Cerca de la romántica ciudad de Venecia, siete kilómetros al norte y a veinte minutos en vaporetto, se encuentra la pintoresca isla de Burano.
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Esta isla del archipiélago de la laguna veneciana, conocida por la producción de encaje de hilo, conquista a todo el que se le acerca con sus llamativas casas de colores.
Los 4.000 habitantes de Burano están obligados a pintar las fachadas de sus hogares con llamativos tonos cada poco tiempo. Hoy es una tradición y atractivo turístico, pero se cuenta que antiguamente los marineros las pintaban así para llegar a sus casas los días de niebla.
Ahora bien, como decíamos, Burano es conocida también por el encaje. Hoy en día, gran parte de los habitantes de la isla se dedican a la confección de este tejido y allí es posible adquirir prendas elaboradas por mujeres.
Sus primeras apariciones datan del siglo XV, cuando se vincularon a las grandes familias europeas, y su importancia hoy es tal que la isla cuenta con un Museo del Encaje, ubicado en la antigua escuela del oficio llamada Scuola dei Merletti. En su interior se puede hacer un recorrido cronológico por la historia de este arte tradicional.
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La desconocida leyenda
Pero, ¿cuál es el origen de este tejido? Cuenta la leyenda que Nicolò, un joven pescador, pescaba solo en la laguna mientras pensaba en su futuro matrimonio con María, su prometida. De pronto comenzó a escuchar un dulce canto que parecía salir del mar.
Se trataba de las voces de varias sirenas que buscaban cautivarlo con su melodía. Nicolò estuvo a punto de dejarse enredar por sus encantos, pero a su mente llegó el recuerdo de María y no se dejó engatusar. Las sirenas, reconociendo la derrota, decidieron entonces regalar al pescador un espectacular lazo hecho con espuma de mar.
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Cuando este contó la historia a su prometida, María no podía creérselo. Todo cambió cuando le enseñó el regalo de las sirenas. Consciente de que aquel presente de increíble belleza y delicadeza no perduraría fuera del mar, intentó reproducirlo con su aguja e hilo, naciendo así el encaje de Burano.
Otra leyenda similar, aunque más realista, cuenta que un joven pescador encontró entre sus redes un alga perforada con incrustaciones de sal y su belleza hizo que pensara que la habían confeccionado las sirenas. Como era muy pobre, creyó que sería un bonito regalo para su prometida, quien quedó tan maravillada que intentó imitar el alga perforada con su aguja e hilo y así nació el encaje de Burano.
Sea como fuere, hoy en día los visitantes que recorran las pintorescas calles de la isla pueden llevarse diversos productos elaborados con este tejido, desde manteles a prendas de ropa. Y, por supuesto, disfrutar de un paseo junto a las coloridas casas que llenan de vida la isla.