Una de las tendencias recientes de Internet más controvertidas es ver vídeos de espinillas y de cómo se explotan. Una moda que para algunos puede resultar de lo más repugnante pero que para otros llega a conventirse en adicción.
Un fenómeno psicológico que no llega a entenderse por lo grotesco que supone pero que esconde una pauta obsesiva ya que una vez que das al play y ves uno, no puedes parar y acabas viendo muchos más.
Estudios como el publicado en 2021 en la revista Behavioral Brain Research: Enjoyment of watching pimple popping videos, se centró en investigar lo que sucede en el cerebro mientras la gente mira vídeos sobre la aparición de granos. Pretendía entender la desconcertante observación y obsesión por los mismos.
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Contenido que no es apto para todos los públicos y que mucha gente no llega a entender aún teniendo miles de espectadores.
Pero, ¿cuál es el motivo por el que estos vídeos enganchan?
Algunos científicos sugirieron el por qué de que algunas personas disfruten viendo estos vídeos mientras que otras personas lo encuentran repugnante:
Una de ellas es la capacidad de regular el disgusto y es que la repugnancia es una emoción que nos ayuda a mantenernos alejados de las cosas que representan un peligro para nuestra salud.
Ver un vídeo de un grano que, para algunos, resulta repugnante, no representa una amenaza real para la salud de las personas que lo ven, al igual que alguien que visita la casa del terror no tiene miedo ni duda de poder estar en peligro.
Por ello las personas que disfrutan viendo estos videos pueden tener una mejor capacidad para ajustar su reacción de asco cuando ven un video (inofensivo) que aquellos a quienes les disgusta.
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Otro de los motivos puede ser la curiosidad y más si el contenido es negativo. Estudios anteriores han demostrado que ver contenido negativo puede activar el sistema de recompensa del cerebro en algunas personas, en el sentido de una "curiosidad mórbida".
Las personas a las que les gusta ver videos sobre la eliminación de granos pueden mostrar una curiosidad mórbida más fuerte que otras que no. Sin duda, estas personas tienen una conducta específica y obsesiva porque ven vídeos concretos.
Son tantos los fans de esta tendencia que incluso existen cuentas que superan los 5 millones de seguidores y con 63 millones de me gusta en Tiktok. Ejemplos como @pimple.satisfy que cuenta con todo tipo de vídeos del estilo, desde explotando espinillas en la cara hasta quistes en la espalda.
@pimple.satisfy
El éxito de estas cuentas y en lo que en ellas aparece es tal que incluso la dermatóloga Sandra Lee conocida como doctora Pimple Popper o explotadora de espinillas en español, tras su exito por subir sus extracciones en consulta ha estrenado recientemente su propio programa de televisión en una cadena estadounidense.
Eliminar las imperfecciones faciales supone para muchos una rutina, un hábito que en algunos casos puede ser también consecuencia de la ansiedad o convertirse en un comportamiento compulsivo.
Más allá del componente psicológico, hay otro factor que explica la afición por explotar granos y es el gusto que produce. En esta práctica para algunos se les estimula el núcleo accumbens, una zona implicada en el sistema de recompensa del cerebro y a la que llega el neurotransmisor dopamina resultado de la satisfacción.
Mientras que los que sufren el rechazo o asco de ver estos vídeos se les estimula intensamente otra parte del cerebro denominada corteza insular, relacionada con el sistema límbico y el procesamiento de las emociones y los estímulos del exterior.
Sin duda todo ello tiene un nombre: Forunculofilia que es el nombre que se le ha dado a esa pulsión por pellizcar o ver pellizcar espinillas y que se refiere a la filia o amor por los granos tanto propios como ajenos.
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Por todo ello, pese a ser una adicción como cualquiera por ver vídeos en las redes, es necesario diferenciar entre entreforunculofilia y dermatilomanía. La primera se queda en el caso insólito de que ver tocar los granos pero la segunda es una obsesión seria.
El skin picking se trata de un trastorno compulsivo que lleva a la persona a pellizcar, arrancar o arañar cualquier imperfección de su cuerpo, sobre todo en la cara.
Y es que la dermatilomanía forma parte del grupo de Conductas Repetitivas Centradas en el Cuerpo, como comerse las uñas y suele ir acompañada de estrés y de un sentimiento fuerte de culpa que requiere de tratamiento psicológico.
En definitiva, un pellizo que levanta pasiones puede dar lugar a una enfermedad para una de cada veinte personas, que de tanto hurgar, se destrozan la piel, según un artículo de The Guardian.
Sin duda, nunca es tarde para darte cuenta de que algunas de tus ‘manías’ tienen sus peligros.