“Hace dos décadas, el productor de Hollywood Harvey Weinstein invitó a Ashley Judd al hotel Peninsula Beverly Hills para lo que la joven actriz esperaba que fuera un desayuno de negocios. En cambio, la envió a su habitación, donde apareció en una bata de baño y le preguntó si podía darle un masaje o ver cómo se duchaba, recordó en una entrevista”.
Así comienza la investigación de The New York Times (2017) que destapó los abusos de Weinstein e impulsó el movimiento #MeToo. Sobre esta se basa la película Al descubierto (2022), que los suscriptores de EL ESPAÑOL pudieron ver en su preestreno en España, de la mano de MagasIN y Club Zona Ñ.
El reportaje del New York Times sobre las acusaciones de acoso sexual, agresión sexual y violación al productor de cine estadounidense contó con el testimonio de ocho supervivientes, además de documentos legales, emails y entrevistas a empleados.
Tras su publicación, más de 80 mujeres de la industria se sumaron a las denuncias. El 24 de febrero de 2020, Weinstein fue condenado a 23 años de prisión por violación y otros delitos sexuales.
El escándalo provocó que muchas mujeres se atrevieran a denunciar a hombres poderosos y muchos de ellos fueron expulsados de sus puestos. Además, millones de mujeres en todo el mundo se atrevieron a compartir sus propias experiencias de acoso, agresión sexual o violación en redes sociales bajo el hashtag #MeToo.
La directora Maria Schradel y la guionista Rebecca Lenkiewicz han conseguido plasmar en el filme la dureza de esta historia real con un respeto absoluto hacia las supervivientes. Su sensibilidad ante el tema permite adivinar que las creadoras son mujeres antes de ver los créditos.
Ahora bien, es imposible quedar impasible ante las escenas en las que la voz en off de las supervivientes relata los episodios de violencia sexual que sufrieron, mientras se visualiza en pantalla el espacio en el que se produjo la agresión, con una música que encaja a la perfección con la tensión y crudeza del momento.
Las interpretaciones de Carey Mulligan a Megan Twohey y Zoe Kazan a Jodi Kantor reflejan a la perfección la sensibilidad, valentía y fuerza de las periodistas que, con su investigación, impulsaron un cambio en la cultura mundial.
#MeToo: nacimiento y expansión
La dramática historia que refleja a la perfección Al descubierto dio paso al movimiento #MeToo, que nace en plena oleada de denuncias.
Mientras las acusaciones crecían, la actriz Alyssa Milano publicó en Twitter la sugerencia que le había hecho un amigo. Pedía a las mujeres que escribieran #MeToo si en el pasado habían sido acosadas o forzadas sexualmente. En pocas horas, el hashtag fue utilizado en casi 14 millones de tuits.
Millones de mujeres de todas las partes del mundo se habían dado cuenta de que no estaban solas y rompieron su silencio.
Un año más tarde, el New York Times evaluó cómo el caso Weinstein había reformulado la distribución de los pasillos de poder. Encontraron que, desde la publicación que expuso al productor hollywoodiense, que fue expulsado de su compañía, otros doscientos hombres destacados en Estados Unidos perdieron su empleo bajo acusaciones similares. En un año, 920 personas habían denunciado haber sido víctima de algún sujeto de esa lista.
En España, en octubre de 2017 se comienzan a denunciar casos de acoso a través de los medios de comunicación. Actrices como Leticia Dolera denuncian situaciones de acoso padecidas. En 2018, más de tres mil artistas plásticas se organizan en Facebook bajo el nombre ‘La caja de Pandora’ y relatan experiencias similares.
[El acoso sexual llega al cine español: estas son las actrices que lo denuncian]
Por otra parte, la denuncia pública a través de las redes sociales, si bien comenzó a visibilizarse en 2017 tras la publicación del New York Times, tuvo su apogeo un año después con el caso de ‘La Manada’. Este supuso en España la ruptura del silencio por el caso de violación a una joven en los San Fermines de Pamplona en 2016 y la primera sentencia del procedimiento que condenó por abuso sexual en lugar de agresión.
Las redes se convirtieron en el espacio más importante de acción social en el que el movimiento feminista mostró su descontento e indignación con el sistema legal. Paralelamente, las denuncias inundaron la industria cultural y también la universidad.
El impacto real
El #MeToo puso de manifiesto la necesidad de cambios reales, legislativos y culturales, sobre la forma en que se trataban a las supervivientes de acoso y agresión sexual. Algo de lo que han tomado nota las creadoras de la película, como mencionábamos en párrafos anteriores.
A nivel social, como ya contamos en MagasIN, el movimiento ha conseguido que la sociedad, al menos en la esfera pública, ponga la carga de responsabilidad en el acosador y no en las víctimas. Ya que, lo que venía sucediendo, tal y como explica la bióloga Amber Keyser en la obra No más excusas, desmantelando la cultura de la violación (Twuenty First Century, 2019), son pocos los casos que llegan a juicio y los que lo hacen suelen ser los más atroces.
Esto reforzaba la creencia por la que se asumía que una violación como tal involucra un “monstruo” que agrede víctimas “puras e inocentes”. A su vez, esta idea venía reforzando el pensamiento de que las víctimas tenían parte de la culpa de su agresión.
Desde entonces, la idea del consentimiento en España ha tomado la forma de un eslogan que se adoptó tras el caso de 'La Manada': “No es no” y se ha materializado con la ley del "solo sí es sí", no exenta de polémica.
Además, la palabra sororidad (definida en la RAE como "relación de solidaridad entre las mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento") ha cobrado más fuerza que nunca. Un concepto protagonista en la película Al descubierto por la manera en la que tanto directora como guionista tratan el relato de las supervivientes y la historia en sí misma.
Pero, sin duda, el mayor impacto de la investigación y el movimiento consecuente ha sido la pérdida del miedo a hablar, aunque no haya desaparecido del todo. Millones de mujeres compartieron sus experiencias como víctimas y a muchos hombres les sorprendió que mujeres de su entorno fueran supervivientes de acoso o abuso sexual.
El filme nos lleva a ponernos en la piel de estas, a sentir lo duro que es recordar una situación de acoso o agresión sexual y el miedo a denunciar el suceso sin pruebas para demostrarlo y con el poder en contra.
Aparte de poder medirlo en tuits, esta idea podemos verla reflejada en la evolución de las denuncias por acoso y/o agresión sexual.
Según los datos del Ministerio del Interior, si bien en 2012 la media de las denuncias de delitos contra la libertad sexual en 2009 fueron 8.976, tras el 'boom' del #MeToo ascendieron a 13.782 en 2018 y 15.319 en 2019, casi el doble.
Estos datos no hacen más que poner de manifiesto la necesidad de películas como Al descubierto, que nos recuerdan, por una parte, que romper con el silencio y el miedo ha ayudado a miles de mujeres a dar un paso al frente, dejando de sentirse culpables o solas, y denunciar la violencia sexual.
Y, por otra, que esto aún no ha acabado. Es necesario denunciar, pero lo es más acabar con cualquier situación de acoso o agresión, que, como muestran los números, no ha desaparecido, por lo que la lucha no ha terminado.
El imprescindible papel del periodismo
Volviendo al inicio, la película además pone de manifiesto una realidad innegable y es el papel imprescindible del periodismo para la democracia.
La investigación del New York Times sacó a la luz una realidad que, si bien era conocida, permanecía oculta perpetuando un poder injusto que prepondera al hombre sobre la mujer.
Resulta por ello fundamental poner en valor la profesión como garante de cualquier sistema que se sustente en pilares tan básicos como la justicia y la igualdad.
Sin la investigación, es muy probable que el silencio no se hubiera roto y millones de mujeres ocultarían que son supervivientes de acoso o agresión sexual, dejando a los agresores y acosadores impunes.
Cualquier periodista que dedique dos horas de su tiempo a Al descubierto no hará más que recordar por qué se decantó por esta profesión. Una profesión que no tiene otro fin que dar a conocer la realidad para que todos y todas podamos ejercer nuestros derechos libremente.