Es Jueves Santo en Sevilla y cientos de mujeres están listas para salir a las calles de la ciudad hispalense vestidas con el tradicional traje de mantilla. Durante la mañana de este día festivo en la capital andaluza, recorrerán las iglesias de las cofradías de la Semana Santa para conmemorar la pasión y muerte de Cristo, adelantando así la gran jornada que comenzará en unas horas: la clásica Madrugá.
Esta tradición se repite una y otra vez, año tras año, en muchas ciudades españolas. La costumbre especialmente relevante en Sevilla es imitada constantemente. Mila Montero, directora de Lina 1960, una empresa sevillana de renombre que se encarga de la venta de mantillas así como otros clásicos como el traje de flamenca para la Feria de Abril, conversa con MagasIN sobre los atuendos típicos.
Junto a su hermana, Rocío Montero, que es la directora creativa de la firma, conforman la segunda generación de una empresa familiar establecida y reconocida en la capital andaluza. "Esta tradición la conozco desde toda mi vida aquí, desde antaño, se vestía mi abuela y luego otras muchas generaciones lo han hecho también", declara.
Como ella nos explica, hay diferentes tipos de mantilla: "Las hay de diferentes diseños, hay mantillas que son de encaje, de blonda o de chantilly. Las mantillas de blonda son como más recargadas, con flores, con dibujos más espesos. Y las mantillas de chantilly son como mucho más trasparentes, más suaves, más ligeras".
Por otro lado, el material también puede variar, lo que le dará una forma u otra a la prenda. "También puede cambiar en relación al material, a la manera de bordar la mantilla y la forma. Hay dos formas que ahora están muy de moda, que se venden mucho, que son las rectangulares, que se llaman mantillas de tela de toalla, y después también están las triangulares".
Por supuesto, dependiendo de la manera de fabricar la mantilla, el precio será más o menos elevado. "Dentro de los dos diseños que te he comentado, tanto blonda como Chantilly, las hay bordadas a máquina o bordadas a mano. Claro, las bordadas a máquina son más económicas y las bordadas a mano pues las hay semi manuales que son un intermedio entre una cosa y otra. Las manuales completamente son súper caras".
Sin embargo, para muchas de las familias que deciden seguir la tradición, esto no es más que una inversión. Como afirma Mila Montero, "lo bonito de esto" es que la misma mantilla que ha llevado la abuela, pase a la madre y luego a su hija, y así consecutivamente. Son prendas clásicas que pueden durar a lo largo de muchísimos años y si se comparten, adquieren mucho más significado. Y no todo es eso, cuando llega el momento de ponérsela, el proceso se convierte en todo un "ritual".
"Lo fundamental es un traje negro, que sea un traje sobrio que no tenga una falda muy corta, la falda por debajo de la rodilla mínimo hasta la media pierna. Un escote que favorezca, pero que tampoco sea un escote muy bajo y los brazos cubiertos como con la manga larga o debajo del codo", explica la directora de Lina 1960.
Así, para vestir de mantilla, las mujeres deben seguir un protocolo especial que respete la tradición del traje. Ser mayor de 18 años es otro de los requisitos. Los accesorios también son fundamentales: "Se suele llevar con unas medias negras, no muy oscuras, zapato de tacón a ser posible, un salón y un tacón medio. Y después se completaría con la peineta, una mantilla negra, un bolso de carey, pendientes y broche. Algunas llevan también un rosario".
El origen del traje de mantilla
Mucha gente, cuando acude a estas fiestas por primera vez, se pregunta cuál es el origen de este traje tradicional. Aunque con exactitud se desconoce, muchos apuntan al siglo XIX como el comienzo de la popularidad de la mantilla. La reina Isabel II fue la responsable de que esta prenda empezara a ser utilizada por muchas personalidades de la nobleza. Antes de ello, el uso de la mantilla permanecía entre la clase popular.
A pesar de ello, en el siglo XX sufrió un periodo de decadencia, quedando esta tradición para fechas determinadas como Semana Santa, bodas y corridas de toros. No obstante, las sevillanas no han dejado de vestirse de mantilla. Incluso durante los años de la pandemia, en las que las cofradías no pudieron salir a la calle por motivos obvios, muchas mujeres salieron a la calle vestidas con este traje.
"El año pasado no salieron procesiones, pero sí se podía vestir la gente de mantilla, y lo hicieron. Aquí, en Sevilla, mucha gente joven se viste de mantilla y este año nosotros estamos vendiendo bastante", comenta Montero haciendo referencia a la iniciativa 'Sí a la mantilla' que se llevó a cabo el año pasado en la ciudad hispalense.
Para este año, nuestra entrevistada espera una gran afluencia de mujeres que vistan la mantilla. De hecho, es la primera vez que desde Lina 1960 van a prestar el servicio de colocar esta prenda. Como Mila Montero explica, el proceso es muy complicado y muchas veces, las mujeres no encuentran un sitio para poder vestirse de mantilla.