Desde los dirigentes de la Antigua Grecia hasta la reina Letizia: cómo han evolucionado las tiaras

En la Antigua Grecia, ya encontramos el uso de accesorios para la cabeza como manera de honrar a figuras importantes. Estos adornos se entregaban a atletas y a guerreros para celebrar sus victorias y las personas importantes los utilizaban en bodas y fiestas.

Con frecuencia, este accesorio tenía forma de banda de oro, conocida como filete, o de coronas hechas a base de elementos naturales como espigas de trigo, hojas de laurel y flores. 

Más tarde, los romanos continuaron con esta tradición, aunque con el auge del cristianismo y la caída del imperio, el uso de coronas y diademas menguó hasta casi desaparecer.

En el Medievo, todas las novias (independientemente de su rango y condición) utilizaban coronas o joyas que tuvieran esa forma, aunque no fue hasta el siglo XVIII que las tiaras, tal como las conocemos hoy, se usaron más ampliamente. 

Aunque las causas de esto son desconocidas, es probable que se debiera a los avances en el corte de las piedras preciosas: pasó de ser el trabajo de los orfebres a convertirse en el de los lapidarios, que demostraron sus habilidades en la modelación de gemas.

De las joyas simples de oro se pasó al uso de diamantes y de piedras coloridas, mucho más impactantes y elaboradas. Con el surgimiento de nuevas clases adineradas, la aristocracia también comenzó a utilizar estos complementos.

A finales del siglo XVIII y principios del XIX, las tiaras estaban decoradas con una gran variedad de piedras preciosas, como coral, perlas, amatista, turquesa, topacio y citrino y, en algunas ocasiones, con diamantes.

El acero tallado y el hierro de Berlín, aunque de escaso valor intrínseco, seguían gozando de un alto estatus, y los camafeos y grabados fueron populares en todas sus formas durante todo el período napoleónico.

El pico de popularidad de las tiaras se alcanzó en la década de 1870, ya que la cantidad de diamantes aumentó gracias al descubrimiento de nuevas fuentes en Sudáfrica.

Sin embargo, los diamantes solían estar acompañados de otras piedras preciosas como los zafiros, esmeraldas, rubíes y perlas.

Ya en el siglo XX, el uso de este complemento fluctuó por los constantes cambios, tanto en moda como a nivel político. Se utilizaban piedras menos preciosas, aunque seguían siendo de lo más elegantes, como las aguamarinas, el ónix, el citrino y el cristal de roca.

Con el cambio de milenio, las tiaras recuperaron fama. Ya no están ligadas a una cuestión de rango, sino que todo el mundo puede disfrutar de ellas, siempre y cuando se tenga en cuenta el protocolo.

Las tiaras actualmente pueden ser perfectas para bodas, cenas y bailes de gala, aunque siempre se debe prestar atención al contexto de cada evento.

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¿Tiara, bandeau, corona o diadema?

Estos términos están ligados entre sí, aunque no se refieren a lo mismo. La tiara es un concepto más genérico para varios estilos diferentes de tocados, incluidas las diademas.

El bandeau es del estilo de una diadema de perfil bajo, que se usa con mayor frecuencia en la frente y que prevaleció a principios del siglo XX.

La corona en miniatura o simple se caracteriza porque la usa la realeza menor. A menudo, está hecha de plata dorada con terciopelo que indica el rango. Por ejemplo, una vizcondesa utilizaría 16 remates en su corona, mientras que la condesa tendría ocho.

Por último, el concepto de diadema proviene de la palabra griega diadein, que significa "atado alrededor". Más adelante se ha utilizado para describir el tocado de cualquier rey.

Cómo llevar las tiaras