Desde hace algunos años, nuestros cosméticos han sido invadidos por el ácido hialurónico, la vitamina C, el retinol y otros muchos derivados que prometen tener grandes efectos en nuestra piel. Además de ellos, hay un nuevo activo que seguramente no conozcas y que deberías apuntar, porque pronto se convertirá en uno de los imprescindibles de tu rutina facial. ¿De qué estamos hablando?
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Descubriendo la vitamina P
Los bioflavonoides, comúnmente conocidos como vitamina P, son moléculas hidrosolubles formadas por antioxidantes de origen vegetal. En pocas palabras, se encuentran en los pigmentos brillantes de las frutas y verduras, especialmente en ciruelas, limones, uvas, cerezas y escaramujos.
¿Cuál es exactamente su función? Bien, estos activos naturales se encargan de proteger la piel de los alimentos contra los rayos solares, agresiones bacterianas y otros agentes externos, evitando efectos perjudiciales que puedan afectar a su salud.
Efectos en nuestra piel
Igual que protegen la cáscara vegetal, los bioflavonoides también pueden ser de gran ayuda para cuidar el rostro. Son fundamentales para absorber correctamente la vitamina C, y potencian la capacidad de esta para mantener sano el colágeno, una proteína muy presente en nuestro cuerpo que ayuda a retrasar el envejecimiento, la flacidez del cutis y el acné.
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A partir de los 30 años, la producción de colágeno disminuye, y es recomendable fomentar su presencia a través de una dieta equilibrada y la utilización de los cosméticos adecuados.
Los bioflavonoides actúan como antiinflamatorios —protegiendo la salud cardiovascular— y tienen efectos antioxidantes. Esto quiere decir que trabajan para desactivar los radicales libres, moléculas que se producen de forma natural en el organismo y que causan el envejecimiento de la piel.
La vitamina P, combinada con otros suplementos, retrasa la aparición de estos efectos, y resulta clave en el aumento del colágeno y la regeneración de tejidos.
Cómo sacarle el máximo partido
Lo cierto es que hay miles de bioflavonoides distintos y con llamativos efectos en la piel, pero los más fáciles de encontrar son la naranjina, los flavanoles, la hesperidina y las isoflavonas.
Por ejemplo, los flavanoles —presentes en el té verde— son muy útiles a la hora de ayudar a la piel a repararse tras la radiación ultravioleta y combatir el fotoenvejecimiento. Las isoflavonas, más conocidas en el mundo de la cosmética, las obtenemos a través de la soja, y destacan por sus propiedades hidratantes, restauradoras y calmantes.
Sus beneficios van más allá del cuidado de la piel. Recientemente, se ha demostrado que otro tipo de bioflavonoide, la rutina —procedente de las hojas del trigo—, fortalece las paredes de los vasos sanguíneos y previene el sangrado que se provoca cuando estos se rompen.
La manera más recomendada de incorporar la vitamina P en nuestra rutina es hacerlo de forma natural, a través de una dieta rica en vegetales, aunque también es posible hacerlo a través de suplementos a base de rutina y bioflavonoides cítricos.
También existen complejos antiarrugas con estos activos acompañados de vitaminas A, C, y E. Y, si lo que queremos es aplicarlo a modo de tópico, también existen opciones en crema y sérum, como este que encontrarás en The Ordinary por 10,40 euros.