Los 29 años de la joven periodista afgana Khadija Amin, afligida madre de tres niños, parecen muchos más por la magnitud de las experiencias propias e históricas que le han tocado vivir, que todavía pesan y hieren.
Rostro del telediario matinal de la Radiotelevisión Pública de Afganistán (RTA), la caída de Kabul a manos de los talibanes aquel funesto 15 de agosto la encontró fuera de la redacción, haciendo un reportaje. Mientras el pánico se apoderaba de las gentes y las calles porque el pasado, el Emirato Islámico, estaba de vuelta con su política del terror, sus colegas de profesión y su madre le insistieron en que abandonase el país.
Encontró un salvoconducto con el Ministerio de Defensa: fue una de las 2.400 personas que aterrizaron el 23 de agosto en Torrejón de Ardoz (Madrid). Desde aquellos días no puede ver a sus hijos ni hablar con ellos. Es la condena que impone un marido que no acepta el hecho de que Khadija viniera como refugiada a España. Tampoco ha querido la misma condición para sí mismo y los pequeños.
Las imágenes que daban la vuelta al mundo mostraban cientos de familias afganas tratanto de escapar desesperadas. A la polémica retirada de las tropas estadounidenses, que ocupó multitud de portadas, le siguió la de otros países.
"Antes de los talibanes la situación estaba bien, aunque tampoco era fácil", rememora Khadija en el salón de su casa, de tonos blancos, y en el que destaca una bandera de la República Islámica de Afganistán: "Tuvimos ministras, parlamentarias, periodistas mujeres, profesoras. Había muchas mujeres trabajando. Pero, aún así, los padres o los hermanos o los maridos tenían que dar permiso a las mujeres para cualquier cosa que quisieran hacer por ellas mismas".
¿Te costó convencer a tu familia de que te permitieran estudiar y ejercer el periodismo?
Sí. Cuando les dije que quería estudiar en la Universidad no estaban de acuerdo conmigo. Hablé mucho con ellos porque yo quería ayudar a otras mujeres... Después me dijeron que sí, pero hay muchas familias que no dejan a sus hijas estudiar.
Y ahora no hay nadie para escuchar. Cuando los talibanes tomaron Kabul cerraron el Ministerio de Mujeres en Afganistán. Y cada día empeora porque las mujeres no pueden decidir por sus propias vidas. No pueden decir: "Yo quiero estudiar, yo quiero ser periodista o lo que sea, no estoy de acuerdo con casarme con este hombre o esto no lo quiero". Al principio en mi familia no querían, pero ahora me felicitan por mi trabajo.
¿Cómo lo ejerces ahora?
Las periodistas que están en Afganistán no pueden hablar de lo que está ocurriendo allí porque es muy peligroso para ellas. Los talibanes tienen control de todos los medios, pero hay grupos de millones de periodistas que estamos fuera que, como yo, usamos las redes, hacemos reportajes sobre lo que pasa en Afganistán porque tenemos contactos allí.
Obviamente, nadie sabe que él o ella trabaja con nosotros. Y así llegamos a los que están dentro de Afganistán, que tienen toda la información censurada bajo el control de los talibanes. Además, aquí en España trabajo como socia de El Club de las 25 para informar de lo que están haciendo los talibanes con las mujeres y las niñas.
Cuando te hablan del futuro...
A veces hablo con mis compañeros y ¿sabes qué dicen? Que no pensemos sobre nuestro futuro ahora. Que no hay. Cuando los talibanes tomaron Kabul perdimos todo. Están muy desesperanzados. Eso me apena mucho. Podemos y tenemos que ayudar.
¿Hay expectativas de respuesta por parte de la comunidad internacional?
Sí... Pero están mandando dinero a los talibanes por la mala situación económica en que está Afganistán. Pero si quieren enviar dinero, que establezcan condiciones. Que digan: "Sí, pero antes dejad que las mujeres trabajen, que las niñas estudien". Y no lo hacen. Estados Unidos puede hacer mucho, pero está en silencio. No hacen nada porque no quieren ayudar a los afganos, especialmente a las mujeres. Hace unos días fuimos al Congreso de los Diputados a hablar sobre cómo podemos ayudarlas en Afganistán, pero también en Irán y Pakistán. Estuvimos con miembros del Congreso, por ejemplo, con Carmen Calvo.
Volver a empezar de cero
¿Cómo te ves en España? ¿Cómo describirías tu situación desde que llegaste, en agosto del 2021?
Ser refugiada es una decisión muy difícil. Quiero decir, salir de mi país y empezar la vida de cero. Yo no sabía nada de español. Pero la gente española me ayuda mucho para aprender el idioma. Desde que llegué me he ocupado con entrevistas, conferencias y reuniones para buscar soluciones para las mujeres que están en Afganistán, porque ellas ni siquiera pueden hablar, no tienen derechos de ningún tipo. Yo estoy aquí, estoy fuera y puedo ayudarlas a alzar sus voces.
[La evolución de los derechos de la mujer en Afganistán: espejismos de libertad y represión]
Todo esto es muy doloroso para nosotros: hemos perdido todo en Afganistán. Mi vida de momento está bien. Cuando empecé como freelance con el diario 20minutos me ayudó mucho para escribir sobre el dolor que sienten las mujeres. Ahora tengo esta oportunidad. También hay grupos y asociaciones que nos ayudan. Estuve trabajando en una pizzería durante tres meses hasta las 4:30 de la madrugada y ahora estoy buscando otro trabajo.
Es admirable que cuando llegaste a España no hablabas español y ahora escribes tu propia columna en el diario 20 minutos y dominas el idioma.
Pienso en esos momentos en que llegué a España y no sabía hablar español. Cada día sigo adelante y lo hago por ellas. Pienso: "Sí, hoy es un día muy malo, pero mañana irá mejor". Algo que sí me parece muy triste es que estoy buscando una beca para terminar mis estudios en Periodismo, porque estaba a punto de acabarlos en Afganistán.
Pero todavía no la he encontrado en España: yo quiero estudiar en la Universidad. Si no existe y no puedo trabajar como periodista, ¿cuál es la diferencia? Intento con todas mis fuerzas mejorar mi español: es muy difícil para una persona aprender un idioma con otro alfabeto y donde todo es distinto. Ojalá que aquí pueda encontrar un trabajo y estudiar en la Universidad.
Llevas años ejerciendo el periodismo, ahora también en español... ¿Con qué dificultades te encuentras?
Sí, es que si una mujer quiere ser periodista en Afganistán, su familia no lo acepta. Fue mi caso. Mi familia se resistía a que yo trabajase en la televisión, fue muy difícil convencerlos y ahora estoy aquí, empezando de cero otra vez. Es muy complejo para una refugiada trabajar en una televisión o como periodista, pero intento hacerlo posible porque que tengo vocación de periodista. Era mi gran sueño trabajar como periodista en la televisión.
Fuiste presentadora de la televisión pública afgana hasta la toma de poder de los talibanes. ¿Cómo viviste ese 15 de agosto del 2021, cómo fue informar de aquello?
El día 15 de agosto de 2021 es un día negro para nosotros. Yo no pensaba que los talibanes fueran a tomar Kabul... Y como yo, casi todos los afganos no nos imaginábamos que los talibanes fueran a llegar al poder otra vez. Ese día yo estaba en la redacción porque presentaba las noticias de las 9:00 de la mañana. Salí para hacer un reportaje y, cuando quería volver a la oficina, mis colegas me llamaron para decirme que los talibanes estaban allí: "Tú no puedes volver".
Pregunté por qué razón y ellos me dijeron lo que acababa de ocurrir, que los talibanes habían entrado en Kabul y que era muy peligroso ir al puesto de trabajo por si después entraban ellos. No quise aceptarlo y me fui a la oficina, pero allí no quedaba nadie.
Todos mis colegas se habían ido a sus casas. Este día fue muy, muy triste. Me fui llorando, sabiendo que era mi última día y mi última hora en la redacción. Llegué a casa y le dije a mi madre: "Hemos perdido todo otra vez".
¿Qué ha ocurrido con tu familia?
Yo tengo tres hijos. Están en Afganistán con su padre. Cuando salí de allí no podía llevarlos conmigo a España, pero después de dos meses el Ministerio de Defensa me ayudó a traer a mis hijos con su padre... Su padre no acepta esto: no quiere venir. No me deja hablar con mis hijos.
Esto es una inmensa pena. Y para una madre es muy, muy difícil no poder hablar ni poder ver a tus hijos. Y yo no sé cuándo podré ir a Afganistán: ahora no puedo, es muy peligroso. Es muy doloroso para mí. Y siempre lloro, pero digo: "Ojalá un día pueda ir a mi país para ver a mis hijos".
Tu marido no quiere venir y te impide hablar con tus hijos...
Sí, es muy complicado. En Afganistán el hombre tiene el poder de decisión y esto no puede cambiar. He hablado con él mucho... La situación de Afganistán es cada día peor. ¿Por qué no quiere venir? Porque quiere hacerme daño.
En Afganistán es común que los hombres, para hacer daño a su mujer, hagan esto: se interponen entre las madres y sus hijos. Hay muchos casos así, y ahora aún más porque no hay nadie para escuchar a las mujeres afganas. No hay oficinas, no hay juzgados... Así con todo y cada día es peor.
Mujeres bajo el régimen talibán: sin futuro
La supresión de los derechos fundamentales de las mujeres en Afganistán...
No tienen. Lloro mucho cuando recibo una noticia sobre las mujeres afganas. No podemos olvidar a esas niñas que pensaban que podían estudiar en la escuela, y ahora los talibanes les dejan las niñas estudiar. Las chicas que estudiaban en la Universidad ahora la encuentran cerrada solo por ser mujeres. Pienso muchísimo sobre cómo podemos ayudar a las mujeres y a las niñas.
A veces pienso que ahora, con los talibanes, las mujeres no tienen futuro en Afganistán. Una chica me contó que los talibanes están mandando informes a las casas para que los padres rellenen sus preguntas: cuántas hijas tienen y de qué edad. Quieren casarse con las chicas jóvenes pero de manera forzada. No podemos aguantar esto, es una decisión muy dañina para las chicas que están en Afganistán.
¿Cuál es el horizonte que espera a las afganas bajo el orden talibán? Qué pretenden, si les impiden moverse solas, estudiar, trabajar, y ahora hasta les prohíben acudir al médico...
Pensemos que si no dejan a las niñas estudiar, en el futuro no tendremos médicas. Pero es que los talibanes no dejan tampoco que un médico hombre trate a una mujer. Así, en tres o cuatro años, ¿qué ocurrirá? ¿Quieren que todas las mujeres mueran? Es eso lo que quieren. Y nos preocupa mucho que, ahora, las niñas no puedan estudiar y las mujeres no puedan trabajar.
La situación económica en Afganistán es muy mala. Porque ya había muchas familias sin hombres mientras las mujeres estaban trabajando. Pero ahora, si no hay hombres, ¿quién puede sostener a esas familias? No tienen nada para comer. Hay muchas familias en Afganistán que sólo tienen a las madres o las abuelas para trabajar y sacarlas adelante. He tenido una entrevista con una familia que quería vender a sus hijas porque no tienen dinero. Hay muchas familias con necesidades... Una pena que sólo quieran vender a las hijas, no a los hijos: y yo no quiero que vendan a sus hijos. Pero, ¿por qué? Ahora esto está ocurriendo mientras no hay nadie para escuchar ni para ayudar a las mujeres.
Algunas familias venden a sus hijas jóvenes. ¿Y quiénes las compran?
Hay hombres de 65 años que se quieren casar con chicas muy jóvenes, como de 14 años o de 12, de 16 años... Por eso pagan dinero: quieren comprar una hija para su casa. Esto ocurría antes de los talibanes también, pero por la lucha de las mujeres en Afganistán no se producía tanto. Ahora hay muchas familias que quieren vender a sus hijas.
Ayer estaba fuera y recibo una videollamada de una mujer llorando porque los talibanes quieren casar a su hija de 17 años. Cuando su padre quería protegerla, lo golpearon y ahora está en coma en el hospital y su madre, que estaba embarazada de ocho meses, ha dado a luz a un bebé muerto. La madre sigue sangrando sin poder salir de su casa... La hija lloraba y me preguntaba si podía ayudarlas. La madre no puede dejar a su hija y tiene otros dos hijos menores de edad. En la casa no está su padre y su marido está en el hospital. Si no hay hombre, ¿qué puede hacer ella?
¿Qué experiencias de mujeres cercanas a ti en Afganistán te están marcando más en España?
Unas cuantas: todas necesitan ayuda desesperadamente. Hoy hablaba con una mujer. Los talibanes la arrestaron hace dos meses y la tuvieron en prisión cuatro días. No sabe qué hacer: no tiene pasaporte, no puede salir de Afganistán y cada día cambia de casa para que no la encuentren. La falta de pasaporte es un gran problema. La situación de las mujeres es cada día peor.
[La exdiputada afgana Mursal Nabizada, asesinada a tiros con su guardaespaldas en Kabul]
Hace unos días los talibanes mataron a una exmiembro del Parlamento, Mursal Nabizada, que tenía unos 30 años. Entraron a su casa y le dijeron a su padre que querían casarla con un talibán; cuando dijo que no, la asesinaron a ella y a su guardaespalda. Su hermano está en el hospital.
Arrebatan el pasaporte: ese papel tan primordial para tener opción de acceder a cualquier frontera.
Sí, es un problema. Otro es que los talibanes no dejan a las mujeres solas. Si no hay un hombre con ellas, no las dejan ir. Leí una noticia reciente que contaba el caso de una mujer afgana que quería salir con sus hijos de Pakistán, un país que tampoco es seguro para las mujeres que están solas. La policía paquistaní la arrestó siguiendo las indicaciones de los talibanes, porque allí también tienen control.
¿Qué sientes al llevar burka?
Yo llevaba hiyab antes de los talibanes, hace unos cinco años. Es muy difícil para una mujer llevar burka y ahora les obligan a llevarlo: es como una prisión. Con el burka las mujeres no pueden respirar bien y les cuesta caminar por la calle. Cuando yo lo llevaba me costaba respirar. Tampoco podía salir sola sin permiso de mi marido. Siempre que quería ir al médico o a casa de mi madre tenía que llamar a mi hermano para que me acompañara. Ahora es distinto: soy una periodista y tengo libertad. Puedo trabajar, puedo estudiar.
Tú escribes todas estas vivencias en tu columna.
Sí, ahora siempre escribo sobre los problemas de las mujeres y estoy en permanente contacto con ellas. Cuando quieren protestar en las calles los talibanes a veces las arrestan y después hay mujeres que no sabemos dónde están. Tampoco sabemos cuáles son los castigos que utilizan. Los talibanes tienen información sobre todas las mujeres, las tienen en una lista.
¿Qué pensamientos te ayudan a mantener el pulso, aunque el viento venga en contra?
Insha'Allah: yo puedo, todos podemos.