A los cinco años, Eva Arderíus (San Lorenzo del Escorial, 2001) cogió un violonchelo por primera vez y ya no lo soltó. Aunque en su familia nunca ha habido músicos, ella afirma que "son grandes aficionados", por lo que "desde pequeña tuve la oportunidad de ir a clases conciertos". Durante años estudiado en diferentes escuelas y ha ensayado sin descanso hasta que en 2018 consiguió su objetivo: entrar en la Escuela Superior de Música Reina Sofía. Gracias a la beca de Fundación Mutua Madrileña, Arderíus aprende junto al profesor Jens Peter Maintz y tiene la oportunidad de hacer giras de conciertos por toda Europa.
"Cuando estaba en el colegio, la profesora de violonchelo del conservatorio nos llevaba a ver las clases magistrales de la Escuela. Me quedaba siempre fascinada y me parecía un sueño poder acceder porque es un centro de referencia internacional. Gracias a la beca de la Mutua tenemos la oportunidad de formarnos con profesores excelentes y disfrutar haciendo música de cámara", explica a MagasIN.
La colaboración entre Fundación Mutua Madrileña y la Escuela Superior de Música Reina Sofía, comenzó en 2010, pero no fue hasta 2018 que se formó un grupo integrado por 12 jóvenes músicos, como es el caso de Arderíus. De esta forma, Fundación Mutua Madrileña da forma a su mecenazgo permitiendo a los estudiantes seguir con sus carreras musicales y asistir a clases con grandes profesionales. Por su parte, el grupo ofrece conciertos en hospitales o con fines sociales. Por ejemplo, durante el curso 2020-2021, realizó 46 conciertos presenciales y 2 de forma online.
Actualmente, Eva Arderíus forma parte de la Cátedra de Violonchelo Aline Foriel-Destezet y estudia con el profesor Jens Peter Maintz. Compagina las clases y los conciertos de la Escuela con los del grupo de la Fundación. Una labor complicada, pero que, afirma, no es ningún sacrificio. "Hay que dedicar mucho tiempo y pasar muchas horas de soledad con tu instrumento, pero realmente no lo veo como un sacrificio especial. Por ejemplo, en otras carreras tienen que dedicar también mucho tiempo al estudio, no es algo que afecte solo a los músicos".
Para ella, la recompensa viene cuando está sobre el escenario y puede tocar una pieza que le ha costado aprender y que el público disfrute. Aunque por ahora prefiere seguir un camino como solista, disfruta de cada actuación en directo porque todas son únicas. "Cada concierto es tan único... A mí me encanta, siempre me ha gustado. Estar tú sola en el escenario ante un montón de gente para tocar con tu instrumento, una suite de Bach, por ejemplo, me parece maravilloso. No hay nada comparable a eso", expresa con intensidad.
La violonchelista tiene en su recuerdo muchas actuaciones para elegir, como la que hizo en el Teatro Real de Madrid, el Reduta Hall de Bratislava, la Academia Liszt Ferenc de Budapest o el Musikverein de Viena. "En cada una se crea una atmósfera particular de ese momento concreto. Por ejemplo, el concierto que tuvimos en Budapest fue completamente distinto al que tuvimos en Viena, no por una cosa en concreto, sino porque todas las personas que había escuchándolo eran diferentes, igual que el ambiente y la acústica".
Justamente porque cada actuación es única y especial, le cuesta elegir una favorita. "Realmente no te sabría decir. Creo que el concierto del Auditorio Nacional de hace un par de semanas porque fue un momento súper especial para mí". Recuerda además la interpretación que hizo de la sonata de Rachmaninov para cello y piano, una pieza que le costó mucho esfuerzo sacar pero que "mereció totalmente la pena".
¿Música clásica o popular?
La chelista tampoco es capaz de elegir un compositor favorito o una pieza concreta, "es el eterno dilema", afirma. "Me gustan todos los tipos de música. La música barroca me encanta, pero también la contemporánea, la romántica... Podría estar todo el día diciendo", ríe. En lo que respecta a la música más popular, asevera que tampoco escucha mucho, pero "por ejemplo Rosalía me parece una artista súper interesante". "El jazz me encanta también", añade.
Arderíus defiende que su caso no es extraño y que a los jóvenes les podría gustar más la música clásica si la conociesen. "Creo que lo más importante es darla a conocer desde edades muy tempranas porque normalmente no te atrae lo que no conoces y no comprendes. Yo por ejemplo, cuando hablo con gente de mi edad que no es músico, siempre hay interés. A lo mejor escuchan una pieza y les encanta. Por eso creo que el problema primordial es que simplemente se desconoce".
Por el momento, ella va a continuar centrada en su formación "para poder alcanzar mi mayor potencial y poder llegar a contribuir de alguna manera la sociedad". Pese a que la pandemia todavía hace peligrar los conciertos en directos, también se prepara para los próximos conciertos, que aguarda con ilusión. "Las próximas semanas se avecinan", comenta entre risas. "Hemos empezado con el grupo de la Fundación Mutua, tenemos actuaciones en mayo... Hay que compaginarlos con los conciertos docentes en la escuela de la Cátedra... Entonces bueno, encajando todo como se puede. Pero a mí me encanta, es lo mejor".