Esta vez quise escribir el libro que me hubiera gustado leer cuando las hormonas comenzaron a despertar en la adolescencia, me habría ahorrado tanta confusión y tantos malentendidos… Pero una vez escrito pensé que también hubiera sido una lectura muy fructífera para mí antes de que mis hijas entraran en la adolescencia, porque mira que es mala la memoria... Un buen día te levantas y parece que tu hijita no tiene nada que ver con aquella personita que criaste y no das crédito ¿en serio?
Por otro lado, este libro también es para personas adultas, ¿acaso no necesitamos revisar nada? ¿Quién no tiene un adolescente dentro al que aún le atraviesan los mitos y tabúes de nuestra cultura?
La adolescencia es una fase de transición donde vamos dejando atrás la infancia y empezamos a madurar (se supone que todo el mundo madurará con la edad, aunque ya sabemos que esta teoría no siempre se cumple…). Muchas de las vivencias de esta etapa tendrán un fuerte impacto en nuestra sexualidad al llegar a la edad adulta, impacto está sobradamente demostrado a través de numerosos estudios.
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En mi consulta como ginecóloga sigo encontrándome con problemas sexuales en mujeres que podrían haberse solucionado si hubieran tenido una educación sexual de calidad desde el primer momento. Veo a muchas jóvenes y mayores con problemas físicos y/o emocionales que trascienden a su relación con su sexualidad, sus vínculos, su vida con su pareja… Y les pregunto ¿por qué no has consultado este problema desde que empezó? Suelen contestarme “no sabía a dónde acudir”, “me daba vergüenza consultar”, “alguna vez lo hice, pero me dijeron que estaba todo bien y que no tenía nada”.
Esa es otra, ¿por qué se normaliza en las mujeres el malestar? El dolor con las relaciones sexuales, el dolor con la regla, el malestar en relación al ciclo hormonal… ¡Qué de cosas incomprendidas están bajo ese paraguas de “cosas de mujeres”! Qué necesario es saber discernir ¿cuándo se trata de procesos normales estamos patologizando? O viceversa ¿cuándo son problemas de verdad que estamos normalizando y no lo estamos tratando?
Pero en este libro no solo hablo como ginecóloga de “cosas de mujeres”, también se abordan muchos aspectos de la sexualidad humana que incluye a todas las sexualidades: sobre las relaciones (cuándo son sanas y cuándo no), qué líneas rojas no se deben cruzar jamás si no quieres acabar sufriendo, qué diferencia hay entre el amor y el enamoramiento…
Cuando hablamos de educación sexual, todavía mucha gente cree que se trata solamente de prevenir ITS y embarazos no deseados. Por supuesto, hay que hablar también de esto, pero una educación sexual de calidad va más allá. No puede ser mecanicista y deslindarse de la educación emocional, de la protección de muchas vulnerabilidades que se pueden sufrir.
Hay personas que ni siquiera son conscientes de estar sometidas a abusos en una relación, que lejos de darse cuenta se sienten culpables, hay relaciones donde se rebasan líneas rojas, personas que repiten el mismo patrón relacional donde acaban siempre padeciendo las mismas dinámicas, existen muchas disfunciones sexuales que se sufren en silencio afectando emocionalmente a la persona y dejándola sin autoestima.
¿Qué tal si comenzamos a discernir lo que nos construye como seres completos y lo que nos hace mal? ¿Qué tal si comenzamos a tomar las riendas de nuestra salud sexual y afectiva?
Para eso, es vital contar con información adecuada y de calidad, que nos ayude a saber diferenciar lo que nos hace bien de lo que nos daña, saber cuándo necesitamos ayuda y cómo queremos relacionarnos, qué significa respetar y ser respetados, aprender a vivir sin culpa o vergüenza, responsabilizarnos de nuestros sentimientos.
Hay quienes creen que hoy día somos muy libres en el sexo porque cualquiera se puede acostar con cualquiera (no como nuestras abuelas que tenían que llegar vírgenes al matrimonio). Pero el problema principal del que derivan hoy los mitos y tabúes del sexo viene sobre todo de la confusión entre libertad sexual e hipersexualización; hemos caído en la banalización e instrumentalización del sexo, la cosificación de los cuerpos.
Hemos olvidado lo más importante: la conexión, conectar con el propio cuerpo y conectar con el otro cuerpo para disfrutar de la experiencia sexual compartida. Lo que llamo en el libro las tres erres (respeto, responsabilidad y reciprocidad). Nunca he visto en mi consulta a tantas jóvenes que tienen sexo sin deseo porque es lo que toca, comparten su intimidad y su cuerpo con otra persona estando muy lejos de sí mismas, totalmente desconectadas de su placer.
El modelo ideal de mujer hipersexualizada no trata de una mujer que disfruta más de su cuerpo, sino todo lo contrario. Parece que la valía femenina está en lo sexualmente excitante que una sea para la otra mirada. Todos los medios audiovisuales, las redes sociales favorecen ese estereotipo de la mujer como objeto de deseo y placer y no como sujeto.
Llevaba tiempo sintiendo que era necesario hablar de todo ello en un libro, y así ha visto la luz por fin Hablemos de Adolescencia (Anaya 2022). De verdad espero que este libro ayude no solo a las personas adolescentes -sino también a cualquier edad- a sabernos seres dignos de amar y ser amados, sin dañar ni dañarnos.