Todavía queda una semana para disfrutar de la exposición Cine y Moda por Jean Paul Gaultier, en la que 'desfilan' diseñadores como Coco Chanel (y su vestuario para Romy Schneider), Yves Saint Laurent, André Courrèges y el Swinging London de Mary Quant.
Se pueden ver también el icónico vestido España de la española Sybilla y el mítico modelo de Givenchy para Audrey Hepburn en Desyuno con diamantes (ambos pertenecientes a la colección del Museo del Traje de Madrid).
Son también protagonistas Grace Kelly, Brigitte Bardot, Catherine Deneuve, Greta Garbo, Jane Fonda, Sharon Stone y hasta la cantante Madonna (para quien Gaultier ha diseñado el vestuario de sus conciertos más importantes), que nos guían por una muestra que gustará tanto a los amantes de la moda como a los apasionados del cine.
Jean Paul Gaultier es el cocomisario junto a Florence Tissot, experta en cine de La Cinémathèque française; ambos han reunido 250 piezas, a través de las cuales el que fuera "enfant terrible" de la moda indaga en las relaciones e influencias entre Cine y Moda.
El diseñador francés, que ha creado el vestuario de más de una decena de películas y espectáculos, colaboró con Pedro Almodóvar diseñando parte del vestuario de Kika (1993), de La Mala Educación (2004) y de La Piel Que Habito (2010).
Por eso, en MagasIN le hemos pedido a Miriam Díaz-Aroca, una auténtica 'chica Almodóvar', que la comente, en exclusiva, para nuestros lectores. Y charlamos con ella de todo, mientras la recorremos y dos fans muy jóvenes la saludan y le preguntan si pueden hacerse una foto con ella...
La actriz, periodista y presentadora debutó en televisión en el programa Por la mañana de Jesús Hermida y luego presentó el programa infantil Cajón desastre y el concurso Un, dos, tres... junto a Jordi Estadella.
Al cine entró por la puerta grande, con Tacones Lejanos (1991), de Pedro Almodóvar y, un año despues, con Belle Époque (1992), de Fernando Trueba, que la llevaría hasta Hollywood. Ha participado en numerosas series de televisión, como Hostal Royal Manzanares, Manos a la obra, La casa de los líos (con Arturo Fernández), ¡Ala... Dina! y Mis adorables vecinos.
En 2007 se subió a los escenarios con Lisístrata, en el Festival de Teatro Clásico de Mérida. También interpretó el papel de Cruella de Vil en el montaje teatral de 101 dálmatas y ha participado en otras obras junto a algunos de los mejores actores de teatro. Como guionista, suyo es el espectáculo Madame Noir, de Mónica Naranjo.
Recientemente, las series Paquita Salas, Toy Boy y Servir y proteger, la han acercado a una audiencia más joven. Pero nunca ha dejado el cine (tiene trece películas en su filmografía) y en 2018 rodó tres: Ibossin y Me llamo Gennet, ambas de Miguel Ángel Tobías, y Bernarda, de Emilio Barrachina.
Además de actriz y periodista, es mentora, "interventora estratégica" y motivational speaker, según dice su página web. En las distancias cortas, contagia una fuerza y un entusiasmo que la hacen una persona irresistible.
Se nota su formación como coach al preguntarle si hay pocos papeles para actrices cuando cumplen años y aboga por "soltar los patrones de lástima y de queja y cambiarlos. Como cuando le preguntaron a la madre Teresa de Calcuta: 'Madre, usted está en contra de la guerra' y ella respondió: 'Yo estoy a favor de la paz'. Porque es un universo completamente diferente cuando buscas cosas de crecimiento y construcción, en lugar del victimismo y la queja".
Por si todo ello fuera poco, es presidenta de la Fundación Elígete, por la igualdad sin maltratos y en la que da conferencias para el empoderamiento.
Pregunta: Acabamos de pasar frente al cartel de su primera película, que fue nada más y nada menos que Tacones Tejanos (1991), con Pedro Almodóvar.
Respuesta: ¡Sí! Con el mismísimo Pedro Almodóvar, señoras y señores. No creía que fuera verdad. Yo estaba en Cajón de Sastre, el programa infantil legendario de Televisión Española, y me dicen en mi oficina que, "tal día, a tal hora, tienes una entrevista con Pedro Almodóvar en su productora".
Y, como siempre estábamos con bromas, pues yo les sigo el juego y el día tal a tal hora me llaman: "Recuerda que esta tarde tienes la entrevista con Almodóvar". Y yo: "Pero esto es una broma". Y la persona de la oficina: "No, por favor, no me digas que no vas a ir. ¡No quedes mal que es Pedro Almodóvar!".
Yo pensaba: "¡Cómo Pedro Almodóvar me llama a mí, que estoy en un programa infantil!". Y allá que me voy a su productora, El Deseo, y cuando estoy sentada con él en el despacho, me dice: "Nena, no tienes que estar nerviosa".
Y yo le digo: "No, si lo que estoy es fascinada porque no sé por qué me has llamado, si yo nunca he hecho nada de cine. Y entonces me dijo: "Para este personaje, necesito una cara muy expresiva. Y un día, zapeando en casa, te vi en la tele y me dije: "Esa es la chica que yo quiero".
Así fue, me llamó, me contrató y me puso una profesora de lenguaje de sordomudos (pues el papel que yo tenía que hacer era de intérprete). Y luego fue una experiencia y fue tan grande, tan grande, que no era consciente. Fíjate, pruebas de vestuario, reuniones, repaso de guión en casa de Pedro...
Y así entró Miriam Díaz-Aroca a formar parte del universo Almodóvar...
Sí, y fui consciente de la dimensión de con quién estaba y qué es lo que estaba haciendo. El primer día de rodaje, por ejemplo, yo estaba al lado de Victoria Abril y tenía que hacer una secuencia de un informativo para sordomudos.
Allí es cuando tomé conciencia de dónde estaba. Empecé a marearme y casi a tener una lipotimia. "Digo, me voy a desmayar, pero no voy a cortar. Yo no corto, yo no corto, que no corto". Y supe lo importante que era para mí estar con quién estaba y dónde estaba. Mi primera película, ¡y con Almodóvar!, entrando al mundo del cine a lo grande, con Victoria Abril, con Marisa Paredes, con Miguel Bosé, con Bardem... ¡increíble!
Y ahí no acabó la cosa, porque vinieron más películas...
Sí. Fíjate que empiezo con Pedro Almodóvar, pero es que, con la segunda película, Belle Époque, de Fernando Trueba, ¡me voy a Hollywood y nos traemos un Oscar! Yo pensaba: "A ver, Díaz-Aroca, estás bendecida, hija mía. Tu segunda película, y también, tocada por la gloria divina, ¡te vas a Hollywood!".
Y además de vivir la experiencia en la meca del cine, se trajeron un Oscar a la Mejor película.
Pues sí, cuántos, cuántas compañeros y compañeras llevan años trabajando, y yo, en poquito tiempo, ¡viví algo así! Me siento una privilegiada, absolutamente. Y haber venido a esta vida y haber elegido esta profesión que tantísimo me aporta y me nutre y me enriquece, tiene esa fascinación que reside también en su incertidumbre.
Ahora está haciendo el papel de comisaria jefe en la serie de televisión Toy Boy, con la que te han recuperado las jóvenes generaciones.
Sí, estoy en Toy Boy, ahora en su segunda temporada, estamos en Netflix y ha sido un pelotazo a nivel internacional, la verdad, y yo tengo la suerte de hacer un personaje que la gente no se esperaba. Me tienen en el cliché de Miriam Díaz-Aroca, normal, pero la comisaria jefe Luisa García es otra cosa: la forma de vestir, la forma de peinar, la forma de maquillar o de no maquillar define mucho al personaje.
Entonces me ha dado la posibilidad de decirle al 'mundo producción': "¿Veis como una actriz puede hacer de todo, independientemente de su look? Porque no se imaginan que yo puedo hacer de jorobada o de lo que sea, y les cuesta. Entonces esto siempre te enseña: "Tú puedes, puedes". Y yo creo que todos los actores y actrices dirían: "Dame un papel y déjame que te demuestre cómo yo puedo hacerlo".
Las actrices, al cumplir los 50, ¿se vuelven invisibles?
Esta es una profesión a la que yo la llamo "la diosa caprichosa". Un día te mira, te quiere, te ensalza, te eleva y otro día deja de mirarte, y sobre todo a las actrices que, con la edad maravillosa que tenemos, podemos contar más cosas... pero eso es parte de su perfume y de su magia y, gracias a esta aparente invisibilidad, construyes otro tipo de mujer y, en mi caso, abres puertas nuevas.
Si sumas la baja oferta de trabajo en cine, televisión y estar encerrada en casa porque no tienes que acudir a los escenarios ni a los platós, mi propia evolución como mujer me llevó a abrirle las puertas al crecimiento y desarrollo personal que, de otra manera, no hubiera hecho.
Porque, si hubiera tenido mucho trabajo, nunca habría tenido la necesidad de mirar hacia otro lugar con lo cual esos momentos de parón profesional son oportunidades muy buenas para entrenarnos en otros campos, nos dan oportunidades de crecer en otros lugares.
Y eso también te ayuda a formarte como actriz desde otro lugar, con otra conciencia con otra proyección, con otro valor, desde otro lugar... Y sucede que, en el teatro, las actrices tenemos un recorrido espectacular, tenemos un campo riquísimo también en producción, dirección... otros lugares preciosos desde los que seguir creciendo.
Yo me he desarrolado como mentora, me he certificado en un máster de intervención estratégica de coaching de alto impacto, para ayudar a los demás en lo mismo que yo he vivido. Y, si hubiera seguido trabajando muchísimo como actriz, esto no lo hubiera hecho nunca. Osea que la vida siempre te da y te quita para que te desarrolles de forma diferente.
Y los que han crecido con sus programas, echan de menos verla más en la televisión...
Yo también me echo mucho de menos en la televisión. Es el medio que me vio nacer. Yo nací en televisión. Soy un animal televisivo. Me encanta el plató, me gusta la mecánica de trabajo. Por ejemplo, el cine tiene la suya, la televisión tiene el directo. Y yo soy chica de directo. Me gusta mucho el directo porque va mucho con mi naturaleza.
¡Claro que lo echo de menos!, pero todo son épocas. Todo lo que no he hecho últimamente en tele lo he hecho en teatro: soy productora, soy directora, es decir, me he cultivado en otras áreas de mi profesión, he abierto puertas diferentes... Nunca he dejado el cine ni la televisión pero esta diosa caprichosa te coge y te suelta, te coge y te suelta y, mientras, vas creciendo, vas apostando, vas construyendo otra forma de interpretar en un escenario o delante de una cámara. Tienes otra mirada...
Estamos en la exposición Cine y moda por Jean Paul Gaultier, ¿cuál es su experiencia de la relación entre la moda y el cine?
La moda es un lenguaje más, es parte del guión, es parte de la historia. Así como utilizas la luz, los maquillajes o un guión escrito, es importantísimo lo que te cuenta una forma de vestir, lo que te marca un buen vestuario... La moda es un lenguaje silencioso, pero que grita lo que está diciendo.
La forma de vestir te condiciona: yo hago un personaje y no lo hago igual vestida de una forma que de otra. Cuando te llega un personaje, tú ya te lo imaginas vestido, cómo vas a ser la moda que lleve, porque eso te va a multiplicar mucho: para el resultado final de la interpretación ¡es fundamental la ropa!
¿Qué papel juega la moda en su vida personal?
Uy, ahora mismo estoy en un momento de jugar, de disfrutar con la moda y de permitirme las mezclas más raras. Y me decía mi hija: "Mamá, es que yo te veo ahora así", y me ponía ejemplos de diseñadores y me enseñaba fotos. Y es verdad.
Nunca lo he dejado de hacer, pero ahora sí busco complementos más rompedores. Es un momento de libertad, de coherencia, tan bonito, dentro de mí, que no quiero sujetarme a esto tiene que ir así porque me gusta jugar, me gusta crear. Estoy en ese momento maravilloso y ¡¡¡¡me gusta mucho!!!
¿Qué le ha parecido la exposición?
Una maravilla. Un viaje extraordinario que repasa, de una manera muy personal y original, la relación entre el cine y la moda. Está diseñada con verdadera pasión y es un lujo que sea en Madrid y en un espacio como el CaixaForum.
Comienza con Falbalas (1945), la cinta de Jacques Becker por la que Gaultier se hizo diseñador. Y después recorre las relaciones hombre-mujer; las primeras actrices que se vistieron con ropa masculina; la emancipación femenina y el erotismo en sus distintas vertientes.
Es fascinante y soprendente la fusión de pantallas de vídeo, vestidos, iluminación... Podemos contemplar de cerca el vestuario de Superman, La máscara del Zorro o Rocky… Todo ello, acompañado de carteles, fotografías míticas y vídeos con fragmentos de películas que son historia del cine, así como vestidos míticos de Paco Rabanne, Pierre Cardin y otros modistos de la historia de la moda.
Se pueden ver a divas como Mae West, Marilyn Monroe (con el vestido de lentejuelas que llevaba en Los caballeros las prefieren rubias), o Brigitte Bardot (con el vestido de cuadritos Vichy que lucía en Y Dios creó a la mujer). Están también Marlon Brando, La Naranja Mecánica y hasta Grace Jones como chica Bond.
Mis favoritos, la zona de Mad Max y Tina Turner ¡creaciones fantásticas! Y el vestido de novia embarazada, totalmente bello y rompedor.
*** 'Cine y moda por Jean Paul Gaultier', hasta el 5 de junio, en CaixaForum Madrid.