Vulva. Clítoris. Masturbación. Sexo. Orgasmo. Placer. Sexualidad femenina. En pleno siglo XXI y a pesar de todo lo que ha llovido en materia de feminismo, aún hay gente que se sonroja y mira hacia otro lado cuando se unen todas estas palabras en una línea. 

El de-eso-no-se-habla aplicado a la sexualidad femenina parece una roca aplastante y, con miradas fulminantes se suele silenciar a quienes se atreven a asomar el tema, la gama de adjetivos incluye guarra y provocadora (los otros mejor obviarlos), pero debajo de la roca “el follaje” no se rinde, sigue allí tratando de salir a la superficie.

De “guarrilla” y más tildaron a la inigualable Samantha Jones. El personaje interpretado por Kim Cattrall en Sexo en Nueva York (1998-2004) fue una de las primeras figuras de ficción en la televisión de cambio de milenio en la que se concentró la libertad sexual que muchas mujeres practicaban pero callaban, o que muchas anhelaban pero no podían reconocerlo.

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Antes de Samantha Jones ya habíamos conocido a Blanche (interpretada por Rue McClanahan) de Las chicas de oro (creada por Susan Harris, 1985-1992) o a Elaine Benes (Julia Louis-Dreyfus) de Seinfeld (1989-1998).

Pero fue con esa serie -considerada hoy de culto- creada por Darren Star y protagonizada además por Sarah Jessica Parker, Kristin Davis y Cynthia Nixon, cuando se puso en evidencia uno de los grandes cambios de narrativa en las historias contadas en la pantalla chica en lo relacionado al placer femenino, una tendencia que se afianzó con la llegada y desarrollo de las plataformas de streaming.

De la “tradicional” cosificación y sexualización de la mujer, se ha registrado una transición y se empezó a mostrarla disfrutando del sexo en compañía o también sola. Girls (de Lena Dunham, 2012 – 2017), Orange is the new black (creada por Jenji Leslie Kohan, 2013 – 2019) y Fleabag (de y con Phoebe Waller-Bridge, 2016-2019) tomaron el rebote y hasta fueron más allá, reventando los límites y moviendo la pesada roca para dejar ver lo que siempre ha estado debajo de ella. 

Pero ¿de qué manera se ha estado cambiando “el guion”? ¿Cómo beneficia ese cambio a las nuevas (y previas) generaciones de espectadoras? Y, ¿a qué demonios se debe que nos cueste tanto hablar de la sexualidad femenina? 

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¡Al demonio!

Empecemos por contestar la última pregunta que corresponde a la realidad. Para ello se puede echar mano de la miniserie documental Los principios del placer (Niharika Desai, 2022). A través de entrevistas a expertas en educación sexual, científicas pero también a mujeres heterosexuales y no binarias, intenta desmontar las grandes mentiras alrededor de la sexualidad femenina.

En relación con el orgasmo, uno de los grandes placeres femeninos, la Dra. Emily Nagoski (educadora sexual y autora de Come as You Are) se refiere a la poca importancia que le dan los hombres al hecho de que las mujeres no tengan orgasmos, y restarle envergadura dice que también es un mensaje que sistemática y constantemente se le ha venido repitiendo a las mujeres durante muchas generaciones.

Nos enseñan cosas de nuestra sexualidad a través de mitos y de leyendas urbanas”, sostiene Nagoski, “cuando llegamos a la edad adulta esperan a que nos convirtamos en máquinas multiorgásmicas”, concluyendo con la certeza de que “en lo único que nos entrenan es en la vergüenza”. 

Esta es apenas una de las tantas aristas de un tema ignorado en la educación en nuestras sociedades, básicamente debido a que –y en esto concuerdan las expertas y científicas consultadas en Los principios del placer–  el conocimiento profundo de nuestra sexualidad se traduce en tomar el poder con todas sus implicaciones y consecuencias beneficiosas para nosotras. 

Mandar al diablo las estructuras que dictaminan el rechazo a que sintamos placer sexual constituye el grito de guerra, algo que muy bien pudo haber dicho Samantha Jones con un darling por delante, o con más base científica la terapeuta sexual Jean Milburn (Gillian Anderson) en Sex Education (2019-).

La información empodera”, dice Jean Milburn en uno de los episodios de la serie creada por Laurie Nunn, en la cual se afronta la sexualidad desde diferentes frentes, siendo el personaje de Anderson una mujer en sus 50 que vive a plenitud el placer sexual.

Como Jean, también las más jóvenes exploran y disfrutan la masturbación femenina, aunque Phoebe Waller-Bridge sentó precedentes en la primera temporada de Fleabag con su ya legendaria escena de autosatisfacción estimulada por la imágenes y el sonido de un discurso del expresidente Barack Obama. 

Sin duda, la masturbación es uno de los grandes tabúes que componen el fresco de la sexualidad femenina y memorables escenas en muchas series (aparte de las ya citadas) han contribuido a normalizar una buena práctica que ha sido sistemáticamente demonizada. 

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Dafne (Phoebe Dynevor) ni siquiera sabía qué era eso de “tocarse” cuando alcanzó un orgasmo en la primera temporada de Bridgerton (creada por Chris Van Dusen, basada en el libro homónimo de Julia Quinn). En la pantalla lo que se vio fue cómo una mujer joven explora su sexualidad y reconoce el poder que ejerce sobre la misma.

Detrás de la pantalla

Según el estudio Cambiemos el guion (2019), impulsado por el Geena Davis Institute on Gender in Media en asociación con Plan Internacional, las niñas y mujeres jóvenes (más de diez mil entrevistadas en diferentes países) afirman estar influenciadas por lo que ven en la pantalla y, debido a ese hecho, “necesitan modelos a seguir, verse a sí mismas en las historias que las rodean para lograr la igualdad de género”.

Pero también para erradicar la sexualización de las mujeres y fortalecer la exploración de la sexualidad femenina desde la verdad, no desde la tradicional cosificación.  

El cambio de guion viene dado en gran parte por el hecho de que son mujeres las que han asumido el rol de directoras, showrunners o productoras, echando por tierra la creencia de la falta de interés en historias enfocados en féminas. De allí la importancia de asegurar su influencia y continuidad en estos roles para la transformación desde dentro de la industria audiovisual.

Shonda Rhimes, productora de esta serie ambientada en el siglo XIX y pionera en la industria, una vez más demuestra lo importante que es poner en primer plano el placer femenino.

Bridgerton es una de las series de Netflix más vistas alrededor del mundo (más de ochenta y dos millones de cuentas le dieron al play), por lo que se albergan las esperanzas de que al menos con esta escena tan poderosa muchas de las televidentes normalicen la exploración de su cuerpo y manden al demonio los corsés sociales. 

“Todo lo que sea diversificar y ofrecer puntos de vista distintos al de siempre contribuye a ampliar las miras y los referentes de quienes están al otro lado”, afirma María José Arias, periodista especializada en series, “y aunque aún hay mucho camino por andar, es cierto que las generaciones actuales tienen unos referentes femeninos bastante alejados de los que tuvieron sus madres y abuelas”.

La experta en series de televisión Verónica Dávila observa la existencia de claros ejemplos de la evolución de la exploración de la sexualidad femenina. El cambio de guion dice que beneficia y con ello se le da una estocada al puritanismo.

Algo natural

“El comportamiento cambiaría globalmente, muchas familias podrían hablar sin tapujos de sexo con sus hijos, nietos y resolver dudas en lugar de enfrentarse a problemas”, analiza Verónica, “el sexo es algo natural, bien sea una joven que recién empieza la pubertad o si es una mujer madura”.

La periodista de Moobys.es espera que se hable más de la exploración del deseo, de la lujuria”, y pone el foco en una franja de edad en la que prácticamente desaparece la sexualidad en las mujeres: a partir de los 40 años. 

“¿Por qué ellas no puede tener una vida sexual activa?”, Dávila se hace esta pregunta con cierta indignación y pone como ejemplo a La señora Fletcher (basada en el libro homónimo de Tom Perrotta, 2019) en la que Eve Fletcher (Kathryn Hahn), madre soltera cuarentona que recientemente vive el nido vacío, le da rienda suelta a sus fantasías sexuales. Spoiler: algunas de ellas se harán realidad. 

En la actualidad en las series de televisión (tanto de canales públicos como de plataformas de streaming) es donde se ve mucho más la exploración de la sexualidad femenina ¡finalmente! 

A otros títulos como Normal People (basado en el libro del mismo nombre de Sally Rooney, 2020), La vida perfecta (de Leticia Dolera, 2019-2021), Amor y anarquía (creada por Lisa Langseth)... se les suman muchos más. Pero en el panorama de la industria audiovisual tan dominada por los superhéroes nos preguntamos por qué no se explora en esas historias la sexualidad femenina.

“El sexo y el placer no están muy presentes en el género salvo casos contados como The Boys (Eric Kripke, 2019-), Doom Patrol (Jeremy Carver, 2019 -) y Titans (Akiva Goldsman, entre otros, 2018- ) en su primera temporada, en ellas el placer femenino está presente de algún modo, quizá porque son series atípicas que se salen del canon Marvel y DC”, asevera la periodista María José Arias, también coautora de Salvando el mundo en pijamas: Superhéroes y héroes enmascarados en las series (2018).  

Con todos los movimientos telúricos que estamos viviendo en la industria audiovisual, no nos va a extrañar que pronto veamos a las superheroinas juntando las palabras vulva, clítoris, masturbación, sexo, orgasmo, placer, sexualidad femenina, sin ninguna pizca de pudor.