En 2019, Marina Comes fue elegida por Forbes como una de las Best Influencers en el mundo de los instagramers de viajes. Esta influencer oriunda de Tarragona, pasó en 2017 de trabajar como abogada mercantil a dedicarse a sus dos pasiones: la fotografía y los viajes. En esta entrevista, MagasIN descubre quién es la celebrada influencer en 10 viajes que han marcado su vida: desde su ciudad natal a los lugares más exóticos que ha visitado y los secretos de su éxito viral tras un cambio de carrera.
1. Infancia en Tarragona
Cuando tenía ocho años, a Marina Comes le regalaron su primera cámara de fotos. “Iba cargada con ella a cualquier cosa que hiciéramos”, recuerda. “Y cuando jugaba a muñecas, no jugaba a bebés, jugaba a que las muñecas viajaban y trabajaban y tenían vida de mayores, muchas veces mis muñecas vivían en Estados Unidos y hablaban varios idiomas”, bromea.
Cree que, cuando has nacido en un sitio de mar, esa sensación te persigue toda la vida. “El Mediterráneo representa mis raíces”. Para ella, Tarragona es sinónimo de “mi familia. Es una ciudad bonita al lado del mar, pequeña, fácil, con ruinas romanas y playas preciosas. Y luego toda la provincia es espectacular, hice una campaña el año pasado, descubriendo muchos sitios”. Y pasa a contar las bondades de las montañas del Montsant y los vinos del Priorat. “O L'Ametlla de Mar, en el bajo Ebro, un pueblo de pescadores poco conocido con sus calas cercanas, que recuerda a las de las Baleares”.
2. Trento o la Italia del norte
Marina Comes nació y vivió en Tarragona, también en la época universitaria. “Dejé por primera vez esta ciudad cuando me gané la beca Erasmus y fui a Italia con 21 años. Estaba obsesionada con aprender italiano porque me parecía un idioma que sonaba tan bonito… El único sitio que había posibilidad era Trento, que está al norte cerca de Austria y se habla mucho alemán, así que era una zona que casi no era Italia”, bromea.
Sin embargo, viajó por el país, desde las montañas de los dolomitas, cercanas a Trento, a lugares como una inagotable Roma, la ciudad que nunca se termina de visitar, y Florencia, con su acerbo artístico. Para ella, “un viaje depende muchísimo de con quién lo haces, y de la capacidad que tengas de establecer relaciones humanas con la verdad del sitio, de poder interactuar y vivir experiencias auténticas”.
3. Lovaina o la vida estudiantil
“Fue más durillo. Fui a Bélgica a estudiar un máster de Derecho con unos profesores muy estrictos, fue una experiencia muy académica y aunque era una universidad muy prestigiosa, de las mejores del mundo, y yo tenía una beca de la Unión Europea, quizá ya estaba percibiendo que el Derecho no era lo mío. Lovaina es una ciudad internacional junto a dos ríos, al estilo de Salamanca, con miles de estudiantes de todas las partes del mundo viviendo ahí. Estuve un año allí y dije ‘tengo que buscarme una vida’“.
4. Barcelona o el cambio vital
En Barcelona, para Comes, “se da mucho una sensación: la de que estás ahí sólo para trabajar entre semana y te apetece mucho irte fuera el viernes. Yo establezco un límite en ser de esa ciudad cuando ya te apetece quedarte también el fin de semana”. Para ella, Barcelona es “una gran ciudad pequeña, en la que es fácil moverse. En muchos viajes justamente lo que busco es lo contrario, estar en medio de la nada”. En esta ciudad, le encanta “callejear, comer rico y estar cerca del mar”.
En la ciudad condal, comenzó a trabajar en un gran despacho. “Fue como una bofetada, lo de estudiar lo tenía controladísimo, pero el mundo de los grandes despachos es muy competitivo y yo, con 23 años, no me sentía en línea con esa energía”. De ahí esta catalana pasó a una empresa internacional, Puig, donde comenzó a trabajar en el departamento legal, “ciertamente una empresa muy glamurosa de perfumes y moda, y esa etapa fue mejor, pero sentía que me faltaba algo”.
En paralelo, siempre estaba “viajando mucho con mis amigas, con mi novio, planeando escapadas y viajes distintos. Haciendo trillones de fotos, como hago ahora, pero no las veía nadie, las guardaba en un cajón”. Sería en septiembre de 2015 cuando una compañera de trabajo le dijo que sus fotos eran “muy mágicas” y se decidió a colgarlas en la nueva red social llamada Instagram para crear un repositorio, como un hobby. “Pensé, así quedan unidas mis dos pasiones, la fotografía y viajar”. En 2016, tras salir de Puig “decidí tomarme medio año sabático, viajar y pensar bien el próximo paso, entonces empezaron a suceder cosas increíbles”.
5. La foto viral de Chefchaouen
En realidad Marina Comes había estado antes en el norte de África, así que nada hacía presagiar lo que ocurriría. “Es un destino que me encanta, pero nunca había ido a la zona de Chefchaouen. Organizamos un viaje de cuatro días, con vuelos a Tánger y la ayuda de un guía local. Yo ya estaba creciendo en seguidores en Instagram, pero nada que ver con ahora. El caso es que hago unas fotos que son muy simples, yo con un vestido blanco en esas calles azules. De repente, aquellas fotos se volvieron virales”.
Comes aclara que por aquel entonces aún no existía el concepto de influencer. “Instagram era una comunidad más pequeña”, recuerda, “y aquellas fotos no estaban pensadas, no tenían un encuadre ni un ángulo muy preparado, pero funcionaron”. Para ella, puede que fuera precisamente debido a la ausencia de pretensiones, a la “simplicidad, el punto cromático, el azul es un color que atrae mucho… el algoritmo incluso se dice que lo favorece. Así entré en una rueda de ganar 10.000 seguidores al mes y eso duró un año y pico”.
En aquel entonces, Comes aún “no tenía la sensación de que algún día podría subirme a un tren gratis, que me pagarían por ir a visitar ciertos lugares y aportar mi visión, no podía imaginármelo. Sólo quería transmitir algo humano y personal que conectara con mi presente. Como salgo con la cara girada, quizá esas fotos transmitían la idea de que cualquier persona podría estar caminando por esa calle y transportaban al preciso lugar, a lo que debe ser estar ahí en ese momento”.
6. El agua del lago Blausse
¿Cómo replicar esa viralidad en otros lugares? “En Suiza me pasó con dos fotos, en el lago Blausse, un pequeño lago de cuento de hadas con aguas de tonos azul verdoso, se repitió. Ahora, con el tiempo, he visto muchas chicas haciendo la misma foto que hice ese día y poniéndose la misma ropa, que era una camisa de cuadros de mi marido, porque ya no tenía más ropa. Todas estas mujeres emulando lo que pasó aquel día no deja de impactarme”.
Comes explica que muchas de las fotos compartidas en su cuenta las dispararon su marido, hermana, madre, amigas o acompañantes de viajes, o se terminaron haciendo gracias a un disparador automático. Pero siempre decide ella cómo es la foto, cómo debe ejecutarse.
7. Inivitada a Seychelles y Mauricio
“A partir de Blausse, con un cierto volumen de seguidores ya, empezaron a contactarme empresas del sector viajes, oficinas de turismo… Aún no tenía un gran sueldo pero hice una apuesta que conté a mi marido: ‘Mira, este año vivo de mis ahorros y vemos si esto gusta y soy capaz de ponerme a hacerlo de modo profesional’”.
Y así hizo felizmente hace algo más de seis años. En poco tiempo, relata cómo empezaron a llegarle invitaciones a destinos de lujo. “Recuerdo a mi marido diciéndome, cuando aún no me pagaban por el trabajo, sólo me invitaban: ‘Qué fuerte, dejándonos los sueldos para poder venir a estos sitios y ahora nos invitan’…”, en referencia a algunos de los hoteles más impresionantes del planeta en las paradisíacas playas de las islas del Índico, por ejemplo.
Y, poco a poco, también campañas remuneradas. “Suiza ha sido un cliente estupendo, fue un sitio mágico porque de ahí salieron esas fotos y a raíz de eso ellos me contactaron para campañas”. Coincide en que este trabajo es complejo porque implica, además de conocimientos de viajes y fotografía, convertirse en “experto en marketing en redes sociales, creación de contenidos, actualizaciones recientes…”.
Aunque se ponía en duda su futuro desde fuera, Comes es valiente y categórica: “No he necesitado nunca tener todas las respuestas en la vida para tomar una decisión, a partir de lo que sé, decidiré lo que considere mejor y siempre me llevaré el aprendizaje y las vivencias. Nunca sabes cuál es el futuro cierto”.
8. Una catalana en Oriente
En sucesivos viajes, Comes pudo visitar estos países. Para ella, “la parte emocional y de sensaciones es muy importante en un viaje. Me encanta el atractivo visual de un lugar, pero también me llegan mucho las sensaciones de lo que surge, de las personas”.
A nivel visual le impactó mucho China, “pero me faltó mucho la conexión con la gente. En cambio, en mis recorridos por Japón me resultaba mucho más fácil lograr un contexto y una conexión. Es ese punto de sensibilidad que me demostraba una pareja de setenta años que sólo hablaba japonés, pero quería ayudarme, o el cuidado que vi en el respeto por la naturaleza”.
Comes explica que la primera campaña que realizó para la promoción de Singapur, cuando llevaba poco tiempo, la tuvo que hacer ella misma, “viajando sola al cien por cien. En esta nueva etapa fue la primera vez que entendí que aquello era un auténtico trabajo, mío y de mi trípode. Recuerdo ese viaje no como el más divertido a nivel de destino, pero sí muy empoderante: el viaje de confirmación de que esto no era un hobby”.
9. Namibia, destino favorito
Viajes y destinos que le encanten, más ahora que estamos deseando hacerlo, es una pregunta que recibe a menudo, pero desde luego resaltaría “Namibia, donde hicimos incluso la luna de miel en un 4x4: es un destino increíble, con miles de paisajes en un país. Está en otro lado del mundo para nosotros y contiene toda la aventura y además es seguro”.
Marruecos también le encanta “por todo lo que fue desde la primera vez que estuve allí y por los prejuicios que nos cambiaron a medida que iban pasando los días, sobre los clichés de siempre. Si tienes los pies en el suelo creo tienes que aprender una lección básica cuando viajas, que al final todos los seres humanos somos iguales, nos preocupa lo mismo y nos alegra lo mismo, por mucho que a veces los medios se empeñen en mostrarnos diferentes”.
10. Paisajes del futuro
A Comes le encanta “salir del coche y no ver a nadie: estas sensaciones me encantan en los viajes. Los sitios poco habitados, a los que llegas con tu coche y no tienes a nadie alrededor, que puedes ponerte a gritar y no hay nadie”.
Islandia es “un viaje increíble que para nosotros desde aquí no es tan difícil y que da acceso a unos paisajes alucinantes”. Y, como viaje pendiente, algo difícil de contestar en su caso, sería Nueva Zelanda, “el exotismo de la otra punta del mundo, creo que nada tiene comparación con los paisajes que ofrece la naturaleza, ¿no crees?”.