Hay un denominador común que mueve los patrones establecidos por la sociedad y, en muchas ocasiones, altera los lugares turísticos siguiendo una serie de circunstancias bien estudiadas.
[María Alonso, la española que murió en Auschwitz: así se enfrentó a golpes con los kapos nazis]
Se llama "movimiento colectivo" y busca hacer del viaje una experiencia. El poeta Pablo Neruda decía "somos pasajeros". El periodista Santiago Tejedor afirma "somos viaje".
Polonia, un país en plena trasformación
Polonia se ha convertido en uno de los países más populares de la última década. Sus principales ciudades contienen historias que hablan a través de las piedras y, aunque muy diferentes entre sí, Varsovia y Cracovia permanecen unidas por el hilo conductor que las marcó históricamente: la Segunda Guerra Mundial.
La reconstrucción que marca la arquitectura del casco histórico de Varsovia la convierte en una ciudad moderna, atractiva y cosmopolita, sin embargo, el maltrato al que fue sometida durante la ocupación nazi, convirtió sus principales calles en un decorado ruinoso, prácticamente inexistente.
La suerte fue más benigna con la vecina Cracovia. Sus antiguos moradores, nómadas del norte y del sur, incorporaron elementos estéticos que convirtieron la ciudad en un lugar extremadamente coqueto donde los alemanes encontraron cobijo haciendo de sus palacios madrigueras.
Cracovia, campo base
Una colina de caliza situada sobre el rio Vístula se convirtió en el centro de poder de la ciudad (y del país entero): en Wawel nace la historia de Polonia y los "vistulanos" fueron los primeros en escribirla. Su castillo, que a priori solo fue una fortificación con un pequeño asentimiento en su interior, se expandió hasta rebasar las murallas originales que protegían la ciudad invitando a la realeza polaca a que se instalara en él.
Con el paso de los siglos se ampliaron edificaciones y se implementaron construcciones, tanto laicas como sacras; iglesias góticas y estructuras barrocas; y, aunque la zona decayó tras el traslado de la capital a Varsovia, recobró su protagonismo con la ocupación austro-húngara hasta el final de la primera guerra mundial, cuando se convirtió en cuartel general.
Con la ocupación alemana, Cracovia se convirtió en el capital del Gobierno General nazi en 1939 y el jefe alemán Hans Frank decidió utilizar el castillo como su campo base, levantando un enorme edificio desde donde se gobernó a la Polonia ocupada hasta 1945.
Auschwitz I, la raíz del mal
A 60 kilómetros del casco antiguo de Cracovia se encuentra el lugar que define y agrupa la palabra Holocausto. El viajero que decida visitar el conjunto de campos de concentración de Auschwitz debe de saber que, independientemente de la época del año en que viaje, se va a encontrar con muchos turistas como él interesados en este momento histórico que marcó el giro de los acontecimientos mundiales.
Sin embargo, Auschwitz (y todo lo que representa) no es como el resto de campos que se encuentran diseminados por Alemania, Letonia, Estonia, Austria o los Países Bajos. En Auschwitz se reprodujo la maldad del ser humano y se potenció la perversidad debido a la impunidad con la que los nazis cometieron los actos. En Auschwitz se encuentra la raíz del mal.
Visitarlo en primavera puede resultar altamente conmovedor, emocionante o sugestivo, pero si hace en pleno invierno, con sus extensiones de campo completamente nevadas y los exiguos barracones tiritando por el frio, la sensación de impotencia se eleva a límites inimaginables.
La huella de la historia. Auschwitz I.
La escritora Juliana González-Rivera define los viajes como una "huella, como una herida y un traslado que sucede en medio de una gran soledad". El campo de concentración Auschwitz, considerado el campo de exterminio más grande del mundo, se convirtió en un símbolo de terror, genocidio y de la Shoah (aniquilación en hebrero).
Visitarlo, sin ningún tipo de duda, deja una huella imborrable en el viajero.
Una huella que lo persigue a través los barracones de ladrillo rojo apostados tras una siniestra verja de metal negro. Arbeit macht frei (El trabajo os hará libres). A lo largo del recorrido, una sensación de opresión se carga la parte alta de la espalda, como si, al caminar entre tanto dolor, el viajero arrastrara el sufrimiento de todas las personas que allí malvivieron.
Las alambradas electrificadas de púas separan la vida de la muerte. El frio es paralizador. Las fotografías del interior de los barracones muestran el desarrollo de los acontecimientos y desgranan la historia de un engaño: la trampa a la que fueron sometidos los presos políticos, los gitanos, los homosexuales y los judíos cuando cruzaron sus puertas pensando que algún día podrían salir de allí con vida.
Los barracones del terror
Ubicada en el barracón número 20, la exposición más simbólica se contempla a través de unos gruesos cristales protectores. Está prohibido fotografiar las toneladas de pelo guardado cuya finalidad era fabricar telas, alfombras o, incluso, bufandas para forrar los abrigos de los nazis.
Un poco más adelante se encuentra el barracón 11, conocido como "el barracón de la muerte". Las celdas minúsculas que contiene estaban concebidas para encerrar a los presos y dejarlos morir de hambre o de asfixia, siendo la horca ubicada en el exterior, el último viaje de su vida.
A modo de advertencia se conservan las ruinas de la cámara de gas y de los crematorios, así como el ramal de ferrocarril que conduce directamente al campo de exterminio Auschwitz-Birkenau.
Birkenau, 175 hectáreas de maldad
El segundo campo se encuentra a 3 kilómetros del campo principal y fue equipado cinco cámaras de gas y otros tantos hornos crematorios. El objetivo de su construcción estaba perfectamente trazado: era “la Solución Final” para exterminar definitivamente al pueblo judío.
Tras llegar hasta el campo en vagones de carga donde no recibían ni agua ni comida durante días, los "prisioneros" eran seleccionados en grupos aptos para el trabajo o directamente dirigidos a las cámaras de gas, donde eran encerrados y asesinados con Zyklon B.
Aunque en un primer momento no se pretendía llevar a las mujeres a Birkenau, en el año 1942 comenzó su traslado desde Auschwitz I para obligarlas a participar en crueles experimentos de esterilización que, la mayoría de las veces, acaban ocasionándoles la muerte. Pese al silencio y el respeto que se exige dentro de las instalaciones, el sonido interior puede llegar a ser altamente ensordecedor.
"Un lugar llamado Antaño"
Cuando el avance de las tropas soviéticas resultó ser inminente, los nazis evacuaron Auschwitz forzando a los prisioneros a caminar duras marchas que resultaron ser mortales. El 27 de enero de 1945, los rusos liberaron a los prisioneros que quedaban en el campo, aunque, desgraciadamente, la mayoría de ellos se encontraban enfermos y sin vida.
En su tercer libro titulado Un lugar llamado Antaño, la escritora polaca y ganadora del Premio Nobel de Literatura, Olga Tokarczuk, repasa la historia de su pueblo desde la ficción. En cierto momento de su historia, uno de sus personajes reflexiona sobre el aprendizaje y el futuro, y lanza una afirmación tan precisa como significativa.
"El conocimiento que tan solo se va acumulando no cambia en nada al hombre o lo cambia aparentemente por fuera: es como cambiar la ropa. Por el contrario, quien aprende absorbiendo hacia su interior sufre incesantes cambios porque incorpora a su ser lo aprende".