Blonde, la nueva película de Andrew Dominik sobre la vida de Marilyn Monroe, se estrenó el pasado 28 de septiembre en Netflix. Se trata de una adaptación de la novela homónima de Joyce Carol Oates, en la que se expone la dualidad entre realidad y ficción en la vida de la artista. Entre la persona, Norma Jane, y el personaje fabricado por Hollywood, Marilyn Monroe.
La actriz fue un símbolo de influencia en su época y un icono de estilo. Es historia de la moda, por eso, el trabajo de reconstrucción de sus atuendos en la película fue todo un reto para la directora de vestuario, Jennifer Johnson.
Norma y Marilyn, persona y personaje
Johnson ya había trabajado antes en una veintena de producciones cinematográficas, pero en esta película se enfrentaba a la representación de un mito. Debía caracterizar a Ana de Armas de forma en que la audiencia pudiese comprender la diferencia entre Norma y Marilyn. Así, buscó plasmar un estilo arreglado pero minimalista en una y otro llamativo e identificable en otra.
La directora de vestuario cuenta en una entrevista para Vogue que lo primero que hizo fue leer el guion para comprender en qué escenas el vestuario tendría una mayor relevancia a la hora de caracterizar al personaje. Así como identificar los rasgos estilísticos que diferenciaban a las dos personalidades que el director quería plasmar en la gran pantalla.
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La silueta en forma de reloj de arena y el cabello rubio de la actriz fueron sus rasgos más identificativos, fueron estos los que principalmente la vestían. Por eso, Marilyn usaba frecuentemente vestidos ceñidos que marcaban sus curvas, prendas que actuaban como una segunda piel.
Un reto importante en la producción del vestuario fue plasmar el efecto visual de esa silueta con las curvas características de Marilyn en Ana de Armas, la actriz que la interpreta en la película. Descartaron el uso de prótesis para una mayor comodidad de la actriz y, en su lugar, emplearon técnicas de patronaje que incluían ropa interior mullida, puntas afiladas en el escote para resaltarlo y una banda elástica en la cintura que actuase como una especie de corsé.
La diseñadora se centró en tratar de imitar el patrón de los vestidos en su confección, de modo que estos luciesen naturales y que no pareciesen disfraces de Marilyn vestidos por Ana de Armas.
Para Jennifer Johnson fue todo un reto recrear piezas que habían sido diseñadas por los mejores artistas de los 50 como, por ejemplos William Travilla, diseñador del mítico vestido blanco que usó Marilyn para la película La tentación vive arriba y que quedó plasmado en la fotografía de la actriz sobre una rejilla de metro en la que el aire se lo levanta y trata de taparse.
La repercusión que tuvieron sus entallados vestidos de vuelo, sus tacones de aguja, sus chaquetas ceñidas y sus escotes palabra de honor marcaron tendencia. La diseñadora buscó plasmar ese legado en el cinta, acentuando la sensualidad de Marilyn y la naturalidad de Jane a partes iguales, y fundiendo la presencia de sus estilismos con la narración cinematográfica.