una raya en el agua
Éticas de doble fondo
En esta feria del fraude sólo quedaba por oír al doctor Sánchez hablando de coladeros universitarios sin avergonzarse
Paradoja de la oposición
Principio de servidumbre
De haber presentado su tesis en una universidad pública es probable que Pedro Sánchez no sólo no hubiera conseguido doctorarse, sino que tal vez podría haber acabado denunciado por fraude. O quizá no, porque por desgracia esas habas de compadreo cuecen en todas partes, ... del mismo modo que hay muchos centros privados con alto nivel de exigencia y un rigor docente irreprochable. En cualquier caso es incuestionable que el presidente, presunto autor de un plagio –presunta la autoría, el plagio es flagrante–, resulta el menos indicado para hablar de coladeros académicos sin avergonzarse, por poco que le cuadre un verbo relacionado con escrúpulos morales. El hecho de que María Jesús Montero anticipase el ataque contra la libertad educativa evidencia que estamos ante una de esas cortinas de humo tras las que el Gobierno acostumbra a ocultarse cuando se halla en dificultades. Táctica vieja como la política: si te ves en problemas, lanza un debate. Da igual sobre qué, el ruido es lo importante.
Entre las universidades privadas hay ciertamente algunos chiringuitos que sirven como meros expendedores de títulos, como bien sabe el propio jefe del Ejecutivo, pero las que cumplen su función con solvencia y hasta excelencia merecen algo mejor que esta campaña de desprestigio cuyo verdadero objetivo consiste en acusar a las autonomías del PP de favorecer a los ricos. Carnaza para consumo de resentidos. Porque esta gente tan preocupada del Estado de bienestar es la que acude a clínicas de élite cuando está enferma, envía a sus hijos a colegios de precio prohibitivo o presiona a rectores para que coloquen en puestos de relieve a familiares sin currículum. Defienden el sector público como ascensor social, y hacen bien, mientras ellos usan uno exclusivo para subir más rápido al último piso. Están en su derecho, claro, siempre que no intenten impedir a los demás la posibilidad de elección que se conceden a sí mismos.
Es lo de siempre, la desahogada y perpetua incoherencia entre los hechos y las palabras. Pactos firmados por la tarde tras negarlos por la mañana. Unos cuantos casos de covid la víspera de decretar la emergencia sanitaria. Absolución para la estafa de los ERE y amnistía para la insurrección catalana. Compra de gas a Rusia y proclamas de solidaridad con Ucrania. Begoña en el Instituto de Empresa y moratoria para las licencias universitarias. Moción de censura contra la corrupción del adversario y cadena de escándalos en el entorno inmediato. Presunción de inocencia desestimada para Alves y reclamada para Ábalos. Promesas de rearme ante Europa desmentidas ante los aliados parlamentarios. Medidas contra el cambio climático y contaminación a caño libre en el Falcon. Y un extraño estatus de impunidad social logrado a base de convertir en rutina la falsedad, la hipocresía, el simulacro de una ética de doble fondo con marchamo igualitario.
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