Te pruebas un pantalón en una tienda de una talla, digamos 40, y te queda estupendo. Cruzas la calle, entras a otro establecimiento y la que te queda bien es la 38. No, no has adelgazado al cruzar la calle, probablemente estés siendo víctima del vanity sizing.
[¿Qué está ocurriendo con las tallas? Lo que la industria de la moda no quiere que sepas]
Quizá este ejemplo te suene algo exagerado, pero es muy posible que tengas en tu armario prendas de igual dimensión y distinta talla.
Esto se puede deber a la falta de un estándar internacional o al vanity sizing. El vanity sizing consiste en etiquetar una prenda con una talla inferior a la que corresponde.
Tallas comerciales
Según explica Laura Opazo en La moda es revolución (Zenith, 2023), en los años sesenta se inició el florecimiento de las industrias de confección en los diferentes y países y apareció el concepto de tallas comerciales. Sin embargo, a día de hoy no existe un sistema estandarizado en todo el mundo.
En los 90, tal era el caos en los nombres y las medidas de las tallas que los Gobiernos de países desarrollados "tuvieron que intervenir creando reglas y códigos para su estandarización". Pero la confusión aparece en que muchas de las grandes marcas son producidas por industrias textiles de países occidentales que usan un sistema de medidas que no corresponde con el sistema de medición de los países del sudeste asiático donde fabrican las prendas.
"Además, como vivimos en un mundo globalizado, esas prendas son consumidas por personas de distintas partes del mundo, en cuyos países las tallas tienen nombres distintos y las medidas no coinciden por los aspectos antropométricos con los propios de cada zona".
Con tal variedad de tallaje y la "no obligatoriedad de adherirse a un sistema", algunas marcas han aprovechado para poner en práctica el vanity sizing que implica etiquetar una prenda con una talla menor para "hacer feliz al cliente", explica Opazo.
Variación de las tallas
La revista Time explica que el avance del vanity sizing ha sido tal, especialmente en Estados Unidos, que en los sesenta, la modelo Twiggy (reconocida por su delgadez) usaba una talla 8, la más pequeña disponible; mientras hoy actrices como America Ferrera o Lena Dunham han mencionado en entrevistas que esa misma suele ser su talla.
Según la investigación, las medidas de la talla ocho pasaron de ser 82,5 cm en las caderas y 60 cm en la cintura a casi 100 cm en las caderas y 71 cm en la cintura.
Investigadores de la Universidad de Texas corroboraron que varias empresas del sector textil, a pesar de las tallas estándar y las guías de medidas en el país, se cobran enormes libertades para manufacturar las prendas que vestimos.
Tomaron como muestra más de mil pantalones de mujer de la talla 4 (M) y registraron las medidas de la cintura de cada uno de ellos. Las variaciones de las circunferencias llegaron a ser de 21 centímetros.
¿Qué lo ha impulsado?
Si te preguntas qué ha podido impulsar a las marcas a poner en práctica el vanity sizing, un estudio publicado en el Journal of Consumer Psychology responde que estas etiquetas aumentan la autoestima de los clientes, lo que favorece su disposición a la compra.
A pesar del movimiento 'body positive', según explica O'Connel en El profundo impacto negativo del vanity sizing (2021), nuestra cultura está obsesionada con las tallas pequeñas: "Los medios transmiten constantemente el mensaje de que las mujeres pequeñas y delgadas son 'hermosas'. Esto tiene un impacto más grande en la moda".
Dockterman explica en la revista Time (2016) que el origen del concepto se sitúa en Estados Unidos, con las estadounidenses haciéndose más grandes con el paso de los años. "El sistema de tallas de 1958 se actualizó hasta que cambió por completo en 1983. El resultado fue que los fabricantes tuvieron la libertad para definir sus propias tallas y pronto comenzaron a tallarse hacia abajo para halagar al consumidor".
Este concepto ha ido evolucionando con los años. Según un estudio de Illinois State University, marcas como Victoria's Secreta promovieron sujetadores que hacían a las mujeres creer que tenían un pecho mayor.
Sin estándar internacional
Una de las principales barreras para acabar con el vanity sizing es la falta de un estándar internacional y la obligatoriedad de las marcas de adherirse al mismo, independientemente del país en el que se ubiquen.
En Estados Unidos, tras dos intentos fallidos en 1958 y 1958, la organización American Standards for Testing and Materials publicó el sistema de tallas más utilizado en la actualidad, que va desde el 0 hasta el 44. Sin embargo, no es un sistema obligatorio por ley.
De hecho, existen al menos otras seis normas de tallaje vigentes, que los fabricantes pueden elegir seguir. Lo habitual es que no lo hagan y que cada marca talle según le convenga, según adelanta el blog Blue Nattier.
En Reino Unido, nacieron dos sistemas de talla, el de Leeds y el de Londres, nacieron tras la Pimera Guerra Mundial. Este funcionó bien para la moda masculina, pero no servía para la femenina. La ropa de mujer comenzó a estandarizarse con tallas en Reino Unido mediante la adopción del sistema de tallas americano. En 1929, la British Stardards Institution creó la norma de tallas BS 1445, que se actualizó en el 82 dando lugar a dos sistemas de tallaje: BS 3666 para mujeres y BS 6185 para hombres.
Por otra parte, en 1996, el Comité Europeo de Normalización CEN/TC puso en marcha el diseño de una norma europea para la designación de tallas de vestir. Esta hoy se conoce como En 13402 y la siguen todos los países de la Unión Europea, menos Alemania, Francia e Italia, que tienen sus propios sistemas.
Dejando de lado Europa y Estados Unidos, la referencia es la norma ISO 8559, que es muy parecida a la europea. Aunque en Asia hay cuatro importantes sistemas de tallas de ropa: China (GB/T 14304-2002); Japón (JIS L 4007 (1997); Corea del Sur (KS K); Tailandia (Wacoal).