Miriam Quevedo (Barcelona, 1974) está a unos días de presentar a la prensa especializada de belleza en Madrid su nueva línea de cosmética capilar y confiesa que se siente muy nerviosa. “Me lo tomo todo como si fuera la primera vez”, explica.
[Cómo reparar el pelo después del verano: pasos para el cuidado de tu cabello]
Quizá ese no dar nada por hecho sea parte del secreto de su éxito, porque a estas alturas ya podría relajarse, si tenemos en cuenta todo lo que ha conseguido: la empresa que lleva su nombre ha logrado un crecimiento de doble dígito en los últimos tres años, vende sus productos en 40 países y está presente en algunas de las tiendas más emblemáticas del mundo, como Neiman Marcus, el centro comercial estadounidense donde pueden adquirirse marcas como Saint Laurent, La Mer o Dior. “Y nos han venido a buscar los de Saks”, apunta orgullosa, refiriéndose a otro de los templos del lujo.
Esta catalana completó las carreras de Empresarias y Económicas, además de un máster por ESADE y un sinfín de formaciones en quiromasaje, estética, tricología… Hace 20 años que creó su compañía de cosmética facial, corporal y capilar. Su mayor aportación ha sido la de creer que el pelo y el cuero cabelludo merecían los mismos cuidados que la piel.
¿Cómo empezó todo?
Soy la mayor de cuatro hermanos. Muchas tardes, al salir del colegio, mis hermanos se quedaban al cargo de mi abuela, y yo me iba a la herboristería de mi madre. Allí me lo pasaba pipa. Teníamos un vademécum de plantas y mi madre me decía: “Vete leyendo ésta, cuéntale a fulanita para qué sirve”. Así empecé a conocer las materias primas.
¿Y cómo diste el salto para crear tu propia marca, ya de adulta?
Antes trabajé en otras empresas. Mi madre me empujaba para que me dedicara a la nutrición o la estética, pero yo me matriculé en Económicas, que acabé con muy buenas notas, y al mismo tiempo estudiaba inglés. Quería ser como las mujeres que veía en las películas de aquella época, que llevaban traje y estaban tan seguras de sí mismas…
Es decir, que te creíste el mito de Armas de mujer.
Sí (se ríe). Empecé en una empresa muy pequeñita, de becaria. Y luego entré en Mango. Por aquella época no había mucho compañerismo entre las mujeres jóvenes y eso no me gustó. Al final volví con mi madre, a la herboristería. Ella llegó a tener cinco tiendas. Hacíamos rituales de cuidado con las materias primas de la herboristería. Iba a abrir mi propio espacio para hacer tratamientos de estética, pero al final nunca llegué a hacerlo.
¿Qué ocurrió?
Pues que apareció el que hoy es mi marido, que antes había sido mi novio en el instituto. Él es el dueño de uno de los laboratorios de fabricación de cosméticos para terceros más antiguos de Barcelona. Cuando le conté mi plan, surgió la sinergia: me propuso que crease mis propios productos. No sabía cómo llamar a la marca y él me dijo: “¿Por qué no le pones tu nombre? Eres tú quien la va a llevar”. Así empezó el proyecto, con productos faciales y corporales dirigidos a profesionales de spas. El proceso me llevó un par de años.
De eso hace ya dos décadas. ¿Qué balance haces al llegar a este aniversario?
Este capítulo de mi vida se me ha pasado muy rápido. Estoy orgullosa; empecé yo sola y ahora somos casi 30. Ser emprendedor es muy difícil. Hay que invertir mucha energía y tener las cosas muy claras, porque va a haber más gente que te diga que no va a funcionar que gente que te anime. Lo que pasa es que yo sentía algo dentro de mí que me decía que iba por el buen camino y que eran los demás los que se equivocaban. Recuerdo la primera vez que fui a presentar mi skincare a una feria: ¡se me cayó el stand encima! Lo levantamos y tiramos para adelante. A la gente le encantó la formulación, entonces ya incluía ingredientes como el caviar.
Fuiste la primera en introducir en España la cosmética capilar de lujo…
¡Yo te diría que la primera del mundo! Ahora veo que me están pasando al lado otras marcas y… madre mía, no me lo puedo creer. Cuando estaba en la herboristería vi que había muchas personas que llegaban contándonos problemas del cuero cabelludo. Nunca vas a tener el pelo bonito, si no tienes bien el cuero cabelludo.
Pero, ¿cómo justificas que tus champús cuesten en torno a 40 euros cuando en el supermercado los hay por tres euros?
Esto es como la cocina gourmet. En mi marca siempre procuro que tengamos los mejores ingredientes. Las mujeres se ven las arrugas en el espejo y por eso están dispuestas a gastarse el dinero en una buena crema. En el cuero cabelludo deberíamos utilizar las mismas moléculas, para revertir el envejecimiento y que dentro de 10 años tengas la melena tan bonita como ahora.
¿Qué envejece antes: la piel o el pelo?
Hombre, piensa que al pelo lo sometemos a más agresiones externas. Los tintes, el secador… Tenemos muy claro cómo debemos cuidar la piel a los 20, a los 30, a los 40, etcétera, pero no ocurre lo mismo con el pelo.
¿Por eso has lanzado incluso un exfoliante para el cuero cabelludo?
¡Es un productazo! Si analizamos la cabeza con una microcámara vemos cómo ahí se acumulan los residuos, el sebo… Recomiendo exfoliar el cuero cabelludo una vez a la semana en casa o bien en un hair spa.
Precisamente has abierto un 'hair spa' en el lujoso hotel Mandarin Oriental de Barcelona. A buen seguro, no hay muchas personas que estén habituadas a ese concepto. ¿En qué consiste?
El hair spa es un concepto nuevo, es como ir a hacerte un facial personalizado antiedad, pero para el cuero cabelludo. Utilizamos técnicas de quiromasaje, kobido (masaje japonés)… Cada tratamiento puede durar desde 60 minutos a dos horas y media. Además del Mandarin, estamos trabajando para abrir en otros sitios, pero aún no puedo contarlo.
¿Hacerse tratamientos de belleza de este estilo es frívolo?
En absoluto. Lo frívolo es no cuidarse, porque eso significa que no te quieres. Otra cosa es caer en los extremismos.
La actriz Isabella Rosellini se lamentó en una ocasión de que nadie contaba la parte buena de envejecer. ¿Tú crees que hay una parte buena?
Se gana en seguridad y en vivir la vida como tú quieres. Ahora que voy camino de los 50, yo me tomo las cosas de manera diferente. Además, los cánones de belleza han cambiado, ahora no pasa nada por dejarse las canas.
¿Hacia dónde crees que se dirige la belleza, cuáles son las nuevas tendencias?
En Europa vamos hacia una belleza muy limpia, hacia un envejecimiento más pausado. Yo he llegado a pararme por la calle a mirar a chicas –voy a llamarlas así– de 60 o 70 años, por lo guapas que me parecían. Estamos reinventando el estilo y ganando consciencia del aquí y el ahora.
¿Cuánto tiempo te pasas tú diariamente ante el espejo?
Mirándome o maquillándome, muy poco. Pero sí invierto mucho tiempo en mis pasos de belleza.
¿Cuáles son esos pasos?
Por la mañana me lavo la cara con unos polvos enzimáticos. Los activo con un tónico, en vez de con agua, los dejo actuar y después me aclaro. Luego me aplico un contorno de ojos, una crema hidratante y un aceite con un 30% de vitamina C.
¿Y por la noche?
Siempre invierto tiempo en un buen ritual de limpieza en tres pasos. Primero, con un limpiador en aceite, que arrastra la suciedad sin dañar la piel; además, así aprovecho para darme un minimasaje y calentar la piel. Luego me aplico los polvos enzimáticos y al final un tónico o dos. A continuación me aplico un contorno de ojos con espátula. En el resto de la cara me pongo diferentes boosters y una crema hidratante con una base más lipídica. Dejo descansar la piel y al cabo de un ratito me aplico distintos aceites que masajeo con una piedra gua-sha. También me pongo vitaminas en el cuero cabelludo y, una vez a la semana, lo exfolio.
"Bello es aquello que hace que te chispeen los ojos. La mujer más bella no tiene por qué ser la más guapa"
Umberto Eco escribió que bello 'es aquello que, si fuera nuestro, nos haría felices, pero que sigue siendo bello aunque pertenezca a otra persona'. ¿Cuál sería tu definición de belleza?
¡No tengo una definición tan buena como esa! Yo diría que bello es aquello que hace que te chispeen los ojos. La mujer más bella no tiene por qué ser la más guapa.
Volvamos a la parte empresarial. ¿Cuál ha sido tu mayor éxito y tu mayor fracaso en estos 20 años de trayectoria?
No me gusta la palabra 'fracaso'. El que no se equivoca es porque no hace nada. En cuanto a éxitos… Recuerdo cuando logré pasar de tener tres puntos de venta en Estados Unidos a casi 50, no me podía creer que una pequeña empresa de Barcelona pudiera conseguir algo así. En estos momentos tenemos los productos agotados en Neiman Marcus. Pero para mí el mayor éxito es que una clienta vuelva a comprar un producto mío de nuevo.
Una mujer empresaria cuya trayectoria te inspire.
Mi madre. Aprendí de ella la pasión por los ingredientes, sus beneficios y cómo combinarlos entre ellos para crear las mejores sinergias y potenciarlos. Pero también aprendí valores como la honestidad, el compromiso y la excelencia a la hora de trabajar, de actuar y de ver la vida. He heredado de ella la constancia, la curiosidad por aprender, el optimismo, el respeto y un profundo sentido de la familia.