Peinarse el pelo puede ser una experiencia relajante, casi terapeutica incluso, pero el momento de mirar el cepillo y ver pelos rotos puede generar dudas con respecto a su salud ¿Se trata de pequeños mechones que se caen de forma natural por la aparición de nuevos crecimientos o son más bien consecuencia de un pelo dañado y poco cuidado?
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El cabello quebradizo, apagado y sin movimiento puede ser una gran pesadilla contra la que luchar. Teñirlo con frecuencia, hacer un uso excesivo de herramientas de calor como rizadores o planchas y cepillarlo con agresividad son algunos de los motivos por los que el cabello se rompe.
Sin embargo, es posible recuperar la fuerza, vitalidad y salud del pelo siguiendo los pasos adecuados y empleando productos reparadores o reconstructores capilares indicados para cada tipo de cabello en función de las necesidades específicas de cada uno.
¿Cómo saber si tu pelo se está rompiendo?
La rotura del cabello se produce cuando los mechones se parten, volviéndose más irregulares y más cortos. No debemos confundirla con el frizz o la electricidad estática que aparece en el cabello, pues esta no siempre se debe a la rotura del pelo.
De hecho, esta última en muchas ocasiones está ocasionada por la caída natural del pelo debido a la aparición de nuevos crecimientos. Un proceso que es natural durante el crecimiento del pelo.
¿Por qué se produce la rotura del cabello?
El cabello puede romperse por tres motivos: procesos mecánicos, procesos químicos y procesos térmicos. Los primeros se refieren a los cepillados agresivos, en los que se tira excesivamente del pelo provocando su rotura. También engloba los recogidos en los que se aprietan demasiado las coletas o dormir con pelo mojado.
Los procesos químicos incluyen cualquier tipo de decoloración o teñirse el cabello excesivamente. Hay muchos tipos de pelo que no reaccionan bien a esta clase de procedimientos, como los cabellos secos, los finos o los que tienen tendencia a quebrarse.
En cuanto a los procesos térmicos, son todos aquellos producidos por herramientas de calor. Bien sea por haber utilizado excesivamente planchas o rizadores; por haberlos empleado a temperaturas muy elevadas; o por no haber empleado productos que funcionen como protectores del calor.