Mercedes Conde (33 años) eligió Biología porque le gustaba todo lo relacionado con la vida, sin pensar que se pudiera pasar la suya estudiando la vida pero en el pasado. "No me llamaba la atención como para decir ser paleontóloga". Sin embargo, en su caso, un profesor se cruzó en su carrera y le descubrió el maravilloso mundo de los fósiles donde sus investigaciones están cambiando la Historia y las historias.
"Ignacio Martínez me dio clase en 2º y me gustó tanto su asignatura que fui a excavar al yacimiento Cerro de los Batallones en Madrid. Cuando llegué a 4º de carrera, Ignacio daba otra clase y ya le pedí ir a Atapuerca", explica esta madrileña.
Después de hacer el Máster en Antropología Física, organizado por la Autónoma, la Complutense y la Universidad de Alcalá, Mercedes empezó su idilio con las escuchas, las hablas y las sorderas del pasado a través del Trabajo de Fin de Máster.
"No tenía nada en mente y ellos ya hacían investigaciones sobre las cavidades del oído en fósiles para ver cómo podían haber escuchado esos individuos. Yo estudié a los gorilas, que son muy interesantes porque no se sabe cómo oyen, no hay dados empíricos de audiogramas".
Lejos de lo que podríamos pensar, Mercedes no tuvo que irse a la selva para estudiar a gorilas vivos. Su viaje hacia el pasado tenía como destino los cráneos que hay en la Estación biológica de Doñana. "Lo que utilizo son TAC, imágenes con las que reconstruyo las cavidades. Pedimos permiso y los taqueamos en la Universidad de Burgos donde hay un TAC industrial, el mejor para la calidad de las imágenes, e hice el resto en la universidad".
Mercedes reconoce que los gorilas son peculiares por su sociobiología: viven en grupos pequeños donde no interaccionan demasiado entre ellos y eran interesantes de ver. "Además, tienen mucha diferencia de tamaño entre el macho y hembra y había que ver si en los dos casos oían el mismo rango o no, porque está el factor tamaño. Y encontramos que sí, que oyen igual".
Fósiles
Tras los gorilas, su paseo hacía miles de años atrás ya era algo inevitable. Muchos arqueólogos y paleontólogos hablan cuando explican su trabajo en un yacimiento excavando que tienen que pasar mucho tiempo sacando arena para no dejarlo todo al azar, para tratar de esquivar a la suerte. Ella aprendió casi desde su primer día que en una excavación que trabajo y destino están bastante unidos.
"La primera vez que vi un fósil fue en Batallones, en el año 2007. Me pasé toda la mañana quitando tierra con el destornillador y la brocha y no encontré nada. Era deprimente para ser el primer día. Y cuando me levanté, al mover el cojín sobre el que te apoyas, aparecieron las defensas de un individuo bastante pequeñito. Estaban rotas y me encantó el proceso de poner gasas para protegerlas y poder sacarlas de ahí".
Después de lo que sintió en Batallones, Atapuerca era ya su destino. "El primer año que fui, estuve de prácticas en el Museo de la Evolución Humana y los días libres, sé que esto va a sonar muy friki, me iba al Río, con el equipo que lava todos los sedimentos de Atapuerca, como una estudiante más. Al año siguiente, ya fui como estudiante al Río".
Muchas veces no somos conscientes de lo que significa tener en España un yacimiento como Atapuerca. Los paleontólogos, historiadores y antropólogos lo tienen claro: "Es un paraíso, para mí lo es. Sobre todo si puedes estudiar los fósiles de la Sima de los Huesos".
Mercedes se refiere a la cueva formada por una sala al fondo de un pozo de 14 metros donde se han recuperado ya más de 7.000 fósiles de un grupo que, se calcula, deberían ser 28 individuos y que ha permitido hacer investigaciones mucho más completas sobre el pasado.
"El muy raro en paleontología poder calcular una media o ver cómo es un grupo entero, puesto que sueles tener fósiles aislados que te dan información pero muy sesgada. A mí siempre me cabe la duda cuando tengo un fósil entre manos de si todos eran como él o justo he encontrado al rarito del grupo, la excepción, al más bajito, al alto, al pequeño... en la Sima se pueden establecer patrones".
¡Eureka!
Como aquella primera pieza que Mercedes encontró al mover el cojín tras terminar su jornada, la investigación más importante que ha publicado esta paleontóloga por ahora también le debe mucho al destino, más que a la suerte. Concretamente su estudio sobre neandertales le debe más de lo que la gente pudiera pensar a la pandemia y al encierro que cambió los planes de toda España.
"Este artículo ha salido porque estábamos en pandemia. Teníamos programado estudiar neandertales pero dentro de unos años, porque entre clase y mi tesis que tenía que leer el 16 de marzo de 2020... Sin embargo, como estaba metida en casa, me puse a reconstruir cavidades y cuando ya estaban todos pensé en mandarle los datos a los dos ingenieros que trabajan con nosotros para mirar el patrón auditivo y...".
¡¡Eureka!! sería la palabra: descubrieron que los neandertales oían y hablaban con la investigación del equipo de la Cátedra de Otoacústica Evolutiva y Paleoantropología de HM Hospitales y la Universidad de Alcalá (UAH) que encabezaba Mercedes Conde.
"Cuando me mandaron los patrones y vimos que eran tan humanos como nosotros dijimos que no podíamos dejarlo para dentro de un año".
Este estudio ha roto muchos prejuicios que había tanto en el mundo científico como el pueblo llano sobre los neandertales: "No creo que se pueda usar 'neandertal' como un insulto, porque serían tan humanos como nosotros. Para eso usemos 'humano' directamente", bromea.
Mercedes era consciente del debate científico que siempre había existido entre los que decían que sí que oían y hablaban y los que no. "No es que una teoría tuviese más datos que la contraria, era una cuestión de modas. Cuando se encontraron los primeros restos eran muy chimpancés, gente muy simiesca y parecía que si eras muy simiesco pues no podías hablar".
Muchas de estas investigaciones chocaban con el problema de tratar de reproducir el tracto vocal, con el que producimos los sonidos, porque son tejidos blandos que no fosilizan y las reconstrucciones han sido casi "de autor": "Si me interesa más que hablen, pues les hago una reconstrucción más humana o al contrario. Ese tipo de investigaciones han hecho que esté muy dividido el debate", reconoce.
Los datos arqueológicos que rodeaban a los neandertales ya hacían pensar que no eran tan simiescos y que, aunque su morfología en el cráneo y en el esqueleto postcraneal era más robusta que nosotros, nada de eso tenía que querer decir que no hablasen.
"La industria lítica, las herramientas de piedra complejas, se han encontrado datos como que enterraban a los muertos, cuidaban a los enfermos, se adornaban con garras de tipo águila, manejaban el fuego y en una cueva en Francia se hallaron círculos hechos a propósito con estalagmitas y estalagmitas que están muy profundos en la cueva y que tendrían que tener un significado. El que eran tan simiescos ya lo podíamos descartar porque eran todos comportamientos muy complejos".
Entonces, ¿qué es lo que aporta este revolucionario estudio español? "Más que una reconstrucción de autor son datos paleontológicos que te dicen que por lo menos eran capaces de oír exactamente como nosotros las frecuencias en las que emitimos los sonidos del habla. Y no hay ninguna otra especie en el planeta ahora mismo que utilice esos sonidos para comunicarse", advierte.
Mercedes advierte de que lo único que no podemos saber con este estudio es cómo sería el lenguaje de los neandertales porque entrarían otros conceptos como la sintaxis o las estructuras lingüísticas que no se pueden saber con fósiles. "Lo que sí podemos decir es que tendrían todas las estructuras anatómicas necesarias para hablar como nosotros. Y por eso pensamos que probablemente lo harían".
Uno de los codirectores de Atapuerca y director del Museo de la Evolución Humana, Juan Luis Arsuaga, hacía un símil muy bueno sobre este hito español y es que aunque los humanos modernos cuando llegaron a Europa no entendiesen a los neandertales, al oírles hablar seguro que distinguirían que eran una especie humana, "igual que nosotros sabemos que el chino es una lengua humana aunque no sepamos ni una palabra".
Agamenón
Pero esta revelación histórica no es la única que ha pasado por las manos y el ordenador de Mercedes Conde. Una de sus primeras investigaciones acabó con la que se conocía hasta entonces como la sordera más antigua del mundo, la del homínido más famoso de Atapuerca, Agamenón o Cráneo número 4.
"Lo que queríamos ver era en qué frecuencia exactamente habría perdido audición y cuando llegaron los resultados vimos que oía como todos. Lo primero que pensé es que me había equivocado yo en las reconstrucciones y empecé a revisar todo: las reconstrucciones, el modelo, el patrón... hasta que vimos que no, que no me había equivocado, que Agamenón oía", explica con sinceridad esta científica.
De hecho, reconoce que le temblaron mucho las piernas porque sólo había publicado un artículo antes y con el segundo estaba dejando claro que Agamenón, con esa patología, no debería de haber estado sordo. "Por un lado, estaba muy contenta porque habíamos encontrado algo nuevo, pero a la vez pensaba que me acababa de cargar al sordo más antiguo de la humanidad, pobre hombre, con lo famoso que se había hecho solo por eso".
Mercedes insiste en que el fallo no estuvo en la investigación anterior, que se basó en una sola imagen de TAC y fue justo donde el conducto parece que está totalmente cerrado, sino en cómo está evoluciona su ciencia. "Cuando haces, 300 imágenes con el TAC, como ahora nosotros, ves que sólo hay un punto en la parte más superior que parece que está cerrado, pero el resto del conducto está abierto. La tecnología te permite hacer estudios más detallados y de cosas que antes se daban por hecho".
La investigación de los neandertales la firma junto con todo su equipo donde sólo hay otra mujer. Sin embargo, Mercedes Conde asegura que si ha tenido alguna pega en algún momento de su meteórico ascenso sería más por joven que por mujer, puesto que ya hay muchas investigadoras no sólo participando de los estudios sino que empiezan a dirigirlos.
"En la arqueología siempre ha habido muchas mujeres, pero los jefes eran hombres. En un proceso natural lo que está pasando es que las mujeres llegan a los puestos que querían, piden también proyectos, son jefas de los equipos o investigadoras principales... Por ejemplo, en el equipo de Atapuerca hay muchísimas mujeres y María Martinon es directora ya del CENIEH (Centro Nacional de Investigación de La Evolución Humana)".
Esta joven científica madrileña ya es un referente para muchas niñas que pueden soñar con cambiar su historia cambiando la Historia. Ella no tuvo que mirar mucho por la ventana para encontrar el suyo. Su madre estudió Químicas y en su familia, las mujeres han trabajado fuera de casa siempre: "Mi abuela era maestra y mi bisabuela también. En mi familia lo de ser mujer u hombre no es algo que nos diferencia. Nunca he vivido eso de por ser mujer no poder hacer algo".
Una idea que, según explica, tampoco deberíamos de trasladar a los estudios paleontológicos: "Tengo la sensación que lo que hacemos no es estudiar el pasado para ver cómo va el presente, sino al revés, los problemas sociales que tenemos de hombres y mujeres en la actualidad los tratamos de explicar desde el pasado y no estoy yo muy segura de que se pueda hacer".
Como ejemplo, señala ese tipo de cuadros que vemos donde se representa, aunque sean especies muy antiguas, "a la mujer metida en una cueva, como limpiándola, que no creo que limpiara la cueva, y al hombre cazando. Esto responde más a los patrones que vemos nosotros en nuestra sociedad que los que realmente pudieran haber tenido".
Y enumera las últimas investigaciones que hablan de mujeres cazadoras, entre otras acciones. "Últimamente se empiezan a encontrar cosas que descartan que siempre hayamos tenido este tipo de roles".
Los neandertales han marcado una senda que lleva a Mercedes a los pies de un nuevo estudio histórico. "Voy a hacer lo mismo con unos fósiles en Sudáfrica que se llaman Homo Naledi. Queremos ver si su patrón se parece más al de los chimpancés o al nuestro".
Este yacimiento que se descubrió hace menos de una década es una oportunidad única porque, al igual que la Sima de los Huesos, se trata de varios individuos y en el fondo de una cueva. "Tienen una anatomía que es muy primitiva y que podría pensarse que su cronología es de dos millones de años, pero cuando los han datado sale que tienen sólo 300.000. Han mantenido una anatomía corporal primitiva viviendo durante mucho tiempo y es una morfología muy antigua en periodos más modernos".
De todo lo que ha sacado a la luz con sus reconstrucciones, Mercedes Conde señala una lección muy moderna aunque nazca en el pasado: "Una de las cosas más importantes es que nos demuestran que hubo otra humanidad tan humana como nosotros. El ver que no somos tan únicos como nos hemos creído siempre es importante y se puede extrapolar a muchas cosas, no solo a los neandertales. No podemos creernos que somos mejores que el resto. Hubo alguien más que era como nosotros".