"Una mujer necesita tiras y tiras de perlas", decía Coco Chanel. Esta afirmación resume el poder de esta "concreción nacarada, generalmente de color blanco agrisado, reflejos brillantes y forma más o menos esferoidal, que suele formarse en el interior de las conchas de diversos moluscos, sobre todo en las madreperlas" según la define la RAE, que ha fascinado y sigue fascinando a las civilizaciones de cada punto del globo.
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¿Pero cuál es su origen real? ¿Cuál fue su influencia en el mundo de la moda? ¿Cómo evolucionó con el paso del tiempo? Analizamos con Ana Llorente, Docente del Área de Moda de UDIT, la importancia de la perla en nuestra historia.
Una joya diferente
"La perla ha resultado atractiva, en primer lugar, porque a diferencia de las piedras preciosas que se extraen de la tierra, es producida por un organismo vivo. De hecho, su propia existencia es un fenómeno de la naturaleza que ha generado múltiples leyendas acerca de su origen y poderes en varias culturas y momentos de la historia.
La mitología griega las asociaba con las lágrimas de la diosa Venus. En China se decía que se formaban a partir de gotas de rocío que eran tragadas por las ostras cuando caían al mar. En determinados momentos de la Edad Media tenían poder apotropaico para el ejército en Europa, o ha sido igualmente asociada a la pureza y longevidad.
Por otro lado, no solo han sido ansiadas por su belleza ciertos tipos de perlas como las que tienen forma de lágrima, sino que, además, durante mucho tiempo se asociaron al exotismo al provenir de lugares lejanos. Todo ello las ha rodeado de una poética. No me parece casual, a este nivel, que en el retrato que pintó en 1665 Johannes Vermeer y que conocemos como La Joven de la Perla, este pendiente se convierta en un punto focal y, en el fondo, en una misteriosa ilusión, ya que carece de contorno y de gancho para colgar de la oreja de la muchacha", explica la experta.
Su evolución
La aparición de las perlas en el mundo de la moda no es, por ende, reciente. "Si nos remontamos a la historia, sabemos que en la cultura de Longshan en China, justo antes de la primera dinastía Xía, las perlas eran utilizadas como adorno entre las clases privilegiadas. A partir de ahí, tanto en Oriente como Occidente, estas han sido veneradas durante milenios.
Pero podríamos afirmar que es el traje cortesano de la Europa del siglo XVI el que la convierte en tendencia, hasta el punto de que en la historia de la joyería se caracteriza esta centuria como la Edad de las Perlas. Fue el momento muy activo para este sector.
Por ejemplo, algunos artistas como Hans Holbein el Joven diseñaban collares, colgantes o penachos para los Tudor, que son representados posteriormente en los retratos de corte. Estas imágenes son testimonio de cómo, aparte de piedras preciosas, la perla destacó entre los ricos revestimientos y accesorios.
Es también el momento en el que se descubre en aguas de Panamá la rareza de la Perla Peregrina que fue adquirida por Felipe II en 1597 y, como sabemos, acabaría supuestamente en manos de Elizabeth Taylor cuando Richard Burton la adquiere en 1969 por 37.000 dólares.
Pero, si hablamos ya de la historia de la moda contemporánea, un momento interesante para las perlas se vive en el primer tercio del siglo XX. Curiosamente, toman protagonismo las perlas falsas con las que un modista como Paul Poiret revestiría a algunos de sus trajes de noche. Los largos collares de perlas con varias vueltas, junto con los pendientes del mismo material, serán la joya de la década de 1920 y sus flappers. A pesar de ello, en su mayoría eran falsas, por la dificultad de adquirir la perla cultivada, pues un siglo antes, en el XIX, la demanda de joyas de perlas se volvió tan alta que los suministros de ostras comenzaron a disminuir.
Es en esa década de 1920 cuando nos encontramos también con una Gabrielle Chanel que fue embajadora del que fuera su complemento favorito hasta el punto de crear del collar de perlas un icono de elegancia. Ya en la década de los cincuenta, las perlas se vuelven menos caras y, con ello, una parte cotidiana del atuendo de la mujer más burguesa.
Esto hizo que, hacia los años setenta y ochenta las perlas, especialmente en pendientes y collares, se viesen como un accesorio preppy y muy clásico, mientras que recientemente, como sabemos, con el llamado pearlcode se han pasado a un look más urbano, casual e incluso vanguardista", añade la experta.
En la moda real
Es, sin duda, la joya universal del mundo de la realeza. Fueron y siguen siendo las elegidas para eventos oficiales y especialmente para funerales, al ser una joya sofisticada, discreta y respetuosa.
Carolina de Mónica, la reina Isabel II, Lady Di, la reina Letizia, Máxima de Holanda... son solo algunas de las soberanas que apostaron o apuestan por ellas.
"Existen varios motivos que, para mí, ligan también con la pregunta acerca de las razones por las cuales han despertado tanta fascinación. Pero, si tenemos que simplificar, las perlas eran de muy alto coste por la dificultad que suponía durante siglos el obtenerlas.
Me remito a lo que constituye un trabajo peligroso, y una tradición hipnotizante incluso aún hoy en lugares como la península arábiga: el de los llamados 'buscadores de perlas' a los que, no en vano, el compositor Georges Bizet dedicó a ellos su primera obra maestra.
Hay que considerar que una tonelada de ostras podía aportar solo tres o cuatro perlas de calidad. También estaban las perlas que provenían de los moluscos de agua dulce y poco profunda. Estas eran más fáciles de recoger, pero estos lechos de perlas a menudo estaban reservados para la realeza.
La cuestión es que solo unos pocos podían adquirirlas. Algo parecido a lo que sucedía con la famosa púrpura descubierta por los fenicios. Además, ya en el siglo I a. C., Julio César aprobó una ley que limitaba el uso de las perlas solo a las clases dominantes. De ahí en adelante, han formado parte de leyes suntuarias que tenían como finalidad preservar su uso exclusivo para la realeza y nobleza. Esto las ha hecho protagonistas de joyas icónicas, como sucede con las perlas colgantes de la llamada 'Il Lupo', de Ludovico el Moro, Duque de Milán.
También hay que entender que la posesión de una perla representaba el poder geopolítico y colonialista de las cortes europeas. No en vano, España se lanzó a enviar expediciones a América Central y del Sur para proveer de perlas a la corte. No olvidemos que la Perla Peregrina fue encontrada en aguas de Panamá. Y los británicos hicieron lo propio en India y Australia".
La perla para los diseñadores
En los últimos años, la perla adquirió una nueva simbólica, en parte por la digitalización y los cambios ligados a las nuevas tendencias de moda. "El auge del pearlcore es relativamente reciente.
Desde 2017, con este fenómeno se ha abandonado (parcialmente) su asociación al estilo preppy, o simplemente a una reliquia desempolvada del joyero de la abuela, y añaden cierto brillo y poética secular a los estilos callejeros en revestimientos de las prendas o bolsos, aplicaciones en gafas o en conservadores collares y pendientes. La finalidad es comercializarlas a un grupo demográfico más amplio y, para ello, se ha apartado a la perla del ecosistema estilístico acostumbrado.
Incluso vuelven a ser usadas por hombres, como han demostrado Harry Styles, Shawn Mendes o Pharrel Williams, rompiendo con su adhesión genérica a la que la perla se vio condenada en el XIX, cuando solo mujeres la usaban. De hecho, el pearlcode es una clave reciente de la moda genderless.
Con todo, sin embargo, al trasladarse a la ropa diaria o el estilo de calle, y jugar con el contraste (incluso cuando se aplica a indumentaria formal), la perla no abandona su esencia atemporal, exclusiva y clásica.
Pienso que Simone Rocha es un buen ejemplo de cómo mantiene estos conceptos. Ya desde la colección de primavera/verano de 2020, hasta más recientes como la de primavera/verano de 2023, no evitará el protagonismo de las perlas, aplicadas en accesorios, tanto como a las telas iridiscentes de sus looks.
Pero, para mí, dos casos clave los encarnan Marc Jacobs y Harry Styles. Como recordamos, este último apareció en la Met Gala de 2019, dedicada al Camp, con un look de Gucci, combinando una blusa transparente con lazada, zapatos de tacón y un solo pendiente con perla pinjante que, por otro lado, parece un guiño a la obra de Vermeer.
La joya es un curioso punto focal de nuevo, como en el cuadro. Se nos va la mirada a ella, en parte porque la perla tiene un aura tradicional y conservador. Si la despojamos de esa esencia, el look no cobra el mismo sentido. Lo mismo que sucedió con el traje de chaqueta que acompañó con un jersey malva y camisa con cuello bobo o caído de Gucci, los uggly shoes de Marni y collar de perlas.
Pero Marc Jacobs gestionó estas maniobras estilísticas primero. De hecho, llega a enfatizar el carácter más atemporal de su ya icónico collar de perlas, tanto en su combinación perfecta con clásicos jerséis y camisas cerradas, como haciéndolo partícipe de combinaciones más arriesgadas", señala la experta.
En la cultura pop
La influencia y el poder de la perla son también perceptibles por su omnipresencia en obras audiovisuales. La recordamos, a la vez elegante y dulce, en películas y series míticas.
En Todos dicen I Love You (1996), Skylar Dandridge, interpretada por Drew Barrymore, luce un vistoso collar de perlas, en consonancia con su personalidad. Cher, en su espectacular rol de dama en Té con Mussolini (1999), también luce tiras de perlas a su cuello, al igual que Barbara Stanwyck, en El pájaro espino (1977) y por supuesto Audrey Hepburn, en Desayuno con diamantes (1961).
Al cuello de Sarah Jessica Parker en Sexo en Nueva York y en la cabeza, a modo de diadema, de Leighton Meester en Gossip Girl, las perlas asumen también su rol de complemento preepy, marcando una estética sofisticada sin esfuerzo. La perla brilla con luz propia y es quizá su mayor fuerza.