Heroína, campesina, leyenda, guerrera, mártir. Juana de Arco puede ser citada con multitud de adjetivos, pero ninguno de ellos la describen por completo. Su figura ha trascendido la historia y, a día de hoy, sigue siendo un icono cultural digno de análisis. Sobre ella se han hecho multitud de películas, series, representaciones artísticas... Pero todavía nos fascina cómo una adolescente fue capaz de cambiar el curso de un acontecimiento tan importante como la Guerra de los Cien Años.
Ahora, el Teatro Real da otra perspectiva de esta campesina que se convirtió en guerrera con la ópera Juana de Arco en la hoguera. Protagonizada por Marion Cotillard, esta obra muestra de una forma rompedora y vanguardista la muerte de Juana de Arco, que estando en la hoguera rememora y reflexiona sobre su vida.
Pero ¿por qué esta joven del siglo XV sigue siendo un icono? ¿Qué tiene Juana de Arco que gusta a todo tipo de personas?
Su historia
Por un lado, la historia de su vida es digna de admiración. Nacida en el seno de una familia campesina de los campos de Domrémy, al noreste de Francia, se convirtió en una heroína para el país al combatir contra los ingleses en la fase final de la Guerra de los Cien Años.
Era una adolescente cuando escuchó unas voces celestiales que le transmitieron un mensaje trascendental: de ella dependía salvar a su nación de la invasión inglesa. Dispuesta a cumplir su misión divina, dirigió al ejército francés en episodios tan importantes como la liberación de Orleans (1429), que logró en cuatro días, cuando la ciudad llevaba seis meses de asedio.
Su carrera militar fue muy breve, ya que en 1430 fue capturada en Compiègne por la facción borgoñona, un grupo de nobles franceses aliados con los ingleses. Más tarde, fue procesada por el obispo Pierre Cauchon y fue declarada culpable de herejía. Así, en 1431, cuando tenía alrededor de 19 años de edad, fue quemada en la hoguera.
No fue hasta 1456, 25 años después de su muerte, que un tribunal inquisitorial autorizado por el papa Calixto III examinó su juicio. Los cargos en su contra fueron anulados, por lo que fue declarada inocente y nombrada mártir. Desde entonces, la leyenda de Juana de Arco, también conocida como Juana la Doncella o la Doncella de Orleans, haciendo referencia a sus humildes orígenes, ha permanecido intocable.
Travestismo
Otro de los acontecimientos que la han elevado hasta conseguir el título de 'icono' fue su estrategia para poder luchar entre las filas del ejército francés. La campesina se vistió con ropa de hombre y adoptó un aspecto mucho más varonil para pasar desapercibida -además de por pura comodidad en la batalla-. Es más, uno de los cargos que se le imputaron en el juicio fue hacer travestismo.
En la investigación De Hechicera a Santa: la Piedad Heroica de Juana de Arco, escrita por Isabel Balza, de la Universidad de Jaén, se analiza la importancia de este travestismo en el devenir de la Doncella de Orleans. La autora expone que el travestismo "es una de las causas fundamentales de su condena, por la transgresión que supone de los límites de las normas de la Iglesia y de las rígidas regulaciones del binarismo de género".
"Disfrazarse de hombre es lo que determina en un grado muy alto el género cultural: aquí el hábito hace al monje. De algún modo, sus jueces están poniendo de manifiesto, con sus temores a que la acusada vista como hombre, lo que Judith Butler ha analizado en nuestro siglo: que el género es un acto performativo y no esencial, que basta con vestirse de hombre para ser hombre. Basta parecerlo para serlo", esgrime el estudio.
Aunque Juana de Arco no ha sido la única mujer en la historia en vestirse de hombre para lograr su objetivo, la imagen de una joven con el pelo corto y armadura, se ha convertido en una referencia cultural. Un ejemplo reciente fue la actriz Zendaya, que adoptó esa estética en la Gala Met de 2018, cuya temática era "Cuerpos celestiales: la moda y la imaginación católica".
La iconografía relacionada con la 'Santa Guerrera' también inspiró a principios del siglo XX al parisino Antoni Cierplikowski para crear y popularizar el corte bob –o corte à la Jeanne d’Arc–, que sigue triunfando año tras año.
Liderazgo
Juana de Arco fue sin duda una gran líder, capaz de movilizar a tropas enteras de soldados. A diferencia de lo que ocurre con los personajes actuales, de los que podemos analizar sus discursos, comportamientos, acciones y hasta el lenguaje corporal, para averiguar qué les hace buenos líderes; con la Doncella de Orleans solo tenemos conjeturas.
No obstante, los expertos aseguran que gran parte de su éxito viene del propio convencimiento de que la suya era una misión divina. "Brindó liderazgo moral (...) y a veces es esa persistencia e insistencia la que infunde en otros compromiso y coraje", explicó a BBC Mundo Linda Seidel, profesora emérita del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Chicago.
La autora del ensayo Changing images of Joan of Arc, afirmó que "la ciudad de Orleans quería creerle, los hombres bajo su mando querían creerle. Ella tenía sentido común y la gente creía en ella, que insistía en lo que le habían dicho las voces que escuchaba".
Este liderazgo moral todavía sigue inspirando a miles de personas. Por ejemplo, Juana de Arco es venerada por los seguidores del caodaísmo. Este movimiento religioso, fundado en Vietnam en 1928, tiene alrededor de 7 millones de seguidores en el mundo e integra elementos del budismo, el cristianismo, el hinduismo, el taoísmo y el confucianismo.
Además de Juana de Arco, entre los personajes históricos que son adorados o considerados santos dentro de esta religión, están Lenin, Jesús, Mahoma, Julio César o Victor Hugo.
La figura de esta leyenda también ha inspirado a personas como Alexandre Havard, autor de Coaching con Juana de Arco (EUNSA, 2021). Tal y como contó en una entrevista con El Cultural, Juana de Arco le hizo abandonar la abogacía para dedicarse al "liderazgo virtuoso".
"Entre los personajes admirables, Juana es, en la opinión de muchos, el más admirable. Es un modelo universal accesible a todos los hombres y mujeres, sea cual fuere su cultura o religión. La heroína de Orleans es una joven asombrosamente moderna. No hay nada raro en ella, nada fuera de lugar, nada anacrónico. Su piedad era sencilla y natural. Su religión era popular. Era una chica como cualquier otra, consciente del poder de su consagración bautismal", declaró.
Visiones
Finalmente, otro de los aspectos que más llaman la atención de su figura es sin duda las voces que oía en su cabeza y que la llevaron a luchar contra los ingleses. Hay muchas teorías al respecto: si estaba 'loca', si sufría esquizofrenia o algún tipo de enfermedad mental, incluso si fue una farsante. Sobre esta conjetura, hay algunos autores que sostienen que usó sus voces para alcanzar una relevancia que nunca hubiera tenido como mujer.
Estas dudas nunca van a poder resolverse, pero su actitud ante la vida ha hecho incluso que haya un síndrome que lleva su nombre. El "Síndrome de Juana de Arco", como se dice en psicología, es el "deseo que implica un sentimiento de entrega y generosidad sin límites, pues las personas que lo padecen incluso llegan a olvidarse de satisfacer sus propias necesidades".
Pese a todos los misterios que aún rodean a Juana de Arco, hay una cosa bien clara: que no solo cambió el curso de la historia, sino que todavía es un icono cultural en todos los sentidos.