Este año, se ha hablado mucho en las redes sociales sobre el síndrome de la chica con suerte como una nueva revelación en conceptos de desarrollo personal. Consiste en un estado mental de positivismo en el que comienzan a ocurrir cosas buenas a la persona que constantemente se repite “soy una chica con suerte”, como una especie de mantra.
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Sin embargo, Maïté Issa, coach experta en manifestación y autora del best seller Tu Éxito es Inevitable (Editorial Grijalbo, 2022), señala que esta idea solo es un nombre popular que se ha otorgado a la ley de atracción, uno de los fundamentos más importantes del desarrollo personal en este siglo.
La ley de la atracción se basa en el poder del pensamiento, es decir, si pensamos intensamente con optimismo y creemos que ocurrirá, podemos convertirnos en el centro de atención de las ondas de los pensamientos de los demás.
Pero, al llevar a cabo esta práctica pseudocientífica, no siempre solemos dar con la técnica adecuada. La coach apunta cuatro errores de base que debemos evitar al aproximarnos a este tipo de hábitos relacionados con el desarrollo personal.
Lo que emites es lo que recibes
El principio básico de la ley de atracción es que atraemos lo que somos. Esto quiere decir que somos capaces de atraer situaciones y emociones de alta frecuencia, cómo obtener un mejor trabajo, el mejor cliente, o incluso el amor de una pareja cuando vibramos en esa misma frecuencia.
No obstante, a pesar de repetir todo el día “soy una chica con suerte”, si estás conectando constantemente con emociones negativas como la angustia, la tristeza y el miedo, también te encontrarás con que atraes rechazos y obstáculos para alcanzar las metas que quieres.
Puedes estar repitiendo una frase y nunca encontrar resultados, porque debes hacer más que eso para que la ley de atracción funcione a tu favor, y no en contra de ti y de tus intereses.
Recupera la conexión con tus emociones
Uno de los grandes problemas de la “positividad tóxica” es pensar que tus emociones negativas deben ser suprimidas, o que siempre debes estar feliz a pesar de las circunstancias, y esto es un gran error.
Reconocer tus verdaderas emociones es el primer paso para recuperar el control sobre lo que generas en tu vida, te libera de la culpa y aumenta la confianza en ti misma.
Si entendemos que la energía de lo que dices, piensas y haces es lo que atraerá situaciones y oportunidades, entonces es mejor dejar de esperar a la “suerte” y poner más atención en las emociones que vives durante el día.
Es normal que algunas cosas te generen molestias, pero observa cuánto tiempo dedicas a diálogos internos que tienes con viejos enemigos, a pensar en tus inseguridades, enfadarte o preocuparte por asuntos que no son realmente importantes.
Cuando observas tus propias emociones eres capaz de manejarlas mejor, y también tomarás decisiones que te lleven a mejorar la calidad de estas emociones
La suerte no existe: busca resultados
El concepto de la “chica con suerte”, a pesar de que suena muy bien en marketing, nos transmite que está relacionado con el azar.
Si consideras que esto funciona por suerte, magia o solo por repetir unas palabras (o porque las dejaste de repetir) creas un nuevo patrón negativo en tu cerebro, y pierdes autoestima al pensar que la causa de todo aquello que vives y te ocurre es producto de algo externo a ti, que no tienes ningún control sobre los objetivos que quieres alcanzar en tu vida. En otras palabras, sientes que eres incapaz.
Estas metas pueden ser de cualquier índole: tener una mejor relación de pareja, vivir en la casa que quieres, que tu empresa pase al siguiente nivel, un mejor trabajo, reconciliarte con tu familia, etc.
De forma escalonada, y con el mindset adecuado, puedes ir alcanzando estas metas una por una. Pero no ocurrirá a través de ningún truco, eres tú, con tus actos y con la frecuencia vibratoria en la que te mantienes, quien genera los resultados.
Líbrate de las creencias limitantes
Además de nuestras emociones, es muy importante revisar nuestras creencias, que son todas esas ideas que se han instalado en nuestro subconsciente y que has aprendido en tu infancia, de observar a tus padres o cuidadores y de tus experiencias más tempranas.
Será poco útil repetir mantras cuando mantienes firmemente creencias limitantes relacionadas con escasez, con tu capacidad para hacer dinero, para retener a las personas que quieres o para lograr cualquiera de tus deseos.
De la mayoría de esas creencias limitantes no somos conscientes hasta que trabajamos en detectarlas, por eso Issa recomienda, en primer lugar, hacer una lista de todas las razones que tu cerebro es capaz de crear para convencerte de que lo que quieres es imposible, no es adecuado o no es legítimo.
Algunos ejemplos son: “ya no tengo la edad para esto”, “soy demasiado joven”, “si otros no han podido, no podré yo”, “ya he fallado en cosas difíciles” o “nunca nadie me elige a mí”.
Para eliminar las que has apuntado en tu lista, puedes dar el primer paso encontrando ejemplos y biografías de personas que, en circunstancias semejantes a la tuya, han podido superarlo e incluso obtener nuevas victorias.
Consumir contenidos en los medios y las redes que respalden estas nuevas ideas empoderadntes es clave, así como contactar con personas que alimenten tu autoestima.