El invierno ya está a la vuelta de la esquina y con él, la bajada de temperaturas que poco a poco se comienza a percibir en la mayor parte de España. Una bajada de los termómetros y un cambio en la humedad ambiental que suelen afectar por lo general a la textura de nuestra piel.
Esta es una de las principales razones por las que con el invierno también necesitamos hacer un esfuerzo extra en nuestra rutina facial y por lo que normalmente aparecen esas clásicas rojeces en la zona de las mejillas, nariz u orejas. Rojeces que en ocasiones pueden incluso acabar en eczema, picazón o simplemente enrojecimiento y que normalmente aparecen cuando pasamos a estar en espacios interiores cálidos después del gélido exterior.
Aparecen con más frecuencia en personas con la piel sensible, clara y fina.Te contamos la causa de ese enrojecimiento en la piel debido al frío y por qué suele afectar en mayor medida a niños pequeños y mujeres a partir de los 25 años.
¿Por qué se pone la piel roja con el frío?
Para entender el por qué de ese enrojecimiento de la piel con las bajas temperaturas es importante entender primero que el ser humano no está hecho para soportar las duras condiciones invernales que en cambio sí pueden soportar otros seres vivos.
Evidencia de ello, es que para sobrevivir durante la época invernal, el ser humano necesita de ropa de abrigo para que el calor que genera nuestro propio cuerpo no escape al exterior, evitando así que nuestra temperatura corporal descienda drásticamente.
Precisamente para que esto no ocurra, nuestro cuerpo activa con la bajada de temperaturas un mecanismo de defensa para mantener una temperatura corporal determinada que permita al organismo seguir realizando las funciones vitales sin dificultades.
Uno de los mecanismos más conocidos que nuestro cuerpo pone en funcionamiento para controlar esa temperatura es el tiritar. Una acción que provoca que los músculos realicen trabajo y generen el calor que necesitan para compensar una posible bajada de la temperatura en nuestro cuerpo.
Pero este no se trata del único mecanismo para controlarlo. De hecho, otro de ellos está directamente relacionado con ese enrojecimiento de la piel típico de la época invernal.
Un enrojecimiento que normalmente suele afectar a la zona de las orejas, las mejillas o la nariz, mientras que el resto del cuerpo se empalidece. Algo que está directamente relacionado con la redistribución de la sangre y con ese segundo método del cuerpo para evitar perder calor. Para conseguirlo, el cuerpo hace se produzca la vasoconstricción de los pequeños vasos sanguíneos de la piel, los capilares, los cuales al contraerse disminuyen el paso de sangre evitando así la pérdida de calor corporal.
Al reducirse el riego sanguíneo, las células reciben menos oxígeno y nutrientes haciendo que la piel se palidezca, se vuelva más frágil o incluso llegue a resecarse y agrietarse.
El enrojecimiento en cambio suele aparecer cuando pasamos de un lugar frío al calor de algún lugar en el interior, la razón de que esto ocurra tiene que ver con que con el calor los capilares vuelven a dilatarse aumentando de nuevo el flujo sanguíneo.
El hecho de que ese enrojecimiento se produzca primero en algunas zonas determinadas de la cara como las mejillas o las orejas, está directamente relacionado con que es en estas zonas donde hay más vasos sanguíneos, esta es la principal razón por la que estas zonas destacan sobre todas las demás. Es en ellas donde existe una mayor irrigación de sangre después de haber pasado por el efecto contrario del frío.
¿Por qué es más frecuente en mujeres y niños?
Este enrojecimiento de la piel cuando pasamos del frío al calor suele ser más visible en las pieles finas y frágiles y normalmente va acompañado de calor o sensación de tirantez.
Normalmente se trata de un enrojecimiento pasajero, pero este también puede producirse a largo plazo en algunos casos; esta es una de las principales razones por las que es importante proteger de manera adecuada la piel con el fin de evitar otras patologías relacionadas como eritrosis, cuperosis o rosácea, entre otras.
Este tipo de rojeces aparecen más frecuentemente en personas con la piel fina y el cutis más sensible, siendo habitual en niños pequeños por su piel más fina y en mujeres con piel sensible y tendencia a la vasorreactividad sobre todo a partir de los 25 años. En los hombres también pueden darse este tipo de rojeces pero de forma menos frecuente.
¿Cómo proteger la piel en invierno?
Si cuentas con una piel fina y sensible, la mejor forma de cuidarla durante los meses de frío y de impedir que esas rojeces puedan agravarse, es brindando a tu piel una serie de cuidados imprescindibles en la rutina diaria:
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Limpia la piel con agua micelar, geles o leches suaves que ayuden a hidratar y calmar.
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Utiliza un tónico sin alcohol ni productos irritantes.
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Hidrata y nutre la piel con sérums y cremas hidratantes que restauren la barrera protectora de la piel, hidraten y calmen.
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No olvides la protección solar tampoco en invierno.