Michèle Pétin, Halberstadt de nacimiento (París, 1955), se nutre de pasión. Apasionada por la literatura, empezó su carrera de periodista, como locutora y redactora jefa en una de las revistas más prestigiosas del mundo, Première, antes de abrazar su gran amor: el cine.
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Con su esposo, Laurent, del que toma el apellido, fundó en 1990 la agencia ARP, que produjo en apenas 30 años algunas de las películas más míticas del panorama audiovisual francés e internacional.
Además de defender un cine de emoción, más allá del prestigio, también cuenta con un importante compromiso social, enfocado a la mujer, en un sector en el que fue minoría durante décadas. Así nos lo cuenta.
Nació en París de padres de diferentes nacionalidades. ¿Cómo ha influido en su personalidad?
Fue una mezcla enriquecedora, ya que mi madre es vienesa y me crié con esta cultura. Se lo contaba el otro día a mi marido, no puedo escuchar un vals de Strauss sin que me salten las lágrimas, es toda mi infancia, al igual que Sissi o Freud. Por parte de mi padre, me quedé más con el rigor.
Crecí con una mezcla de idiomas en casa, entre el inglés, el alemán, el yidis y el francés... todos mis amigos comentaban los acentos de mis padres, yo nunca los escuché. Siempre fueron las voces de mis padres, algo natural.
Tengo una hermana mayor y nos criamos con la idea de que ser niña no era un problema. Niña o niño, nos hubieran criado de la misma manera si hubiéramos sido dos niños eso sí, con una diferencia, mi madre siempre me dijo: "Tienes que tener un trabajo en la vida para algún día poder dejar al hombre con el que vives".
No sé por qué lo decía porque estuvo casada toda su vida con mi padre y vivieron 60 años juntos. No soportaban estar separados. Pero muchos amigos de mi madre sufrían de no poder trabajar ni divorciarse. De ahí la obsesión de mi madre: "Tienes que tener un trabajo, ser independiente y coger tus maletas si lo deseas". Hice lo contrario de lo que me dijo (risas) pero siempre de forma independiente.
Con respecto a vivir en París, parecerá una tontería, pero creo que me salvó la vida porque nunca hubiera tenido el coraje de dejar a mi familia si hubiera sido de una ciudad de provincia. Admiro mucho a la gente que viene a París. En mi caso, familia judía, los cuatro unidos, con un parte diezmados durante la guerra... creo que hubiera sido desgarrador tanto para mis padres como para mí dejar mi ciudad. Así que no tuve que irme, tuve mucha suerte.
Soñaba con hacer radio, empecé en Europe 1, estaba a 15 minutos de mi casa andando. Siempre pude conciliar el trabajar, estudiar en Sciences-Po... para mí fue y sigue siendo muy importante vivir en París.
Menciona sus inicios periodísticos, ahora se dedica al cine... ¿Diría que su "primer amor" fue el cine o la literatura?
La literatura, por supuesto. No necesitaba a nadie, estaba en casa... la radio también, de hecho, leía escuchando la radio, iban de la mano. Ahora leo escuchando música, aún así la radio sigue encendida en algún lugar de mi casa. Así que todo empezó con los libros.
El cine, sin embargo, estaba prohibido. Mis padres no me dejaban ir, era muy extraño. Primero me enamoré de los libros, luego de la radio y del cine, en cuanto pude. Me encanta ir sola al cine. Mucha gente piensa que es triste, mi hija también lo hace. Para mí es el colmo de la libertad.
Es también una manera de hacerse una opinión propia...
Justo, no estás influenciada por la persona con la que acudes. Con mi marido, de hecho, fue decisivo comprobar que nos gustaban las mismas películas. No podía estar con alguien a quien no le encantaban las mismas películas que a mí.
Es difícil dejar de pensar en lo que opina la persona a tu lado... si me encanta una película y noto que a mi vecino no, me perturba mucho, lo noto. Tengo una anécdota sobre un señor que me presentaron en un festival. La persona que nos presentó nos preguntó si nos conocíamos, contesté negativamente, el señor, sin embargo, afirmó que sí. Le pedí perdón, por no acordarme, contestó que habíamos compartido una experiencia. Fuimos juntos a la proyección de una película y fue en el estreno mundial. Los dos lloramos mucho. De hecho, en cuanto dijo eso, me acordé de todo.
¿Cómo describiría su etapa como periodista?
Entre la radio y el cine, pasé por la prensa escrita. La dejé para acercarme al cine. Dirigía la revista Première pero siempre llega un punto en el que "quieres acercarte al sol". Empiezas entonces a distribuir las películas, prepagarlas en base a los guiones... no había nada planeado. Las cosas se hicieron poco a poco, por coincidencia, casualidad... no tenía un plan de carrera.
Produjo la saga Taxi, que fue un éxito internacional. ¿Qué otras películas marcaron su carrera hasta la fecha?
El pabellón de los oficiales fue muy decisivo, porque nadie lo quería. Me decían: "ya existe Johnny Got His Gun y la Primera Guerra Mundial no interesa a nadie". Salvo la película de Stanley Kubrick, Senderos de gloria, no tenía mucha acogida. La gente decía además: "no vamos a pasar dos horas con "Bocas rotas" (expresión francesa para nombrar a los militares desfigurados durante la guerra)".
Nos costó mucho financiarla. La produjimos casi solos y fue una gran experiencia que, sin embargo, casi no llega a existir... la seleccionaron para el Festival de Toronto pero pasó el 11-S. Obviamente, la proyección nunca llegó. Cosas del destino... en todo caso fue una película que causó una gran impresión, fue un éxito a largo plazo, para la historia. La realizó François Dupeyron, con quien trabajé en tres ocasiones y quien lamentablemente falleció... es un recuerdo inolvidable.
Entre las películas más impactantes que produje, mencionaría también Bon Voyage de Jean-Paul Rappeneau, porque fue un inmenso honor trabajar con él. Es una película como ya no se hacen, rodamos durante tres meses y medio. Hacer una película así cuesta una fortuna... perdimos dinero, pero quiero pensar que algún día mis hijos lo recuperarán porque es un clásico del cine.
Así que en las producciones, son dos grandes orgullos. Además de las películas de Taxi, por supuesto, que nos dieron autonomía y nos permitieron producir Rosetta, otro motivo de orgullo, que produjimos con Luc y Jean-Pierre Dardenne. No se recibe una Palma de Oro tan fácilmente...
¿Cuál es su criterio de selección de una película? ¿Prima el personal o el profesional?
Creo que es como estar enamorado. ¿Qué es lo que hace que te enamores de una persona y no de la otra? El único criterio es la absoluta sinceridad de tus creencias. Si no estás preparado para escalar montañas, dar rienda suelta a la artillería, abrir tu corazón para una película, mejor no hacerla.
Es muy difícil, tienes que hacer todo lo posible y decirte a ti mismo: "voy a convencerles para que vean esta película". Mi primer argumento es el deseo de ver la película. Si quiero producir, es para verla, porque seré la primera espectadora. Y cuando lo compras, es lo mismo.
Cuando vi Bestias del sur salvajes me dije: "Nadie amará ni defenderá tanta esta película como yo". Es como amor a primera vista. Es así con una película acabada, un guion... es puro amor. No creo en el cinismo, en el que dice: "Esto va a triunfar". Yo solo puedo decir: "Creo a fondo en ello y haré todo lo que pueda para que los demás crean en ello".
Es algo que aprendí cuando llegué a la radio. Cubrí varias bajas. Un día, el director de la emisora me dijo: "Te asigno la franja de cultura. Tienes una semana para pensar en un programa". Y busqué durante seis días lo que quería oír la gente. El séptimo día, finalmente, no tenía nada y pensé: "¿Y a ti qué te gustaría?". Y fue lo que funcionó. Lo único con lo que puedes contar es contigo.
La convicción y la sinceridad son fundamentales. Se tienen que hacer las cosas por razones correctas, no porque quieras trabajar con X o X persona... da igual. Hay que preguntarse: "¿Por qué quiero hacer esta película? ¿Por qué razones? ¿Son justas, sinceras, viables y podrán aguantarse hasta 3 años, como por ejemplo con Les Volets verts?".
En este caso, nos llevó tiempo buscar a Jean-Loup Dabadie. Preparó el guion y murió. Pero nos negamos a dejarlo pasar, en memoria de Jean-Loup, la sacamos. Por lo tanto, solo depende de ti, de tu fuerza de convicción. Si no estás convencido, no convencerás a nadie. Y no creo que el cinismo sea una fuerza convincente.
Pese a todo, ¿los premios y galardones son una presión añadida?
En cuanto a la confección, espero que no para todo el mundo... de lo contrario, madre mía. No creas una película para llevarte un premio en Cannes. Además, nunca sabes cómo se va a desarrollar una película... si haces una para conseguir la Palme d'Or, estás perdido.
Realizas una película de la mejor manera posible. En cuanto terminas, sí puedes consultar tu calendario, ver si puede esperar un festival, si es por ejemplo más apta para Cannes o Venecia. Solo es un más. A veces ganas, otras no... aunque vayas con la esperanza, es una lotería. Nunca sabes lo que va a pasar.
Depende del jurado, si es su tipo de película... nunca lo sabemos. Hay que ir a por todas, cruzando los dedos, esperando que la película tenga mucha suerte. Pero no son cosas que se pueden calcular.
Pasó la casi integralidad de su carrera detrás de la cámara... ¿Actuar no le llamaba demasiado la atención?
En absoluto, no me interesa, no se me da bien y prefiero mil veces estar detrás. Lo hice por Godard porque era Godard y fue divertido, hice reír a mis hijos pero aparte de eso... también lo hice en una película de Laetitia Masson, La Repentie. Fue un rodaje en el que estuve constantemente, era más un guiño entre nosotras.
Fuera de estas apariciones, nunca me interesó y mucha gente lo hace mejor que yo. Al igual que cuando trabajaba en la radio me preguntaban si querían estar en televisión... lo hice por casualidad, durante dos años en el programa "Madame Monsieur Bonsoir", pero nunca fue mi ambición.
Tomando cierta distancia. ¿Cómo diría que ha evolucionado el cine en los últimos 30 años?
Diferenciaría Francia y el general. En general, la década de los 70 fue gloriosa. Hasta 2019, todo iba muy bien, aunque ya sentíamos el impacto de las plataformas de descarga... el COVID fue un acelerador. Con la multiplicación y la individualización de pantallas, que hacen que cada uno vea lo que quiera donde quiera, la gente funciona por nicho.
Cuando pienso, por ejemplo, que 24 millón de franceses vieron los partidos de la Selección en el Mundial de Qatar, pienso que solo el deporte tiene la capacidad de unir tanto a las personas. La fragmentación de las pantallas ha provocado la fragmentación de los ojos y, por lo tanto, ha perjudicado esta experiencia de comunión que es la sala de cine.
En otras épocas, el cine era casi una religión, la gente entraba corriendo... así lo viví yo. Pero creo que no está muerto, va por olas, volverá. Al igual que se decía que los libros electrónicos firmarían el final de los libros físicos... por supuesto, no es fácil publicar libros, pero la librería resistió. Creo que el cine resistirá a las plataformas.
Como me dijo Godard en una entrevista: "todo el mundo puede hacer películas, pero no todo el mundo puede hacer cine". De hecho, acabamos de estrenar la película de Jafar Panahi, Auncun Ours, que grabó de forma clandestina con un teléfono... pienso que este hombre es un genio porque cada plano de la película es cine. Mucha gente tiene 15 millones de euros para hacer una película que nunca llegará a ser cine.
El cine es realmente una fe, una voluntad, una creencia en las imágenes. Creo que eso no ha desaparecido. Puede que hoy sea un poco más complicado orientarse, pero, al mismo tiempo, puedes hacer películas con muy poco si realmente piensas en el poder de la imagen, la dirección, el plano...
Por lo tanto, el cine no ha muerto. No es cierto que las restricciones te impidan hacerlo porque si tu intención es sincera y fuerte, puedes hacer películas hoy con más facilidad que ayer. Eso es realmente una ventaja.
Una vez más, solo tienes que hacer películas por buenas razones, no para formar parte de la familia cinematográfica, no para impresionar a alguien, no para rodar con alguien de quien estás enamorado.
Tienes que hacerlo por buenas razones, de forma pura y sincera. Una vez más, sé que lo que digo parece totalmente ingenuo, pero la sinceridad es la base del arte. Realmente si quieres hacer una película, la puedes hacer.
¿No es por lo tanto un tema de presupuesto?
En absoluto, por lo menos, para hacerse notar y destacar. Para una tarjeta de presentación, no necesitas nada en absoluto. Necesitas 10.000 euros y un teléfono. Cada año, lo comprobamos.
¿Su percepción de la digitalización es más positiva?
También es muy negativa, depende de lo que desees en este mundo digital. Jean-Paul Rappeneau ya no hará más películas porque si no tiene 12 semanas de rodaje y dos cámaras no sabe... con 89 años no puedes culparlo.
Con 30 o 40 años, no. Hace poco me enfadé con un realizador porque me dijo que necesitaba varias cosas para rodar. Le dije que no podía ser. Le pregunté qué necesitaba realmente. El cine ya no es cómodo, antes lo era demasiado. Si realmente necesitas realizar una película, encuentras la manera de hacerla.
¿Cree que el cine puede seguir sorprendiéndola?
Por supuesto, Aucun Ours de Jafar Panahi me sorprendió, EO, de Jerzy Skolimowski me dejó sin palabras. Dos películas en tres meses es muchísimo... el cine nunca deja de sorprendernos. Basta con tener una mirada diferente, auténtica... ¡Skolimowski tiene 83 años y qué película ha hecho! Como señor de cierta edad, exluchador, transmitió el mensaje más bonito que se puede transmitir sobre la naturaleza y los animales...
¿Tiene algún remordimiento cinematográfico?
Si no he producido una película es porque no he soñado lo suficiente con ella. Por supuesto, no conseguí algunos derechos, pero pasas página. Pero los que deseaba producir de forma vehemente, los produje. No siempre es culpa de los demás. A veces toda decirse que si no se ha conseguido es porque no se ha luchado suficientemente por ello.
Trabaja de forma estrecha con su marido, Laurent. ¿Son todo ventajas?
Lo bueno es que no somos dos para lo mismo, somos muy complementarios, por eso funciona. Siempre digo que él es el ojo, yo el oído. Es muy visual, se encarga de toda la parte del marketing, de la publicidad... yo me centro más en la música de la película, por ejemplo.
No nos gustan las mismas cosas y cada uno se encarga de una pata diferente. Cuando se trata de algo visual, se lo queda Laurent. Si es algo que atañe a los textos que escribo o al sonido, me encargo yo. Cuando tenemos que tomar una decisión juntos, si uno de los dos no está convencido, renunciamos.
También es escritora. ¿Dar protagonismo a personajes femeninos es una reivindicación?
Sin que me dé cuenta pero creo que tiene que ver con que escribir me consuela de mis miedos. Es algo muy íntimo, muy personal, a menudo se trata de mí, más o menos directamente. Es curioso, el libro que escribo actualmente es sobre una pareja. Me pongo en la piel del hombre, lo cual es muy divertido, porque nunca lo había hecho hasta este punto.
Creo que a fuerza de escribir, uno se toma libertades, se atreve más. Escribir es como un seminario conmigo. Además, hay tantos héroes masculinos... más heroínas no sobran. Con respecto a los géneros, al igual que en el cine algunos realizadores siempre hacen las mismas películas, algunos autores siempre escriben los mismos libros. Soy parte de ellos.
Supongo que tengo obsesiones como la memoria, las segundas oportunidades y tomar el control de la vida. Me gustan los libros en los que al final, la heroína ha recorrido un largo camino. Y me encantaría probar con el género policiaco.
En su obra Brèves Rencontres, recopila las entrevistas que realizó a lo largo de su carrera. ¿Cuál fue la más impactante?
Kubrick, porque era el Santo Grial para mí, como periodista. Además, de él, siempre soñé con David Bowie y Marlon Brando. Por desgracia no pude conocer a Brando, solo pude estrechar la mano de Bowie pero con Kubrick, si tuve suerte.
Acerca de su compromiso con el colectivo 50/50. ¿Cuál es su principal objetivo y cuáles son las desigualdades que aún persisten para usted?
Mi principal objetivo es la paridad en el lugar de trabajo, en los salarios... también el hecho de que haya más mujeres en la profesión. Cuando empecé con mi esposo, era una de las pocas mujeres. En algunas proyecciones, yo era la única.
Mi objetivo es que haya más en esta profesión, en la industria en general, que hagan mi trabajo, realicen películas etc... ha evolucionado pero estoy en contra de analizar la cantidad de películas de mujeres y hombres, no importa. Los guiones no tienen género. En todo caso, si observo a cada vez más mujeres en el sector, es normal y me alegro de ello.
Como mujer y experta del sector... ¿Cómo vivió el fenómeno Me Too?
Siempre pensé que el caso de Harvey Weinstein había llegado porque había perdido poder. Ya no era el hombre todopoderoso de antes. Salió a la luz en octubre, yo, en enero del mismo año, lo vi con tres personas, muy discreto, en el Festival de Sundance.
Algo muy diferente a lo que se había podido ver anteriormente: llegadas ruidosas, con 30 personas, presionando, haciendo todo lo posible para hacerse notar, desagradable... tuve mis propias experiencias negativas con él, no sexuales, pero sí me amenazó en ocasiones. Cuando desea algo que no le das... lo viví. Cuando se desveló el escándalo en octubre, lo entendí, ya no tenía tanto poder.
¿Vivió más experiencias de este tipo? ¿Como mujer sintió que tenía que luchar más?
Escribí un artículo sobre ello en Télérama. Tengo la sensación de haber interiorizado muchas cosas, cuando era redactora jefa en Première, por ejemplo. Ligaban conmigo, no me subieron el suelo cuando me quedé embarazada... me di cuenta retroactivamente, no en el momento. Ahora ya nadie lo acepta y menos mal.
No tenía la sensación de sacrificarme, cada uno avanzaba como podía. Las cosas no eran iguales. No se comentaba en absoluto y éramos muy pocas. No éramos solidarias.
¿Qué nuevos proyectos tiene en mente?
El director Gaël Maurel ha escrito un guion absolutamente sublime. Actualmente estamos haciendo el casting y esperamos rodar el próximo verano. Tenemos en preparación una película inspirada en La guerra de las galaxias, revisada y corregida por Bruno Dumont. Se llama L'Empire y va a ser un bombazo.
También tenemos una comedia bellísima de Jean-Pierre Améris, con Louane y Jean-Michel Blanc. Es una película totalmente irresistible. De esas con las que sales de la sala de cine con una sonrisa inmensa y los ojos húmedos de haber llorado. Es este tipo de película inteligente y que hacer sentir bien que estamos deseando estrenar, llegará en octubre. Y por supuesto, muchas películas más...