinete, estableciendo mucha relación, inicialmente con el Mediterráneo y América Latina”.
PREGUNTA: ¿Por qué este tipo de trabajos no son nada mediáticos?
RESPUESTA: Los servicios de política exterior y diplomáticos tienden a cerrarse en vez de contar su experiencia, porque no dependen de una única estructura. Somos todos piezas que se van encajando en una estructura mayor, en la que eres una pieza más del engranaje.
¿Cuál cree que es la clave de ese tipo de trabajos que son tan delicados en equilibrios sociopolíticos?
Tener perspectiva.
¿Y cómo se adquiere eso?
Hay una parte de intuición, pero también es cuestión de tiempo. Yo empecé haciendo Mediterráneo y América Latina y después Oriente Medio y Estados Unidos, en una etapa muy complicada, después del 11-S, con problemas con Irán y Siria y un montón de conflictos. Se aprende mucho en poco tiempo.
¿Qué alcance tenía su función?
En esta época y ámbito, las cosas se jugaban en décadas, no en años ni en meses, eso es lo más importante y lo más difícil de entender, las consecuencias de las decisiones y de la falta de decisiones. Yo asesoraba al Comisario en las decisiones focalizadas en cada conflicto.
¿Cómo se prepara alguien para un trabajo así?
A veces se incide demasiado en la historia de cada país, que es fundamental, claro está, pero al final lo que tienes que conocer es a los actores de ese momento y entender dónde se quieren mover. Y más en general, equivocarte para poder aprender, escuchar mucho, fijarte en personas expertas que llevan toda su vida dedicadas a estas actividades…
¿Qué aprendió sobre el todopoderoso Estados Unidos en este tiempo?
Que es un país enorme, en el que vivo ahora. Aprendí que a veces les criticamos muchas cosas que desconocemos, y que los europeos tendemos a sorprendernos de que no hayan viajado, pero hay que recordar la dimensión de este país. Hay muchos europeos que no han salido de Europa, eso es así.
¿Cuánto tiempo?
Estuve en esta responsabilidad un año y medio más porque estaba casada [se refiere a Nick Clegg] y como él se presentó a las elecciones nacionales en Reino Unido y ganó su escaño, decidimos ir a Londres con los dos niños.
Londres, fama y empresa privada
¿Cómo fue su vida en Londres?
Muy complicada al principio. Trabajé un año en Foreign Office, luego surgió una oportunidad de práctica comercial en un bufete... Piensa que en esa época no se hacía comercio internacional como práctica específica, así que estuve unos cuatro años en algo muy pionero, en un bufete en Londres (2006).
¿Cómo fue el cambio?
Fue un momento muy interesante, salir de los puestos de funcionariado y pasar al sector privado implica adaptarte de nuevo a lo comercial, a que en el fondo tienes una serie de clientes, y debes velar por su interés, poner en marcha la práctica y definirla. En esta época, en el principio, las sanciones comerciales en la city de Londres afectaron a Libia, Siria, Irán, hubo mucho movimiento comercial. En cierto momento me cambié de bufete, algo muy usual, y creamos nuestra propia firma.
En la actualidad, Miriam asesora a empresas o gobiernos en comercio internacional, en todos los términos, “desde lo más glamouroso, cosas como las negociaciones en la OMC” a acciones muy concretas “respecto a los derechos de aduana o antidumping sobre un producto específico”. También habla de su experiencia en relación a la “legislación de sanciones, cómo solucionar problemas con un regulador, etcétera”.
Ha sido consejera de grandes empresas [Acciona]. También colabora con medios de comunicación. Respecto al Brexit, se muestra categórica “ha sido un desastre, van a ser 10 años perdidos de la proyección internacional y comercial del Reino Unido. Llevan todos estos años gestionando los problemas de ese voto”.
En paralelo, montó una iniciativa, Inspiring Girls (previamente Inspiring Women). “Algo que es difícil de explicar es que en estos países, de las mujeres de los políticos se espera que hagan una función más intensa que en España, y tienen una presión mediática increíble. En un tiempo tuve hasta paparazzis en la puerta de mi casa durante semanas, para saber qué llevaba puesto. Eso me soliviantaba, me molestaba la etiqueta de mujer profesional. Es difícil encontrar a una mujer que no sea referente. Como consecuencia de tener que estar hablando de estos temas a todas horas, llegó un momento dije ‘voy a poner en marcha una iniciativa’ y pensé ‘toda esta presión, la vamos a aprovechar para algo’”.
EE UU y liderazgo femenino
Desde 2018, Miriam González decide cambiar su sede (su marido es ahora directivo de Meta, Facebook) y desplegar una red de oficinas de ejercicio profesional de asesoramiento legal.
En paralelo, se dedica a impulsar Inspiring Girls, una organización para conectar niñas con mujeres que les ayuden a ver otros modelos fuera de los estereotipos de género, y que involucra a “miles de mujeres, 29 países, antes de hablar contigo estaba hablando con dos países, del Golfo y África, así que pronto serán 32 o 33 países en los que tendremos actividades. Siempre hay un sector social que lo único que hace es hablar, yo creo que hay que hacer cosas. En vez de estar en un kilómetro cuadrado, busca tu centímetro cuadrado y ahí haz algo”, sentencia.
Uno de los ejes de Inspiring Girls es la adquisición y el desarrollo de las denominadas habilidades blandas, las cuales son clave, como añade su fundadora, a la hora de conseguir objetivos: así, organizan talleres sobre gestión emocional, asertividad y asunción del riesgo. También se enfocan en mostrar roles ejemplares que puedan servir de inspiración a las nuevas líderes del futuro.
“A las mujeres no se nos educó para internalizar el riesgo, y eso es algo que sin embargo, podemos trabajar”, explica. Una manera muy directa es por medio de “poner de manifiesto roles femeninos de gran calado”: una mujer que a ella la inspiró durante su época diplomática fue “Anna Lindh, la ministra de Asuntos exteriores de Suecia, que tenía niños pequeños, era una mujer joven y con coraje, yo hasta ese momento no había visto ministras así”.
Otra mujer inspiradora para ella sería “Melinda Gates, con esa autenticidad de hablar de cosas que no se hablan, pero que nos aplican en todas las esferas del mundo”.
Y menciona que “para que te vean como igual, tú te tienes que ver como igual y tienes que ver si las decisiones las tomas desde la igualdad o no”, remarca, subrayando la importancia que tiene la toma de conciencia individual en el proceso colectivo de reducir las distancias como sociedad.