La doctora Àngels Bayés Rusiñol lleva casi 40 años descubriendo los entresijos del sistema nervioso, estudiando las señales eléctricas que crean nuestros movimientos, nuestros pensamientos, que nos hacen ser quienes somos. Un sistema esencial para la vida humana y del que todavía queda mucho por descubrir. "Desde que empecé a estudiar Medicina, estaba fascinada por el sistema nervioso. Para mí es la parte más misteriosa del cuerpo humano, la que genera cosas intangibles, como los pensamientos y sentimientos. Es esto lo que me sedujo", explica con una pasión todavía palpable.
Licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad Autónoma de Barcelona, cuando comenzó la carrera, todo parecía apuntar a que se dedicaría a la cardiología, igual que lo habían hecho otros familiares como los prestigiosos doctores Antoni Bayés de Luna y Antoni Bayés Genis. Sin embargo, Àngels siguió su propio camino hacia la Neurología y desde 1995 es la jefa de la Unidad de Parkinson y Trastornos del movimiento del Centro Médico Teknon de Barcelona, perteneciente al Grupo QuirónSalud. Para ella, tomar la decisión de estudiar Medicina o la especialidad es más "una cuestión de carácter" que de herencia.
Àngels Bayés tiene el carácter idóneo para su trabajo. Es pragmática, habla con claridad y da respuestas concisas, pero asegurándose de que queda todo claro, sin dar lugar a equívocos. Al mismo tiempo, se nota la empatía y amabilidad que debe trasmitir a sus pacientes, que se enfrentan a enfermedades como el Parkinson, el Alzheimer o el síndrome de Tourette.
Al tratarse de enfermedades incurables y, muchas de ellas, degenerativas, Àngels destaca los vínculos estrechos que se acaban formando entre médico y paciente. "Tengo pacientes a los que les llevo haciendo seguimiento desde hace más de 30 años y desde luego que se forjan vínculos. Hay una relación de complicidad y de confianza que además ayuda tanto al paciente como al médico. De alguna forma el poder acceder a aspectos más íntimos del paciente nos ayuda tener una idea más concreta del alcance que tienen algunos problemas", cuenta a MagasIN.
Además de la plena atención a las decenas de pacientes que atiende al mes y su labor investigadora, Àngels saca tiempo para dedicar a su familia y a una de sus grandes aficiones: la escritura. Porque la doctora no se conforma con ser especialista en Neurología y seguir estudiando y poniendo en marcha nuevas terapias para sus pacientes. Le gusta saber un poco de todo, motivo por el que estudió Humanidades y por el que ahora asiste al Ateneu Bacelonès.
La paciencia, clave
Por si esto fuera poco, compagina todas las actividades con la docencia. "Me gusta tocar todas las teclas, creo que la investigación, la consulta y la docencia son complementarias", afirma. Lo más importante que intenta enseñar a sus alumnos para que traten lo mejor posible las enfermedades neurodegenerativas es "verlas como una película, no como una foto". Por ejemplo, en el caso del Parkinson se tarda una media de dos años en hacer el diagnóstico. Luego cada persona necesita un tratamiento completamente individualizado y que irá variando con el paso de los años y según evolucione la enfermedad.
"Muchas veces estas enfermedades no se presentan de una forma clara. Por ejemplo con el Parkinson a veces aparece primero un cuadro de trastorno depresivo, otras de dolor o de tener un brazo más torpe... Esto hace que a veces se acuda antes a psiquiatras o reumatólogos que a un neurólogo. Además, la evolución puede no tener nada que ver con el cuadro clínico inicial. Cada fase tiene sus tratamientos y un abordaje terapéutico específico".
Cuando un paciente acude a su consulta, ella lo tiene claro: hay que revisar con detalle la historia clínica pero, al mismo tiempo, fijarse en cada movimiento y cada gesto de la persona. Todo ello puede indicar el camino a seguir. "Por ejemplo con el historial hay una cantidad de fármacos que pueden provocar el Parkinson, y también hay que preguntar sobre los antecedentes genéticos. Y, desde luego, mientras estás haciendo todo esto tienes una tarea doble: observar al paciente. Son tantos años de experiencia que ya te das cuenta de si hay un brazo con una menor expresión corporal, si no tiene expresión facial, le ha bajado el tono de voz, ha perdido la música la voz...".
Quizá porque ha visto tantas "películas" y ha conocido a tantas personas que lo sufren, se involucra tanto con sus pacientes, más allá de su clínica. Sabiendo que cada persona es diferente, colabora con la Asociación Catalana per el Parkinson, la Asociación Tourette Cataluña y es cofundadora de la Asociación para Pacientes con Tics y síndrome de Tourette (APTT). "No le preocupa lo mismo un afectado de Alzheimer o de Parkinson que a un adolescente con síndrome de Tourette", explica.
"En general preocupa la posible progresión del proceso, la pérdida de independencia y los aspectos genéticos. Cada persona es única y su proceso también. Es por eso que pienso que la atención personalizada ayuda al médico a la comprensión integral del problema, con todas sus connotaciones, al tiempo que reconforta al afectado y lo hace sentir único, con atención plena".
Comienzos difíciles
Para lograrlo cuenta con un equipo multidisciplinar de 17 personas formado por otros tres neurólogos -junto con los que atiende a una media de 150 pacientes al mes- y otros especialistas como fisioterapeutas, logopedas o enfermeras. Aunque hace 25 años esta no era la realidad. "Fui la primera en dirigir la Unidad y estaba sola", sentencia Àngels. "Colaboraba estrechamente con los neurocirujanos que estaban comenzando el tratamiento quirúrgico del Parkinson y junto con la Clínica Quirón de San Sebastián, éramos pioneros en el Estado español".
Desde sus inicios las cosas han cambiado mucho, por suerte para mejor. A nivel personal, pasó de tener que sortear los obstáculos de sus propios compañeros a ser respetada como la profesional que es. "Durante mis estudios había menos mujeres en Medicina que hombres. Aunque en esa época no había demasiadas diferencias, sí que noté discriminación en los primeros años de ejercicio profesional. A veces venía de los propios pacientes, que parecía que tenían más confianza en un médico masculino. En aquella época, muchas mujeres médicos también sufrimos abusos por parte de nuestros colegas hombres, en forma de acoso y abuso de poder", recuerda.
Sin embargo, para Àngels lo más sorprendente fue la diferencia de actitud por parte de enfermeras. "Trataban diferente a un médico dependiendo si era hombre o mujer y es algo que siempre me ha sorprendido porque siempre he pensado que las mujeres deberíamos ser cómplices en estas cosas. Creo que es fruto de la educación ancestral de que el hombre va primero, pero afortunadamente todo esto ha cambiado".
Nuevas terapias
También ha mejorado la tecnología, algo que les ha permitido pasar la pandemia sin muchos problemas. "Nuestro equipo tiene experiencia en realizar tanto visitas médicas como sesiones de rehabilitación de manera telemática, la pandemia nos ha pillado algo entrenados. No ha sido difícil adaptar los contactos presenciales a telemáticos y han funcionado francamente bien", comenta satisfecha.
Como tantos otros científicos, la doctora Àngels Bayés defiende la necesidad de invertir más en investigación, ya que aún quedan muchas cosas por comprender de las enfermedades neurogenerativas y ese sistema nervioso tan misterioso que la enamoró cuando era estudiante. "Creo que se ha avanzado mucho en el entendimiento del funcionamiento del sistema nervioso, pero está todavía por descubrir cómo se generan algunas enfermedades degenerativas para poder hacer un tratamiento curativo. La complicación viene de que parece que la mayoría de estas enfermedades tienen un componente multifactorial y es lo que es difícil de conocer".
Puede que todavía no se haya descubierto el origen de enfermedades como el Parkinson o el Alzheimer, pero cada vez están evolucionando más las terapias y tratamientos, algo que puede mejorar la calidad de vida de los pacientes. Destacan algunas como la musicoterapia, que Àngels califica como "muy útil".
"En enfermedades como el Parkinson y el Alzheimer, a veces se produce una pérdida del ritmo interior, algo que se puede ver si, por ejemplo, arrastran los pies. El hecho de tener un marcapasos externo como puede ser el ritmo de la música les puede ayudar a mejorar el paso y a mantener un buen ritmo. Además, en el caso del Alzheimer el recuerdo de melodías antiguas, el placer de la música, también puede jugar aspectos positivos en cuanto a su bienestar".
Siempre a la vanguardia tecnológica, están empezando a tener contacto con las terapias inmersivas, para las que utilizan la realidad virtual. "Podemos hacer que el paciente se introduzca en un paisaje de su agrado o una habitación de su casa y hacer una serie de tratamientos en este espacio virtual. Estamos intentando hacer los primeros pinitos en este tipo de terapias y bueno, parece que tienen buenas perspectivas".
Incluso pese a los problemas que pueden suponer estas enfermedades para los pacientes, Àngels siempre mantiene una nota positiva. Es cierto, todavía hay que "aumentar la conciencia sobre las enfermedades neurológicas" porque "cualquier cosa que sale de la norma crea prejuicios", pero defiende también que no siempre se mire el lado más negativo y dramático de la situación.
"Creo que habría que concienciar, no solamente sobre las enfermedades neurológicas, sino en el respeto a la diferencia. Valorar en el fondo que todos seamos diferentes, incluso cuando hablamos de una enfermedad. A veces la propia enfermedad puede dar la oportunidad de mejorar una relación de pareja o de poder escribir un libro para el que quizá no hubieras tenido tiempo ni espacio en otras circunstancias. No todo hay que mirarlo desde el punto de vista negativo", concluye.